lunes, 29 de marzo de 2021

Régimen de Facto y Caos General

En rigor, Sebastián Piñera fue derrocado el 15 de noviembre de 2019, pues desde entonces rige lo que el inefable senador Quintana (PS) confesó que era "un  parlamentarismo de facto", donde el Presidente se ha limitado a hacer lo que le imponen sus adversarios. Pues ya desde el 12 de noviembre de ese año éstos habían declarado "haber corrido el cerco" de lo posible, sin elecciones, sin consulta al pueblo y con sólo un arma: violencia para amedrentar y someter a una autoridad sin autoridad.

La verdad es que a Chile sólo la pandemia lo ha salvado de una mayor devastación por los revolucionarios, pues sin aquélla el país estaría mucho más deteriorado que lo generado por cuarentenas y restricciones. El modelo de sociedad libre ha sido, de hecho, lo que ha salvado al país, porque lo ha abastecido de lo indispensable mediante la respuesta de un millón de pequeños y medianos empresarios nacidos al calor de la libertad económica. Ésta es la espina dorsal de la economía, la que los comunistas quieren quebrar mediante una nueva Constitución que les permita robárselo todo. Es decir, traspasarlo todo al Estado, que manejan ellos. Y de ahí pasar a quedarse con la manija, como lo hicieron Chávez, Maduro y, mucho antes, Castro. 

Justamente por eso los rojos odian más que a nada a las AFP, porque les han impedido robarles las platas a los trabajadores afiliados, aunque van camino a conseguirlo, porque Piñera ya les ha prometido la mitad de la mayor cotización del seis por ciento contemplada en la reforma previsional. La gran mayoría de los trabajadores prefiere que todo ese aumento vaya a sus cuentas. Sobre todo porque han visto cómo las AFP están reponiendo rápidamente hasta los perjudiciales retiros inconstitucionales que los rojos les consiguieron, buscando barrenar el sistema.

Como lo dije en mi comentario del 22 de noviembre de 2019, que grabé en un video visto por un cuarto de millón de personas y a raíz del cual me convidaron a Bienvenidos del Canal 13, programa del cual me echaron por decir lo que pienso, en otra oportunidad, en agosto de 1983, los comunistas habían dicho lo mismo que el 12 de noviembre, es decir, que iban a echar al gobierno. Pero había una diferencia: entonces el Presidente era Pinochet y en 2019 era Piñera. El primero puso 22 mil soldados en las calles, hubo 19 muertos y 23 heridos y el conato comunista duró un día. Prontamente después se derogó el estado de emergencia y el país volvió a funcionar normalmente. Cuando escribí ese comentario, el 22 de noviembre de 2019, ya el alzamiento contra Piñera llevaba más de un mes, desde el 18 de octubre, y los muertos eran 25. Es la diferencia entre un Presidente con pantalones y otro sin pantalones.

Y el resultado de estar gobernados por el segundo es, además, que hoy hay régimen de facto y caos total, porque al postergarse las elecciones del 10 y 11 de abril se les arma a los políticos un desbarajuste adicional al que ya había. Están furiosos, porque a ellos les importan mucho más esas elecciones que la salud de la gente, y mediante la hemorragia de votaciones de este año aspiraban a tener más cargos burocráticos, como los de gobernadores; y mucho más presupuesto. Y el premio mayor: una nueva Constitución que les permitiera robarse todo, comenzando por el agua y después el resto también para el Estado, que está en manos de ellos.

Yo voy a votar porque no lo consigan: por Henry Boys para constituyente, quien se comprometió a defender la Constitución de 1980, que es lo que hay que hacer. Y por Rojo Edwards para gobernador de verdadera derecha; por Regina Catalán, de la primera línea del pinochetismo, para concejal de Las Condes, y por Gonzalo de la Carrera para alcalde de derecha, en reemplazo del actual socialdemócrata. Y además apoyo a Teresa Marinovic en el distrito 10, porque también representa orden, libertad y "el derecho a ser desiguales, como nos hizo el Creador y contra lo que creen los socialistas", según invocaba Margaret Thatcher. Y sabiendo, como también decía ella, que de la libertad económica dependen todas las demás.

Como después este año ya viene elección presidencial, espero que se cumpla la tradición nacional tras el caos y vuelva a haber un nuevo régimen de orden. Como los que elegimos tras la revolución de la chaucha en 1949, como el posterior al alzamiento bolchevique local del 2 y 3 de abril de 1957 y como el que siguió al caos marxista-leninista de 1971-1973, régimen militar convocado por la mayoría democrática de los diputados. Espero confiado que se repita ese tradicional desenlace nacional.


jueves, 25 de marzo de 2021

"Todos los Infelices Estamos de Acuerdo"

Leyendo en "El Mercurio" la sección "Hace Treinta Años" del 20 de marzo, página A 2, me entero de algo que no sabía: el proyecto de reforma constitucional que permitió a Aylwin indultar a los terroristas de extrema izquierda, incluyendo (contra lo que él había prometido) a autores de delitos sangrientos; proyecto contra el cual habló Jaime Guzmán en el Senado, lo cual le valió su condena a muerte por el Partido Comunista, ¡fue iniciativa de Renovación Nacional!, encabezada por su entonces hacía poco electo senador por Santiago, y de ahí en más principal figura, Sebastián Piñera. 

En efecto, dice la información: "La ratificación de esta iniciativa, que corresponde a una propuesta de Renovación Nacional y que propició el Ejecutivo, significa que el Presidente de la República queda ahora facultado para indultar a condenados por delitos terroristas cometidos antes del 11 de marzo de 1990, que el Parlamento podrá dictar leyes de amnistía y de indultos generales y que, por último, los tribunales tienen la posibilidad de decretar la libertad provisional a procesados por delitos terroristas, consignaba 'El Mercurio'". Aylwin sacó las castañas del fuego con la mano de Piñera, mano que a la vez se quedaba con las acciones que Corfo tenía en LAN.

