El ministro de Minería tenía toda la razón para lanzar una carcajada cuando el senador Lagos Weber decía que se les debía aumentar los impuestos a los más ricos todavía más de lo que proponía el Gobierno, porque la situación era para la risa.
En efecto, ésa ha sido siempre la postura de la izquierda, pero en los últimos gobiernos de ésta quedaron a cargo de la parte económica ministros técnicos, como Eyzaguirre y Velasco. Ellos comprendieron que subiendo los impuestos no se favorece el crecimiento, que es el mejor remedio contra la pobreza. Su única concesión demagógica fue retroceder frente al proyecto de royalty del senador Lavandero. Y precisamente por no caer en la demagogia el ex ministro Andrés Velasco recibió la dura crítica de su compañero de gabinete, Francisco Vidal, un político de izquierda neto. Afortunadamente la Presidenta renunció a su propio predicamento y respaldó al primero.
Pero ahora hay una situación risible: un gobierno que dice no ser de izquierda, pero va más allá que los anteriores que sí lo fueron, subiendo los impuestos. Incluso en el orden valórico también va más allá, patrocinando las uniones de hecho.
El propio Golborne lo ha declarado en "La Segunda" (08.07): "Efectivamente, parece el mundo al revés. ... Hoy vemos un Presidente claramente con la gente, parlamentarios ... planteando situaciones que quizás no son tradicionales para la derecha, como resolver las uniones de hecho, plantear alzas tributarias..."
Por supuesto, ya no están a cargo los responsables como Eyzaguirre y Velasco, que se negaron a sacrificar el crecimiento en aras de la demagogia. Y tenemos lo que Golborne llama "una derecha moderna". Lástima que es tan moderna que ya parece izquierda. En esa competencia, por supuesto, siempre será mejor el producto genuino, de modo que los izquierdistas le replican a esa "nueva derecha": "su impuesto y otro tanto más". Y todo queda en nada. Es lo que está pasando y lo que anunciaba Lagos Weber cuando fue interrumpido por la justificada carcajada de Golborne.
Está probado que los impuestos a las empresas y las personas anunciados por Sebastián Piñera no son necesarios para financiar la reconstrucción. Se le puede haber hecho creer a la gente que lo son, pero eso no es verdad. El rico Estado chileno tiene recursos de sobra para financiarla. Si el tema hubiera estado entregado a los ministros técnicos, Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine, no me cabe duda de que no se habría vuelto a castigar a los contribuyentes y no se habría subido ningún impuesto, agrandando al Estado, sino que se habría recurrido a los enormes recursos de éste, achicándolo. Pero el Gobierno lo conduce un político, Sebastián Piñera, de la "centroderecha moderna", que copia de la izquierda en lo económico y también en lo valórico, subiendo impuestos, agrandando el Estado y debilitando la familia, al consagrar las "uniones de hecho". Y sus ministros técnicos deben agachar la cabeza, salvo Golborne, por supuesto, que lanza una
carcajada.
Muy justificada, porque si todo eso es un ideario de centroderecha, la cosa es simplemente para la risa.
Les van a subir los impuestos a la misma gente de su coalición que se hizo la plata trabajando en el gobierno de forma curiosa.
ResponderEliminarRealmente es para la risa, el gobierno se comporta como la izquierda, y ésta por su parte defiende a las grandes empresas....
ResponderEliminarEl problema es que cuando la izquierda esta en el poder, se comporta como lo que es, al final siempre estaremos gobernados por la izquierda o sus valores e ideas.