La frustrada designación de Mirko Macari como director de "La Nación" hace oportuno recapitular sobre la causa de la revocación de su nombramiento: el recuerdo de su participación en las publicaciones, primero en "La Nación", y luego en su revista-apéndice, "Plan B", de hechos de pedofilia, conductas homosexuales y participación en orgías de distinguidos senadores de la UDI.
Al final las denuncias resultaron completamente falsas. Las supuestas conductas escandalosas o delictuales, y que una gran variedad de los medios de comunicación acogió en mayor o menor medida (particularmente Canal 13, que dedicó un programa de alta audiencia a presentar a la denunciante principal y supuesta víctima de los abusos y delitos, que ella atribuía a un senador de la UDI), eran un invento.
Probablemente si no hubiera existido una completa confesión y retractación de Gemita Bueno, la denunciante principal, el clima de ludibrio y desprestigio de los parlamentarios de la UDI habría, de uno u otro modo, permanecido flotando en el ambiente, destructivamente para ella. Y aun con dicha retractación, la candidatura presidencial de la UDI (de Joaquín Lavín), que hasta 2002 parecía como la carta segura para ganar en 2005, según todas las encuestas, tras el episodio inició una progresiva declinación.
Nunca hubo una mayoría en la Cámara de Diputados para aprobar una investigación acerca de dónde provenían los fondos que financiaban a "Plan B", la publicación que lanzaba las peores denuncias falsas contra los personeros de la UDI.
El Ministro del Interior era, a la sazón, el astuto José Miguel Insulza. Ya una pérfida campaña anterior de "La Nación" había conseguido crear un clima de opinión favorable a la destitución del Comandante en Jefe de la FACH, general Ríos, por parte del Presidente Lagos, sin ningún fundamento legal ni constituciuonal.
Pero lo que brindó más verosimilitud a la infame denuncia contra los senadores fue el respaldo que ella recibió de una diputada y vicepresidenta de RN, Pía Guzmán, de la línea del presidente de la colectividad, Sebastián Piñera.
El partido víctima de la conjura, la UDI, se querelló y pidió una investigación. En el proceso, una testigo se presentó voluntariamnente a declarar que supo, a través de su hermana, secretaria del ex presidente de RN, Andrés Allamand, que éste había recibido un llamado de Piñera pidiéndole hablar con Pía Guzman, en la vispera de la denuncia de ésta, porque la misma tenía "una bomba contra la UDI". Allamand reconoció haberse reunido con la diputada, pero negó haber recibido la llamada de Piñera.
Antes, la testigo-hermana de su secretaria había intentado informar de todo a Joaquín Lavín, entonces alcalde de Santiago, pero éste la derivó a un asesor, quien la puso en contacto con un diputado de la UDI. Éste grabó la versión y derivó a la testigo a la justicia, ante la cual ella ratificó sus dichos, bajo condición de reserva de su identidad, para no perjudicar a su hermana. Pero el secreto duró poco: encarada por dicha hermana y amenazada de expulsión del hogar de esta última, donde era acogida, se retractó.
Entonces Piñera dirigió sus dardos hacia donde le interesaba: acusó de deslealtad a Joaquín Lavín. Antes se había manifestado "conmovido y desgarrado" por el testimonio televisivo falso de Gemita Bueno contra el senador UDI Jovino Novoa. También declaró en su oportunidad que Pía Guzmán, la diputada que respaldaba a Gemita Bueno, "no mentía".
Cuando Pablo Longueira, presidente de la UDI, anunció que iba a instar ante la justicia por aclarar hasta sus últimas consecuencias los dichos de la hermana de la secretaria de Allamand, Piñera lo consideró como un agravio y un intento de destruir a la Alianza.
En todo caso, no creo que el papel de Mirko Macari en la conjura haya sido mayor que el cumplido por personalidades de RN que contribuyeron a dar viabilidad a "la bomba" contra la UDI.
Pero, como frecuentemente sucede en Chile, todo quedó olvidado. Finalmente Sebastián Piñera fue candidato presidencial de la UDI y alcanzó así la Presidencia de la República. Gracias al partido que, años antes, estaba destinado a volar en pedazos, víctima de "la bomba" que se había preparado cuidadosamente para ese efecto.
Este caso ha sido rotulado como "caso Spiniak", cuando de verdad debiera llamarse "caso montaje", porque se trató de un conjunto de maniobras destinado a destruir el prestigio de un adversario político mediante recursos jamás antes vistos en Chile.
ResponderEliminarDebe recordarse que:
1. El asunto partió con la desusada cobertura mediática —con participación de alta oficialidad de Carabineros simpatizantes del gobierno— de la detención de un drogadicto que contrataba prostitutos jóvenes,
2. Que luego de ello vinieron esas declaraciones extrañas que una ejecutiva del Sename sopló en las abiertas orejas de la ex diputada Pía Guzmán para continuar con el uso de "testigos" falsos por parte de congresistas del corruptacionismo y de la muchacha callejera manipulada por un cura vicioso y partidario del gobierno,
3. Que encima de eso se orquestó el funcionamiento de un enorme aparato de prensa (que publicaban titulares casi idénticos) que incluyó "Plan B", publicación financiada por La Moneda que duró lo que el montaje, y
4. Que todo esto se desarrollaba mientras el Ministerio Público frenaba el proceso investigatorio por pedofilia que involucraba de forma real y concreta al senador gobiernista Jorge Lavandero.
Piñera y algunos adláteres cayeron en el garlito y en la tentación de ver ésta como una ocasión para desplazar el liderazgo de la UDI. Pero dudo de que se hayan involucrado en el montaje mismo.