Nótese que se sumaba a la iniciativa, propiciándola, el mismo Aylwin que por ese tiempo escribía una carta a la Corte Suprema instando a que los tribunales no amnistiaran a los militares antes de la sentencia definitiva. Ahora quedaba él facultado por el proyecto de RN para amnistiar a los terroristas.

Yo siempre había creído que todo había sido obra de Aylwin, pero no: la iniciativa fue de RN, el partido de Piñera. "Política de los acuerdos", la llamaban. Traicionar a los militares mediante el Informe Rettig, sentándolos en el banquillo de los acusados y dejándolos como los únicos culpables (pues el Informe exculpa al otro bando, el de los terroristas de izquierda, denominándolos "particulares obrando por motivaciones políticas"); perdonar y darle mucho dinero a la guerrilla marxista y permitir que Sebastián Piñera comprara baratas las acciones que Corfo tenía en LAN. "Política de los acuerdos" que continúa hasta hoy. Basta ver la franja electoral, en que los RN proclaman "¡estamos de acuerdo!" y los dos grandes tránsfugas pasados al adversario, Desbordes y Lavín, aparecen fotografiados juntos en su marcha hacia el otro bando, el de los que han entregado y siguen entregando el país a la izquierda. 

¡Cuánta razón tenía Jaime Guzmán en 1989 al insistirme, creyendo que yo tenía los votos de la derecha (lo que probó ser falso, porque ella votó mayoritariamente por Piñera), en que fuera candidato a senador en 1989 para derrotarlo, porque, me afirmaba, éste iba a generar un daño irreparable al legado del gobierno militar!

Ni él mismo se imaginaba cuánto daño, sobre todo ahora que los dos candidatos-insignia de RN y UDI se pasan al bando adversario proclamando "¡estamos de acuerdo!" con los grandes disparates que terminarán con los ahorros del país y con el pilar de la capitalización que le permitió a Chile saltar del último lugar del crecimiento en 1973 al primero en 1989. 

Al son de esa marcha aciaga, este pobre Chile actual se rinde a la izquierda mientras esconde el monumento al héroe que en el pasado lo condujo a la victoria. Así yo veo que irremisiblemente se retrotrae a su condición de país rasca de antes del 11, bajo la cual viví la mayor parte de mi vida y ahora espero morir.

lunes, 22 de marzo de 2021

Ninguno Será Presidente

 --¿Has visto la encuesta de "Panel Ciudadano" y de la Universidad del Desarrollo, uno de cuyos dueños es Joaquín Lavín?

--Claro que la he visto.

--¿Y no te alarma que Ninguno vaya a ser Presidente? Porque entre Jadue, Lavín y Ninguno, gana Ninguno con el 38,3 %, luego vienen Lavín con el 32,8 % y Jadue con el 28,9 %. Y frente a Paula Narváez y Lavín, Ninguno saca 56,5% y sale elegido en primera vuelta, contra 31,1 % de Lavín y 12,4% de Narváez. Y después, entre Jadue, Matthei y Ninguno, este último también gana con 41,8 % y  segundos en empate quedan Matthei con Jadue, con 29,1 % cada uno. Y luego entre Matthei, Narváez y Ninguno, este último gana de nuevo en primera vuelta, con el 59,8, luego Matthei con 27,5 % y Narváez con 12,2 %. Después, entre Sichel, Jadue y Ninguno, de nuevo gana éste con 46,1 %, después quedan Jadue con 29 % y Sichel con 24,9 %. Y finalmente, entre Narváez, Sichel y Ninguno, este último gana de nuevo en primera vuelta con el 57,8 %, seguido de Sichel con 26,3 % y Narváez con 15,9 %. Ninguno gana siempre.

--Nada de eso me alarma, al contrario, me tranquiliza, pues yo voy a votar por Ninguno.

--Pero si Ninguno no es nadie, no existe.

--Eso es lo que tú crees. Ninguno es mano dura, orden y libertad. ¿Te acuerdas de la primera vuelta de 2017, cuando Lavín y Longueira divulgaron ese video trucho en que decían que Piñera iba a ganar en primera vuelta? Bueno, con esa "campaña del terror" a su favor y todo, Piñera, sacó sólo 36 %.  Pero hubo entonces un candidato de derecha que sacó 8 % no vaticinado por ninguna encuesta y que  dobló a la candidata DC y, si no lo hubieran entonces también "ninguneado", habría ganado también a los otros y pasado a segunda vuelta junto con Piñera. Fue la derecha, en definitiva, la que facilitó llegar a segunda vuelta a un izquierdista en 2017.

--Entonces debemos estar contentos de que Ninguno vaya a ser Presidente. 

--Por supuesto, ponerle "Ninguno" es sólo otro truco de la derecha tránsfuga. Porque yo sé quién es Ninguno y votaré por él. Y la mayoría, que quiere vivir en un país tranquilo como el que legó Pinochet, también. Entonces sí que vendrán tiempos mejores. Piensa en Singapur, uno de los países más ricos del mundo, para que te des una idea.

viernes, 19 de marzo de 2021

El Reinado de Hugo Gutiérrez

Hugo Gutiérrez es comunista, valiente, trabajador y sin escrúpulos, en ese orden. Piñera sabe lo que calza y por eso ha procurado amigarse con él y lo ha convidado a La Moneda, junto con otros parlamentarios rojos, para fotografiarse juntos. Pero Gutiérrez no se vende, lo odia y en todas las ocasiones públicas en que puede se le acerca y le grita "¡ladrón!" ante la cámara, lo cual queda registrado.

