El otro día los periodistas Claudia Alamo, Patricio Fernández y Rafael Gumucio me convidaron a su programa radial de las ocho y media de la mañana y parecieron bastante sorprendidos cuando les dije que una medida fundamental de gobierno que yo consideraba necesaria era la de promover el matrimonio y su estabilidad por medio de incentivos económicos.
Soy autor de un breve "Programa de Gobierno" (está "en las buenas librerías" y en YouTube) que contempla medidas en tal sentido. Se trata de crear incentivos pecuniarios para que las personas se casen, tengan hijos y mantengan sus matrimonios en el tiempo.
Considero que eso es esencial para remendar el tejido social chileno, que está tremendamente dañado por veinte años de disolución e inmoralidad en las políticas, que han conducido a la destrucción de los hogares tradicionales. Esto ha derivado en que legiones de niños y adolescentes "anden sueltos" en las calles de ciudades y poblaciones, caigan en la droga y consiguientemente en la delincuencia, pues ésta les permite financiar su adicción.
Por otra parte, toda la sociedad parece estar conteste en que la gran falla existente en ella reside en la mala educación, y parece no notar que la sede educativa por excelencia es el hogar bien constituido, donde padres presentes instruyen a sus hijos acerca de todas las cosas necesarias para la vida, les transmiten la cultura que puedan tener y los inducen a respetar la moral, las buenas costumbres y el orden público.
La destrucción de los hogares bien constituidos ha traído consigo la pérdida general de valores de las nuevas generaciones, la extinción paulatina del matrimonio como centro del hogar y de la transmisión de los más altos principios rectores de la existencia de una a otra generación.
Hoy día he leído en los diarios que diputados del principal partido político chilen, la UDI, encabezados por el parlamentario Felipe Ward, han presentado una moción de ley para crear incentivos económicos para el matrimonio entre un hombre y una mujer y bonos adicionales para premiar la duración de este vínculo y el nacimiento de nuevos hijos, pues otro de los problemas nacionales es la paulatina disminución de los nacimientos, lo que conducirá progresivamente a la desaparición de la raza chilena.
El fortalecimiento de la institución matrimonial y de su permanencia en el tiempo y el hecho de que al amparo de ella haya más hijos que en la actualidad, conducirá a que los chilenos nazcan cada vez en mayor número en hogares bien constituidos, donde padres presentes y preocupados de su educación velen por transmitirles a éstos no sólo sus conocimientos y cultura, sino también sus valores y principios, alejándolos de los flagelos que hoy los corrompen desde la niñez más temprana, como son la drogadicción y la delincuencia que se presenta como medio para financiar aquella.
El proyecto de los diputados de la UDI apunta al problema más esencial que aflige hoy a la sociedad chilena y que la amenaza de disolución, y pone de manifiesto la importancia de que esta colectividad exista en nuestro medio, aunque lamentable y transitoriamente no haya encontrado a un personero propio para optar a las más altas responsabilidades de gobierno.
Hermógenes,
ResponderEliminarEs evidente, o por lo menos para nosotros lo es, que la paulatina disolución de los hogares tradicionales es una de las principales causas del degradamiento de la sociedad chilena. Sin embargo, un incentivo económico ¿no acarrearía una suerte de aprovechamiento de la gente en cuanto al matrimonio? Las uniones civiles podrían pasar a ser un simple contrato para recibir estos beneficios monetarios, llevando al matrimonio a perder en parte su principal rol, el de ser la base de una familia. Claro es el caso de los matrimonios en muchos países de Europa, y en Estados Unidos, donde los inmigrantes se aprovechan del vínculo del matrimonio para obtener la nacionalidad del respectivo país.
Saludos, y es un agrado poder leer tus columnas nuevamente.