Las situaciones que ha vivido el Presidente en las últimas semanas han llevado a su gabinete a sesionar cuatro horas para analizarlas y han provocado una generalizada controversia entre sus partidarios. El senador Allamand, en "La Segunda" de hoy, le pide "que se encuadre un poco mejor en el rol presidencial" y "que se olvide de la parka roja y se la deje a sus ministros e intendentes".
Pero pedir eso es no conocer a Sebastián Piñera. Él es y se siente un "protagonista". Este acertado adjetivo se lo adjudicó un moderado columnista de centroizquierda, Agustín Squella.
Hemos visto durante dos años a Sebastián Piñera sumergiéndose como buzo (y haciendo comentarios insólitos al respecto, que habrían hecho las delicias de una prensa más inquisitiva que la nuestra); con casco de soldado arriba de un tanque, vestido de huaso galopando en la más vistosa yegua de criadero, pilotando un helicóptero (aunque la vez en que cayó entre las ramas de los árboles en Lago Ranco la misma poco inquisitiva prensa chilena minimizó el incidente); dominando una pelota en una cancha de fútbol, jugando tenis, vestido de bombero con casaca y un casco enorme que insistía en caérsele... para no hablar de las ocasiones en que ha debido ser salvado de caídas graves, como cuando fue sostenido a punto de deslizarse por una explanada al cauce del río Mississipi o tras saltar de un muelle para aterrizar precariamente en diferentes barcos en nuestros puertos. En fin, parece inevitable que siga monopolizando las cámaras con su casaca roja en las más diversas situaciones.
Él es un protagonista porque quiere y le nace serlo. Está en su naturaleza. Eso no va a cambiar. ¿Es bueno o malo para su imagen? No lo sabemos. Se habla de que en el prolongado consejo de gabinete último se dio a conocer una encuesta "flash", y como todos los comentarios de sus más próximos son de preocupación, podría haber sucedido que ella no le hubiera sido favorable, pero no se ha publicado y la poco inquisitva prensa chilena no ha podido enterarnos de ella.
Lo más injusto de todo es que parte de las críticas surgidas alrededor de todo esto se dirijan contra la vocera de gobierno, Ena von Baer, por no defender con más vehemencia al mandatario. Pero ¿cómo podría defenderlo? ¿Diciendo que se veía muy bien con casco de bombero? ¿Declarando que Bielsa es "un roto", como lo hizo la hija de Piñera? Parece que eso sería lo peor, tanto que la propia hija referida tuvo que retirar y sustituir el término que había empleado.
La vocera de gobierno es una persona seria y honesta y desempeña su papel encuadrada en esas características. Lo peor que podría hacer sería salirse de ellas, porque ahí sí que dejaría de inspirar confianza (por algo está bien evaluada en las encuestas que hay).
Concedamos a la realidad su propio peso, y ella nos indica que tenemos un gobernante con la personalidad que le conocemos. Eso no va a cambiar fundamentalmente. Sí puede cambiar marginalmente. Tal vez podría moderar sus ímpetus protagonísticos.
Otra cosa que no va a cambiar son los conflictos de intereses que lo rodean. Ya no cumplió con deshacerse de todas las vinculaciones de negocios que los provocaban. Él piensa que no los hay en el hecho de ser dueño de Colo Colo, pero en estos días ha quedado acreditado que sí los hay. Y ni siquiera considera deshacerse de sus acciones de Blanco y Negro. Dice que tiene "su alma en Colo Colo" (olvidando que antes era hincha de la Católica). Parece creer que nadie se ha dado cuenta.
Ni el protagonismo ni esos conflictos y contradicciones van a desaparecer, para bien o para mal. Y más valdría que sus partidarios se fueran acostumbrando a lidiar con las consecuencias que ello trae y seguirá trayendo inevitablemente consigo.
No lo sigue muy atrás el ministerio del interior, que haciendo equipo con el Presidente pasan a llevar a la vocera constantemente. Los dos tienen que tener la última palabra siempre. No se entiende porque Piñera tiene que hablar de todo, especialmente porque esa es una de las razones que lo hace meterse tanto en la pata de los caballos.
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