Gutiérrez defiende judicialmente a los izquierdistas que matan militares y civiles y se querella contra los militares que matan a esos izquierdistas. No ve en ello la menor inconsecuencia. 

Cuando en los 90 Gladys Marín inundó los tribunales con querellas contra el expresidente Pinochet y no pasaba nada, por falta de fundamentos reales para incriminarlo, Hugo Gutiérrez, patrocinador de muchas de ellas, tomó a su cargo al ministro sumariante Juan Guzmán, ante quien se tramitaba una por las muertes registradas al paso de la comitiva del general Arellano (de las cuales Pinochet ni siquiera supo). 

Entonces decidió manejar al ministro sumariante Juan Guzmán, pese a que éste había sido partidario de Pinochet y había asegurado a sus abogados que no había nada de qué preocuparse a raíz de la querella que se le había asignado. Nadie sabía "la chichita con que se estaba curando". Gutiérrez agarró a Juanito entre sus colmillos y fue armando todo un cuento. Hizo lo que quiso. En mi libro sobre ese caso, "La Verdad del Juicio a Pinochet", hasta registro a un militar que apareció diciendo una cosa en "La Tercera", en la mañana de un día, y luego todo lo contrario en "La Segunda" de esa misma tarde, sobre un episodio de la comitiva. El oficial confesaba que entremedio lo había visitado Hugo Gutiérrez en su casa y le "había iluminado la mente". Así manejó ese proceso.  

Y ese juicio ocupó la atención mundial, porque el nombre de Pinochet había sido hecho famoso por el KGB soviético y, en concreto, Pinochet era y es el chileno más nombrado (negativamente) de la historia en el resto del mundo. Pero la historia no sólo lo absolverá, sino que lo elevará a la altura en que merece quedar, porque sin Pinochet el comunismo no habría sido borrado del mapamundi, como lo fue. 

Como el KGB manejaba en esos años, entre muchos, a los "liberals" norteamericanos, mientras el "New York Times" en 1976 escribía 66 editoriales en contra de la Junta chilena, bajo cuyo gobierno había 2 mil muertos, dedicaba sólo cuatro editoriales a criticar al comunista Pol Pot y su Khmer Rouge de Camboya, que mataba a un millón y medio de personas de una población de siete millones. 

Como lo probé en mi citado libro, el juicio contra Pinochet no tenía fundamento alguno. Pero, como lo reconoció el historiador Gonzalo Vial al citarme, "no era el derecho lo que estaba en juego". Por eso sucedía que pasaba por Chile la Secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright y podía permitirse opinar que Pinochet debía ser condenado en el juicio. Y acá la prensa informaba del caso al son propuesto por el mismo Gutiérrez, a través de su títere Juan Guzmán. Así fue como el primero le extrajo al segundo un auto de procesamiento contra Pinochet dirigido a desaforarlo del Senado, del cual el ex presidente era integrante designado. Juan Guzmán, a todo esto, viajaba al exterior a recibir premios izquierdistas en numerario y se hizo universalmente famoso gracias a Pinochet. Tanto que cuando el exjuez hace poco falleció, hubo diarios europeos que recordaron "su heroísmo" al intentar condenar al prócer chileno, olvidando al deus ex machina Hugo Gutiérrez, que fue el que en realidad "armó todo el cuento".

Ese "juicio por los diarios" y sin fundamento fue terrible al nivel de opinión pública. La petición de  desafuero del senador llegó a la Corte Suprema y el clima creado por la izquierda atemorizó incluso a dos ministros pro-derecha, llegados al más alto tribunal gracias a los votos UDI y RN en el Senado. En medio de su pánico y como no encontraban la manera de clavar el puñal en la espalda de don Augusto sin acusarlo de un delito que, sabían, no había cometido, optaron por declararlo entonces "encubridor". Lo negociaron así y al final la mayoría se inclinó por esta tesis. 

La relatora de la causa ante la Corte Suprema, Gloria Ana Chevesich, tampoco se atrevió a relatar la evidencia que había leído en las páginas que debía resumir a los ministros, páginas que dejaban claro que no había una sola prueba de la responsabilidad de Pinochet. En ese tiempo ya se sabía que Gloria Ana no estaba sometida a la izquierda, pero cuando yo vi que "no se atrevió" a reflejar toda la verdad en su relación del caso, que fue públicamente transmitida, ya supe que la política se lo había tomado todo por completo. Y como la política en Chile marcha al compás que marca izquierda, no había más remedio que someterse a la fatalidad de que una mayoría iba a desaforar a Pinochet, que fue lo que sucedió.

Pero quedó una minoría de "jueces-jueces" de los de antes, respetuosos del derecho, valientes y no politizados, que dejaron constancia en sus disidencias de que no existía ningún fundamento para desaforar a Pinochet. Uno de ellos, el ministro Osvaldo Faúndez, lo puntualizó así, y nunca nadie lo contradijo ni lo desmintió: "No existen antecedentes para sospechar que el señor Pinochet haya tenido en (los hechos) participación como autor, cómplice o encubridor. Como autor mediato o como cómplice, porque de la minuciosa revisión de la causa, hoja por hoja, no aparece elemento de prueba o de juicio alguno, ni testimonial ni de ninguna naturaleza, de que el senador hubiere dado o podido dar orden de matar ni menos de secuestrar, o que pudiera haberse interpretado en tal sentido; y como encubridor, porque los encubridores intervienen con posterioridad a la perpetración de un delito, una vez ejecutado, y los secuestros que se supone, en la forma como han sido forjados, se siguen cometiendo actualmente y, como delitos en ejecución, no pueden tener encubridores".

