Acudí al salón de honor del Congreso Nacional a raíz de una invitación de los presidentes del Senado y la Cámara donde se me decía que, conmotivo del bicentenario de la institución, habría un acto en que "se reconocerá a ex diputados y senadores por su valioso aporte".
Yo alcancé a ejercer como diputado sólo 122 días, entre el 21 de mayo de 1973, en que juré, y el 20 de septiembre del mismo año, en que me enteré por los diarios de que el Congreso había sido clausurado. Así es que consideré exagerado que se me invitara en la misma condición de otros ex parlamentarios que cumplieron períodos completos. Pero, como la invitación decía "se reconocerá", pensé que podría tener lugar la entrega de una medalla conmemorativa, que hasta podría ser de oro, de ésas que, cuando uno se muere (si es que no se la han llevado antes los ladrones en un asalto domiciliario) llevan a los deudos a pensar que el causante puede haber sido una persona de importancia.
Pero no nos dieron ninguna medalla, pese a que el centenar de ex parlamentarios (y el resto de los asistentes) tuvimos la paciencia de oír cuatro discursos que duraron tres horas en conjunto y de asistir a un acto gimnástico-folklórico (de difícil interpretación) ante el frontis del edificio del Congreso.
Estando en dicho frontis leí, al otro lado de la calle frente al Congreso, un gran letrero de un comercio que ofrece "frenos de aire - 'suspenciones' (sic) - neumáticos" para buses, camiones y rastras. Me pregunté por qué, en todos estos años, nadie del Congreso se habrá preocupado de que la falta de ortografía no siga allí, sobre todo si tantos visitantes extranjeros asistentes a actos solemnes, como las transmisiones del mando presidencial, se deben haber enterado de esa prueba de las falencias educacionales de los chilenos. Peor aún, me pregunté si algún parlamentario se habrá siquiera dado cuenta de la falta de ortografía; y si así ha sido, por qué en 21 años ninguno ha tomado la iniciativa de sugerir que se corrija. ¿No retrata eso de cuerpo entero nuestra falta de instrucción y/o nuestra desidia nacionales?
En fin, sea como fuere, el discurso del presidente de la Cámara, Patricio Melero (UDI) fue respetuoso y moderado. El del Presidente de la República también se encuadró en los marcos de la urbanidad, si bien no pudo menos de contener una alusión a los parlamentarios muertos por la violencia política (dos socialistas, un comunista y un UDI) alusión en la cual, como era de esperarse de su persona, se abstuvo de precisar que los tres primeros pertenecían a partidos marxistas que fueron precisamente (y en el caso del tercero todavía es) los principales promotores de la violencia política armada en Chile. El tercer discurso, del vicepresidente de la Unión Interparlamentaria, un representante uruguayo, resultó adecuado y pertinente. Y el cuarto, del presidente del Senado, Guido Girardi, fue una odiosa diatriba, que desvirtuó por completo el acto en cuanto encuentro respetuoso y civilizado de personas de distintos pensamientos y corrientes partidarias.
Constituyó, por tanto, un abuso flagrante a costa de una concurrencia cautiva, que no podía replicarle, parecido a los que el mismo Girardi ha perpetrado a expensas de la oficina de correos de la Cámara, cuando era diputado; o del financiamiento público de gastos electorales, cuando fue candidato; o de senadores adversarios suyos, al sobornar a un testigo falso, con el fin de acusarlos de hechos oprobiosos en que no habían incurrido.
El acto del Bicentenario del Congreso nos mostró, en buenas cuentas, aspectos muy representativos del país real, algunos de los cuales no son nada de enorgullecedores.
A mi me gustó el discurso; más allá de nuestras posturas políticas (no estoy de acuerdo con el parlamentario), lo "políticamente correcto" ya aburre, faltan más discursos menos conservadores y que pretendan que el país está bien con cifras que la mayoría de la gente ni siente.
ResponderEliminarFue el discurso más "divertido" de escuchar por lejos, en comparación a los clichés baratos e insípidos que hubieron en los demás discursos.
Saludos.
Pero Ud. esperaba otra cosa de Girardi? Es el típico representante del político, corrupto, abusador, sinvergüenza, por algo sus pares lo han elevado al sitial que ocupa, los representa dignamente. Por algo la clase política está tan desprestigiada.
ResponderEliminarNo le pida peras al olmo. Cree que los parlamentarios se dan cuenta del error ortográfico? Si algunos apenas saben leer.
"Por algo la clase política está tan desprestigiada."
ResponderEliminarDudo don hunter que girardi sea un politico desprestigiado, yo creo que debe ser bastante popular
Valeshit también es popular... eso no significa mucho.
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