En "El Mercurio" de ayer 27, el columnista Agustín Squella escribía que la Alianza, cuando el entonces presidente Lagos presentó el proyecto que creaba el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, votó en contra de la idea de legislar. Cuando Lagos repuso la iniciativa, la Alianza sólo accedió a votarla a favor cuando el presidente le garantizó que no se crearía un ministerio, "una figura que temían se prestara para el dirigismo estatal de la cultura".
Con toda lógica, Squella se pregunta cómo votará ahora la Alianza el proyecto del presidente Piñera, anunciado el 21 de mayo, de crear ese ministerio de la Cultura.
Evidentemente el columnista cree que la política es, en Chile, un menester serio, en circunstancias que nunca lo ha sido. Una antigua costumbre política chilena es la de "adorar lo que ayer se ha quemado y quemar lo que ayer se ha adorado"; o, dicho en lenguaje criollo, "darse vuelta la chaqueta", sin que ello tenga la menor gravedad ni ninguna consecuencia. Pues lo que los chilenos esperamos de los políticos es, precisamente, que no sean serios.
Por una cuestión de principios, la Alianza debería ser opuesta a la existencia de este ministerio, pues evidentemente eso atenta contra la libertad cultural del país, siendo obvio que el gobierno de turno va a utilizar ese aparataje burocrático para hacer proselitismo político e ideológico. Pero, si fuera por consideraciones de principios, de partida la Alianza no habría podido llevar como candidato presidencial a Sebastián Piñera, un político de ideas de centro-izquierda ("soy partidario de un Estado fuerte y poderoso, que controle, regule, norme y supervise"); cuyo criterio de evaluación histórica es diametralmente opuesto al de la Alianza, pues los partidos de ésta apoyaron al gobierno de Augusto Pinochet y votaron "sí" en el plebiscito de 1988, para reelegir a éste, mientras Piñera ha declarado que considera a ese régimen como "el peor de la historia de Chile" y votó "no" en dicho plebiscito; es un gobernante populista, en el sentido de que sus acciones y sus palabras están determinadas por lo que señalan las encuestas y no por lo que dictan ideas o principios (caso representativo: Barrancones; notoria excepción: HidroAysén, pero ¿cuánto durará su fidelidad al interés nacional?); y, en fin, un presidente que habla el lenguaje de la Concertación (llama a los presos políticos uniformados "violadores de derechos humanos", igual que los comunistas; se congracia constantemente con gente de izquierda, como Girardi o los diputados comunistas; declara que Volodia Teitelboim, el principal testaferro chileno del Kremlin y autor de loas literarias a Stalin, fue "un gigante de la historia de Chile"); y, en fin, actúa en cuanto presidente como lo habría hecho uno de la Concertación, que lo considera como un usurpador de sus banderas, lo cual justifica que muchos cataloguemos al suyo como "V Gobierno de la Concertación".
¿Entonces? Entonces Agustín Squella podrá comentar más adelante cómo la Alianza votará a favor, esta vez, del ministerio de la Cultura; la Alianza va a explicar lo inexplicable, pues ya lo ha hecho otras veces; la defunción de la derecha chilena resultará una vez más confirmada y certificada; el Estado, "el más rico de Chile", será todavía más grande, burocrático y gastador; los artistas e intelectuales de izquierda recibirán todavía más fondos de estímulo, premios y financiamientos que en la actualidad (a veces les faltan nombres para los galardones que se autoadjudican); y el común de la gente estará feliz, porque todo chileno cree que la solución de todos los problemas no reside en hacer algo concreto y eficaz para arreglarlos, sino en dictar una ley o crear otro ministerio, es decir, en que el Estado gaste más y contrate más gente, para que todo siga igual.
en estados unidos el estado es fuerte y poderoso y regula, controla, norma y supervisa ¿son ellos tambien de centroizquierda?
ResponderEliminarY no veo que dificultades tendra la alianza para "explicar lo inexplicable" usted lo hace repetidamente en este blog
En Valparaíso escuchar la palabra CULTURA, eriza los pelos.
ResponderEliminarEn mi barrio aparecieron como callampas gallá cultural que dá miedo. Especímenes deprimentes que sobreviven gracias a los aportes culturales, dádivas obtenidas en los veinte años de gobiernos de izquierda.
Estos son los "hijos" de Lagos y Bachelet, los frutos de la política cultural del "factótum" de Lagos, Agustín Squella.
Una ciudad llena de títulos que da pena.
Cualquiera "cosa" es arte. Se toman la ciudad, son dueños de la noche y aonámbulos diurnos. Son los que protestan y apedrean a nuestros uniformados.
Conocida es la aversión de Squella a todo lo que huela a uniforme. Llegando incluso a compararlos con los uniformes verde olivo de los terroristas cubanos.