En derecho correspondía rechazar el desafuero, pero sólo seis de veinte supremos se atrevieron. El país se hallaba bajo el hechizo de la exitosa traición de Aylwin a los militares y del mismo pánico generalizado ante la violencia comunista que perdura hasta hoy. Tanto que había columnistas de derecha, que antes habían aplaudido a rabiar a la Junta durante 16 años y que, sin embargo, ahora mencionaban cumplidamente en sus artículos "las tropelías de Pinochet", para no ser funados o algo peor. 

Cuando en 2001, en mi referido libro, que fue primer best seller muchas semanas, dejé comprobada la inocencia de Pinochet, una sola voz significativa de apoyo se levantó en la prensa: la de Arturo Fontaine Aldunate, exdirector de "El Mercurio", quien en un artículo en "La Segunda" quiso dejar constancia de que nadie había desvirtuado parte alguna de dicho libro. Años después, en 2008, Gonzalo Vial, en su biografía de Pinochet, se refería también a ese libro y comentaba: "Nadie recogió el guante". Pues, explicaba, el tema en discusión no era el derecho, por supuesto. Era un "juicio por los diarios", armado por un político comunista y para políticos temerosos de los comunistas, es decir, para todos.

Ahora la Armada se ha querellado contra Hugo Gutiérrez por haberla calificado de "asociación ilícita terrorista", pero nadie lo puede encontrar para notificarlo. Me recuerda cuando en 1973 el almirante José Toribio Merino, que se había querellado contra el Mapu Oscar Guillermo Garretón por intentar sublevar a la marinería, informado de que Investigaciones no podía encontrarlo para detenerlo y, sin embargo, viéndolo en la pantalla disertando impune en un foro de TVN, tomó la decisión de que la "cosa no daba para más" y escribió un papelito a sus colegas del Ejército y la Fuerza Aérea, que les envió con el almirante Huidobro ese domingo 9 de septiembre y que comenzaba notificando: "El Día D es el 11 y la Hora H las 06.30". El resto es historia. Pero entonces, y con Merino, "la cosa no daba para más", pero hoy, sin Merino y, peor aún, con Piñera, la cosa puede dar para mucho, mucho más y mucho peor; y Hugo Gutiérrez puede seguir gozando del estatuto privilegiado que le han conferido los chilenos.. 

martes, 16 de marzo de 2021

Sin Autoridad Moral

En el diario digital "despiertachile.cl" del 14 de marzo un editor expresa: "Me ha sorprendido la cantidad de gente que hacemos llamados a las FF. AA. y de Orden para salir en defensa de Chile, pero me pregunto ¿cuántos de nosotros salimos en defensa de ellos cuando fueron enjuiciados y encarcelados por salir a hacer el mismo trabajo que hoy les solicitamos?"

Pues ahí están cerca de 200 presos y, además, desfilando por los juzgados, miles de procesados políticos militares ("presos y procesados políticos" porque, según el tenor literal de las leyes, que es lo que jurídicamente vale --"cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu", manda el Código Civil-- no deberían hoy estar privados de libertad ni ser judicialmente perseguidos). Pero, sabemos, en Chile para los militares no hay "rule of law" (mal traducido como "estado de derecho", pues significa "la vigencia de la ley").

Por añadidura, una columnista de "El Mercurio" (15.03.21), Elena Irarrázabal, se permite escribir y clamar sobre "un silencio vergonzoso" ante la "destrucción de la ciudad", y declara imprevistamente que, para ella, ese reclamo es compatible con acusar "los  horrorosos abusos a los derechos humanos del gobierno de Pinochet". Es decir, incurre en una similar injuria atroz que la del alcalde Daniel Jadue, cuando imputa al general Baquedano haber sido "un delincuente que cometió genocidio". 

Pues les gustaría mantener un país pacífico, ordenado e impecable como el que les entregó Pinochet y, al mismo tiempo, poder calumniar a éste por su energía para defender la integridad de la vida interna, insultándolo con el mismo lenguaje que usan los comunistas, probablemente para aplacarlos y no incurrir en sus iras. Quieren un Santiago de primera, que luzca una Plaza de Armas irreprochable y no, como hoy, cubierta de latones antivandalismo y barrios enteros devastados. Quieren una Araucanía feliz y no invadida y en llamas. Pues bajo Pinochet no había "conflicto mapuche" y, por añadidura, la región votaba mayoritariamente por ocho años más de su presidencia. 

Es decir, quieren estar bien con Dios y con el Diablo y, además, falsean la historia al gusto de este último, para que no les haga nada. 

Pues desmiente los "horrorosos abusos a los derechos humanos" la evidencia histórica de delegaciones de la Brookings Institution (Orrego, 1974) y de la Heritage Foundation (Whelan, 1989), ambas de los Estados Unidos, que tras sendas visitas acá certificaron que el gobierno militar hacía lo posible por respetar tales derechos. Tanto así que la segunda dejó constancia de que el doctor y presidente de la Cruz Roja Internacional, Jean Francois Bonard, podía examinar a cualquier detenido en Chile, sin permiso previo del gobierno y cuando lo solicitara. Esa es la verdad histórica. Pero ¿de qué vale ella si la gente prefiere repetir, tal vez para no ser "funada", las falsas consignas comunistas mil veces reiteradas?

