El Comunismo Siempre Destruye Valor

¿Usted cree, por ventura, que algún grupo económico internacional dedicado a la educación invertiría ahora siquiera un dólar en adquirir el control de alguna universidad chilena, como más de uno lo hiciera en décadas anteriores? ¿Usted cree que algún grupo económico chileno desearía ahora tomar el control de alguna universidad chilena, como lo hiciera en años pasados? ¿Usted cree que alguna de ellas vale lo mismo hoy que hace unos años atrás? ¿Usted cree que los liceos de excelencia tomados en Providencia valen hoy lo mismo que antes de que se los tomaran? Ese valor es importante, porque en mi propuesta educacional para el país yo propiciaba licitar todos los establecimientos estatales de enseñanza al mejor postor.

¿Usted cree que hoy un fundo en Ercilla, otro foco de la revolución comunista, vale hoy lo mismo que hace una década o dos? ¿Usted cree que Chile vale hoy, como país, más o menos que antes, cuando todavía muchos no se habían dado cuenta de que aquí impera una justicia de izquierda que no respalda los derechos y que dejó sin efecto todas las expulsiones de alumnos decretadas en Providencia, tras las tomas el año pasado; la misma justicia que ha paralizado indispensables proyectos eléctricos y que mantiene a decenas de presos políticos debido al desconocimiento rampante, propiciado por el comunismo y acogido por los jueces, de leyes actuales y vigentes?

En Chile está en curso una revolución comunista que se apoderó de la justicia y tiene sus principales focos en la Educación en general y en la Araucanía en particular. Además, aprovecha todos los otros focos ocasionales que se le puedan presentar.

A la vez, no hay gobierno; o, lo que es lo mismo, hay nominalmente uno que carece por completo de energía y autoridad, cuyo presidente quiere estar bien con y con el Diablo, pero más con el segundo; y que consuma disparates tan grandes como el de haberse restado a sí mismo toda efectividad, a través de una ley suya de 2010 (la 20.467), la misma que le permite a Pitronello estar tranquilo en su casa pese a haber comprobadamente hecho estallar una bomba terrorista.

Es que en 2010 gobernante sin autoridad quería congraciarse con subversivos rojos en huelga de hambre, en la Araucanía, que habían perpetrado actos terroristas. Después de ese desarme unilateral, ¡qué le han dicho a la justicia de izquierda! Requiem para la ley antiterrorista.

En la educación, el equivalente a esa derogación de hecho está teniendo lugar mediante la legislación que se prepara contra el lucro. La carta de la senadora Ena von Baer de hace un par de días en "El Mercurio" lo dice todo acerca de los peligros para la enseñanza particular de cualquier nivel, que envuelven los proyectos en curso. Ellos son un pilar básico de la estrategia comunista y van a ser consagrados, como siempre, con el concurso de los Kerensky, cuyas abstrusas posturas se pueden encontrar en una carta del senador Ignacio Walker, de otro par de días antes, en el mismo "El Mercurio". Los Kerensky, que hace décadas se sumaron prestos a la masiva destrucción de valor en nuestra agricultura, que la revolución comunista posterior acentuó, ahora colaboran en lo mismo, pero respecto de la educación.

Debería ser lectura obligatoria en Chile una novela de un escritor canadiense llamado Nicholas Monsarrat, "La Tribu que Perdió la Cabeza", título que uno de esos traductores al castellano que todos hemos sufrido convirtió en "La Tribu sin Cabeza", Ediciones Selectas, Buenos Aires, 1958. "It's all there" ("todo está ahí"), como me dijo una vez Margaret Thatcher, refiriéndose a las obras de Hayek.

Pues la tribu chilena ha perdido la cabeza. Tanto, que parece que pronto va a traer de vuelta a la ex ayudista del MIR ahora residente en Nueva York y que vendrá recargada, 3.0, porque si en su pasada administración la contuvo Andrés Velasco (un tipo decente, al cual el país le debe más de lo que cree), ella ahora viene a poner en práctica sus propias ideas. Demás está subrayar lo peligroso que puede ser eso.

Por ahora, sigamos contemplando cómo el comunismo destruye más y más valor, con la inestimable ayuda de los Kerensky y gozando de la impunidad que le garantizan una completa falta de autoridad y una judicatura cooperadora de la revolución.