El propio Comandante en Jefe del Ejército actual le declaró a la periodista Paula Coddou, en "El Mercurio" de 19.09.20, que el 11 de septiembre "no es para celebrar, porque mantiene a una parte de la sociedad con posiciones encontradas". Lo mismo decía un antecesor suyo, Juan Emilio Cheyre en 2004, haciendo reaccionar al historiador Gonzalo Vial, que "ya venía de vuelta", y escribía en "La Segunda" del 28.09.04, en su artículo "Nada Qué Celebrar", en referencia al 11 de septiembre: "No hubo 'Chile a la cubana'. No hubo guerra civil (500 mil a un millón de muertos, según el general Prats)... ¿Cómo no conmemorarlo? ¿Cómo no celebrarlo? ¿Cómo no... iba a decir '¿cómo no agradecerlo?', pero retiro mis palabras. Los civiles no agradecemos nada". Ése es el problema. Y por eso no tenemos autoridad moral.

Es que en eso ha devenido Chile: un pueblo que para salvarse, de nuevo, depende de que los militares asuman la responsabilidad que los civiles no son capaces de asumir. Y éstos no lo son por su pérdida de coraje, la degeneración de sus costumbres, la degradación de sus valores, la sumisión ante la "corrección política" de izquierda y ante la minoría violenta; y la falta de pantalones del gobernante legal. 

De ahí el intento de destruir la estatua de un general que siempre iba de frente y personificaba el coraje, el patriotismo y el temperamento realizador del chileno del siglo XIX, tan distinto del actual. Este Chile oficial de la corriente dominante, es decir, el Chile de Piñera, carente de toda autoridad moral, no soportó mirarse en ese espejo y prefirió no dar la batalla, rendirse una vez más y huir ocultando de la vista el monumento que tan claramente revela su miseria moral.

domingo, 14 de marzo de 2021

La Entrega de lo Más Sagrado

Sebastián Piñera está dispuesto a entregarlo todo --país incluido-- menos dos cosas: su patrimonio y el protagonismo. Y lo está consumando. "¿Querían la Constitución? Ahí está su Constitución. ¿Querían botar a Baquedano? Yo les saco a Baquedano. Pero déjenme aparecer todos los días en la tele y en los diarios y tener cadenas nacionales en que yo hable a la hora prime de lo que a mí me conviene." Así, él prende el televisor y abre el periódico cada mañana para ver en la pantalla y en el papel lo que más le agrada: su propia imagen. 

En cuanto a su patrimonio, el 72 % está a nombre de sus hijos y nietos en paraísos fiscales y con la bendición de Impuestos Internos. Y el 28 % restante en Chile. Bueno, algo había que dejar acá, pero bien administrado, viendo oportunidades, como cuando él votaba por subir los impuestos en el Senado pero compraba sociedades con pérdidas, que le permitían eludirlos.

"¿Y a Chile, qué le va a pasar?", nos preguntamos muchos (no él, porque no le importa). Bueno, hay que saber qué más pide la izquierda, porque Piñera se lo va a dar. Pero los políticos, incluidos los de izquierda, están tan dedicados al circo ("panem et circenses" decían los romanos que se debía dar al pueblo para que no molestara): elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores regionales, convencionales constituyentes, consejeros regionales, diputados, senadores, presidente de la república y segundas vueltas allí donde se generen, que no tendrán tiempo para nada más que seguir gastando los ahorros nacionales (fondos de jubilación y del seguro de cesantía) este año. Y muchos bonos para la gente de menores ingresos, que ya prefiere no trabajar, pues no lo necesita para vivir (ver la falta de mano de obra en la construcción, "El Mercurio" del 12.03.21). 

Pero eso no le da ninguna certidumbre al país. A nivel más alto nadie sabe lo que va a pasar. A la mayoría, que vive con quinientos mil pesos mensuales y carece de patrimonio fuera de la casa, el futuro no le importa, pues sabe que su situación no puede empeorar. Pero a la minoría, que es la que mueve al país y tiene invertido acá su patrimonio, sí le importa.

A todo esto, la bolsa ha subido y el dólar ha bajado. Es decir, en el mercado bursátil y en el financiero hay gente que sabe cosas que yo, al menos, no sé; y que tiene confianza. ¿Confianza en qué? Pues yo sí sé que se ha perdido la base jurídica de la propiedad y de nuestra sociedad libre, la Constitución; y se ha profanado la estatua de un héroe nacional indiscutido hasta hoy y la tumba del soldado desconocido, revelando el deterioro de lo más sagrado que puede tener una nación, que es el respeto a su propia historia. 

Presagios de la pérdida de la moral ciudadana, que está dejando caer al país en manos de políticos inescrupulosos, delincuentes callejeros, guerrilleros y narcotraficantes. Y se está dilapidando todos los ahorros. Eso es lo que está pasando. Peor: si usted sale de su casa en su auto, no sabe si va a volver en él, y vivo. 

Para mí, nos estamos yendo al diablo y "Chile vuelve a ser Chile" (21.07.20), el país rasca que conocí toda mi vida, hasta que el gobierno militar lo rescató y lo cambió de pelo, como tan bien lo describió Joaquín Lavín en "La Revolución Silenciosa". Pero ahora hasta Lavín se pasó al otro bando y "aprueba" el desastre en curso.

Si algunos arriesgan su dinero apostando a que los hechos actuales presagian un "futuro esplendor" económico, allá ellos, pero me gustaría que compartieran con los demás sus razones, porque yo, al menos, no las veo por ninguna parte. 


miércoles, 10 de marzo de 2021

Contra Natura

Una gota colmó mi vaso y la aportó Paula Narváez, en un panel de TV donde dijo que el gobierno había incurrido reiteradamente en grave abuso de poder al conculcar la libre expresión ciudadana, impidiendo quemar y derribar la estatua del general Baquedano. ¿Qué? ¡Pero si las personas cuerdas están contra el gobierno justamente porque permite que destruyan esa plaza, ese monumento y tantas cosas más! Los lugares comunes se abalanzaron dentro de mi mente: "el ladrón detrás del juez", "el mundo al revés", "¿en qué país estamos?"

Más adelante vi a la misma Paula Narváez avanzar todavía más allá y afirmar que se debería destituir inmediatamente al comandante en jefe del Ejército, por incurrir en una "deliberación política" en un comunicado de su institución con términos ofensivos contra las personas que intentaron incendiar y derribar la estatua del general Baquedano. En eso fue secundada ¡cómo no! por la precandidata presidencial DC, Ximena Rincón, quien además afirmó que, de haber sido ella Presidente, habría ya llamado a retiro al mismo general. ¿No es todo eso locura política rampante?

El único recuerdo anterior que yo tenía de Paula Narváez era de cuando, siendo ministra de Michelle Bachelet II, había inaugurado ante la prensa, en medio de risas y sin ninguna cortedad, una escultura callejera que presentaba un órgano sexual masculino erecto y de gran tamaño. Fue una exhibición de, justamente, una de esas "partes pudendas" del cuerpo humano que en todas las representaciones públicas normales y decentes siempre se ocultan tras una hoja de parra. Pero ella aparecía riendo ante el supuesto horror de las personas pudorosas y, por tanto, menos modernas y evolucionadas. 

Es que históricamente la izquierda extrema siempre ha disfrutado haciendo esos despliegues "pour épater les bourgeois", dicen. Lo logran sobradamente, como en este caso y también recientemente, como parte del revival nacional, cuando han salido sus mujeres masivamente desnudas, algunas de las cuales han protagonizado actos de masturbación pública a los pies de la misma estatua del general Baquedano. Eso fue como ya "la última paletada", tras la cual "nadie dijo nada, nadie dijo nada". ¿Adónde vamos a llegar?

Pero aquel talante de Paula Narváez, al parecer, suscitó la simpatía y coincidencia de temperamentos entre ella y nuestra expresidente y actual alta comisionada de DD. HH. de la ONU, Michelle Bachelet, que hace poco la designó abrupta y oficialmente "a dedo" como candidata presidencial de su partido, dejando una vez más con un palmo de narices a los mismos "varones socialistas" y "panzers" que ya por tantos años han visto defraudados sus abnegados ímpetus por sacrificarse desde la "casa donde tanto se sufre".

¿Está el país horrorizado por lo que sucede? Al parecer no, y eso es lo peor, pues encabeza la última encuesta presidencial el candidato comunista. Damos por sabido que la naturaleza humana demanda libertad dentro del orden, respeta el pudor, venera a sus héroes, defiende la vida. Sin embargo, los chilenos aparecemos consagrando o al menos tolerando una situación donde reinan la impudicia descarada y un clima colectivo caótico, en medio del cual mueren a balazos hombres, mujeres y niños por falta de toda autoridad contra el delito y, más encima, nos aprestamos a votar también contra natura y, en lugar de hacerlo por la vida, preferimos llevar al poder a la misma izquierda cuyos gobiernos ya generaron en el mundo cien millones de muertos.

¿Qué nos pasa? ¿Adónde vamos a ir a parar?

domingo, 7 de marzo de 2021

¿Baquedano en Retirada?

El Ejército comunicó públicamente su proposición de retirar de la Plaza de su nombre la estatua del general victorioso del '79. Como al pie de su declaración el Ejército señaló un correo al cual dirigirse, yo le envié cuatro letras que decían: "Hagan una Parada Militar de Desagravio y pongan una guardia armada permanente". Pues no creo que la retirada hubiera sido acogida de buen grado por el general victorioso, de estar vivo.

El hecho de que las turbas que hoy controlan el país se hayan ensañado impunemente con el monumento dice mucho sobre cuánto hemos cambiado los chilenos del siglo XXI en relación a los del siglo XIX. Un comentarista magallánico, Claudio Morán, ha enviado un video, que ha circulado mucho en las redes, y en el que dice, precisamente, que los de hoy somos "cobardes y timoratos", por comparación con los del '79, que empuñaron el corvo y, tras beber "chupilca del diablo", se tomaron en 45 minutos el fortificado Morro de Arica.

Incluso parece que los del '73 todavía eran distintos. En plena UP los miristas pintarrajearon e intentaron destruir una estatua de O'Higgins en la plaza de San Antonio y entonces, sin preguntarle a nadie, el teniente coronel Manuel Contreras, comandante de la Escuela de Ingenieros de la vecina Tejas Verdes, según me ha informado su hijo, fue con un destacamento y una grúa del regimiento, alzó la estatua de O'Higgins y la instaló en la plaza de Llo Lleo, frente a una comisaría, disponiendo de ahí en más una guardia armada permanente, de modo que nadie se atrevió a hacerle nada. Porque todavía bajo la UP se respetaba al Ejército y a Carabineros. Y el gobierno de Allende prefirió no decir nada.

Yo no he perdido totalmente la fe en los chilenos cobardes y timoratos de hoy y pienso que, así y todo, una mayoría se va a atrever por lo menos a votar y elegir bien, es decir, a un presidente capaz de restablecer el orden y la legalidad; y va a impedir que se sacrifique la Constitución bajo la cual hemos vivido los mejores treinta años de nuestra historia, para así volver a situar a Chile a la cabeza de América Latina en crecimiento y tranquilidad y con una Araucanía feliz. Es decir, reconstruir lo que fue el legado de Pinochet y que sus herederos en el mando, los políticos, se han dedicado tan metódicamente a despilfarrar.

jueves, 4 de marzo de 2021

Efeméride de una Traición

Hoy se cumplen treinta años de la mayor traición política del siglo XX. Pues en esta misma fecha de 1991 el presidente Aylwin presentaba el informe de la "Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación", que no logró ninguno de esos dos propósitos, sino que culpó a los uniformados de violar los derechos humanos y exculpó de toda violencia a sus "víctimas", el comunismo y el socialismo..

Lo presentaba el mismo Patricio Aylwin que en 1973 acusaba a la Unidad Popular de aprestarse, "a través de milicias muy fuertemente equipadas y que constituían un verdadero ejército paralelo, para dar un autogolpe y asumir por la violencia la totalidad del poder". Pero el mismo Aylwin veinte años después, en 1993, decía: "Yo nunca pensé que la Unidad Popular como tal, ni menos Salvador Allende, estuvieran interesados en dar un golpe y establecer una dictadura". Digite Aylwin en youtube y va a aparecer diciendo ambas cosas contradictorias. 

Pues en 1973, despues, del "11", cuando se producía el 57 % de las muertes del período 73-90, se negaba a condenar a los militares y argumentaba: "Es muy fácil convertirse en juez de otros que están peleando, mientras uno está cómodamente sentado en el escritorio. Yo no me siento con autoridad moral para juzgar si han sido excesivos o no, porque lo cierto es que han tenido muchas bajas y han recibido la acción". Es que los militares todavía no habían derrotado por completo a la violencia extremista.

Pero en 1993, tal como al 80% de los chilenos, se le había pasado el miedo y a él también ya le habían lavado el cerebro mediante la repetición de las consignas izquierdistas. Era otra persona. Había recuperado ampliamente su "autoridad moral" para condenar ante el país y el mundo a los militares que en 1973 le habían salvado la libertad y posiblemente la vida. Ya se había publicado ampliamente el Informe Rettig. Este documento lo había presentado él el 4 de marzo de 1991, derramando públicamente lágrimas por los caídos de la izquierda, a la cual pidió perdón (sí, lloró urbi et orbi). Y, desde luego, también había exculpado completamente a la izquierda por las 423 víctimas caídas a manos de su terrorismo, transformados sus agentes, por obra del Informe Rettig, en "particulares obrando por motivaciones políticas". Bien podrían haber sido los violentistas armados, entonces, hasta los socios del Club de la Unión. En eso había transformado Aylwin las "milicias fuertemente armadas" de la UP de 1973 y que "constituían un verdadero ejército paralelo".

Pero para perpetrar su traición a los militares necesitaba de la complicidad de la derecha, que también los había llamado a tomarse el poder junto con él. Sondeó al senador Francisco Bulnes para integrar la Comisión Rettig, pero éste se negó; luego a Ricardo Rivadeneira, que había sido presidente de RN, pero éste tampoco se prestó. Finalmente, el historiador Gonzalo Vial aceptó, pero diez años después se había arrepentido y convertido en la mejor espada defensora de los militares a través de sus columnas en "La Segunda". Desde luego, Vial destrozó el Informe Valech de 2005, el segundo gran instrumento de lavado de cerebros y de falsificación de la verdad histórica posterior al Informe Rettig. 

En todo caso, el decreto de Aylwin que convocó a la Comisión Rettig era inconstitucional, pues la llamaba a conocer de supuestos delitos, lo cual está reservado por el artículo 73 de la Constitución "exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley". Pero Aylwin tenía en ese tiempo amplio respaldo para violar la Carta y de hecho también lo hizo cuando, arrogándose facultades judiciales, se avocó a los procesos en curso y escribió a la Corte Suprema para que no aplicara la ley de amnistía a uniformados sino sólo al final del juicio. Así los podía tener "desfilando por los tribunales", donde eran insultados y agredidos por extremistas que habían sido, a todo esto, llenados de dinero por el mismo Informe Rettig y podían permitirse el ocio necesario para pasear en busca de gente decente a la cual denostar.

Pero en ese mismo año 1991 el pleno de la Corte Suprema, por unanimidad, rechazó el Informe Rettig, tachándolo en el sentido de que "no trepida en violentar el ámbito de sus atribuciones", de que "recurrió a una cita maliciosa en perjuicio de los tribunales" y de que, "extralimitándose en sus facultades" emitió un juicio "apasionado, temerario y tendencioso, producto de una investigación irregular y de probables prejuicios políticos". Claro, en ese tiempo los jueces supremos todavía eran independientes y no había sobrevenido la ola de nombramientos de extrema izquierda, los cuales en la actualidad son dueños y señores. Así es que hace treinta años todavía los fallos se ceñían a la Constitución, las leyes y el mérito del proceso. Bajo ellos, por ejemplo, no habría podido tramarse una falsificación tan burda como la del "caso Frei", que nos ha preocupado sin fundamento real y sólo por motivaciones políticas (o económicas) ya por los últimos veinte años.

Con todo, el Informe Rettig cumplió el propósito estratégico de Aylwin, que fue el de exculpar de la violencia a comunistas, socialistas, miristas y a la extrema izquierda en general, transformándolos en "víctimas" y llenándolos de dinero y prestaciones gratuitas, para que no desataran la  revolución bajo su administración y para desprestigiar a los militares. 

Pero eso implicó que la Comisión Rettig no cumpliera ninguno de los propósitos explícitamente indicados en su nombre: "Verdad y Reconciliación". Pues falsificó la historia, dividió como nunca antes a los chilenos y desmoralizó a la que siempre fue la última reserva moral del país: el conjunto de sus Fuerzas Armadas, Carabineros y Policía Civil, entidades hoy ampliamente sobrepasadas, diariamente insultadas y agredidas en medio de la violencia que se ha apoderado impunemente de todos los ámbitos de la vida nacional.

lunes, 1 de marzo de 2021

¡Estos Democratacristianos...!

Voy a comentar la alta traición de Aylwin, conocida como "Informe Rettig", con ocasión de su 30° aniversario, el 4 de marzo, aunque alguna prensa se ha adelantado ya a celebrar la vergonzosa efeméride. También el desenlace del "caso Frei" está dejando en evidencia lo que el derecho significa para la DC. Pero hoy no puedo dejar de referirme a un simpatizante del partido de Aylwin y ex juez de la Corte Suprema, Carlos Künsemüller, a quien "El Mercurio" le ha dado, con motivo de su retiro, una entrevista de casi una página con fecha 21 de febrero y un editorial de homenaje y lavado de imagen el día 23. 

En la entrevista Künsemüller dice: "La Constitución consagra el principio de legalidad: no hay delito ni pena sin ley. También consagra el principio de irretroactividad: no hay delito ni pena sin ley previa, y el principio de tipicidad...la conducta, para poder ser penada, debe estar expresamente descrita en la ley". Pero nada de eso que dice profesar lo respetó él como integrante de la sala penal de la Corte Suprema, perseguidora implacable de militares a través del desconocimiento de leyes expresas que los favorecían. El posterior editorial en su homenaje, del mismo diario, completa el lavado de imagen de Künsemüller, sobre todo cuando menciona el "valioso aporte a la Corte Suprema de figuras como el ministro saliente". 

No es necesario probar la prevaricación (delito de desconocer leyes expresas) en que incurrió reiteradamente la Corte Suprema que él integraba, porque el pleno de la misma la confesó públicamente en su oficio 33-2015, al decir que "en Chile... la legislación sustantiva no contiene delitos adecuados a esa realidad (nota mía: la realidad de que era políticamente necesario condenar a los militares "a como diere lugar") pero por sobre todo, en lo procesal las instituciones tradicionales inhiben o impiden la investigación, como lo son, por ejemplo, la territorialidad y la retroactividad de la ley penal (nota mía: debió decir "irretroactividad", pero la sintaxis no es el fuerte de nuestros jueces rojos ni de los kerenskys que se les pliegan) como así también las disposiciones sobre amnistía".  

Es decir, el pleno de la Corte Suprema reconoció públicamente que prevaricaba. Pero en su entrevista de lavado de imagen Künsemüller, citando al penalista Carrara, nos explica: "Cuando la política entra por la puerta, la justicia sale huyendo por la ventana". Exactamente lo que sucedía cuando él estaba en la Corte Suprema y votaba políticamente, haciendo que "la justicia saliera huyendo por la ventana". 

Pues el distinguido jurisconsulto y catedrático firmó, siendo integrante de la segunda sala (sala penal) de dicha Corte Suprema, fallos como el que condenó a DOCE AÑOS de presidio al entonces (1973) joven teniente Hernán Ovalle Hidalgo, por sentencia de 22 de octubre de 2007, rol 506-2007, por haber leído en el mismo año 1973, en la industria intervenida Manufacturas Textil Sumar, una nómina de personas que iban a ser trasladadas, tres de las cuales con posterioridad fueron halladas muertas. Hasta hoy no se sabe quiénes les dieron muerte, luego no hay autores de los delitos. Ovalle no sabía adónde iban a ir las personas de la nómina, que no confeccionó; ni menos sabía la suerte que podían correr. No hay una sola prueba de que hubiera tenido algo que ver con su destino, pero el juez rojo de primera instancia le impuso cinco años por leer esa nómina, delito inexistente en nuestra legislación. Luego la Corte de Apelaciones roja le aumentó la pena a doce años y la sala penal rojo-kerensky de la Corte Suprema, contraviniendo todos los preceptos que dice respetar Künsemüller y con el voto de Künsemüller, le mantuvo los doce años, que íntegramente ya cumplió.

En otro caso la sala penal condenó a cinco años al coronel Carlos Massouh Mehech por haber estado en un recinto en que otro oficial ordenó la ejecución de tres personas. Jueces no-rojos de primera instancia y de la Corte de Apelaciones absolvieron, por supuesto, a Massouh, que nada había hecho. Pero la implacable sala penal de la Suprema, integrada por reconocidos jueces rojos como Milton Juica y Haroldo Brito, y también por Lamberto Cisternas, Rosa Etcheberry y Künsemüller, lo condenó a cinco años por un delito de su creación, "estar ahí".

Pero el ministro Cisternas, que había sido subsecretario del Gobierno Militar, no obstante lo cual después muchas veces "se dio vuelta la chaqueta" para condenar ilegalmente a militares, esta vez no pudo, ¡ya era demasiado!, y votó por absolver a Massouh diciendo: "No se logró demostrar de manera indubitada el reproche penal atribuido a la conducta desplegada por el acusado". Pero la mayoría rojo-DC prevaleció, creó el nuevo delito de "estar ahí" y mandó a Massouh a Punta Peuco. 

Todos estos antecedentes los obtuve del libro "Prevaricato" de Adolfo Paúl Latorre, páginas 20 y 21. 

Marche, pues, con la frente en alto Künsemüller, de vuelta a la cátedra y al ejercicio de la profesión, después de haber masacrado durante trece años todos los principios y preceptos jurídicos en los que dice creer y que afirma defender y respetar. ¡Loor a un jurista chileno de verdad!