En 1989 compré once hectáreas en $10 millones, en un remate judicial en San Vicente de Tagua Tagua, porque un norteamericano había dicho (y me hizo sentido) "compren tierras, porque ya no las están fabricando".
Un agricultor local y amigo me la sembró de maíz, pero después de dos años en que "me salió más cara la vaina que el sable", decidí arrendarla. El dueño de un molino cercano se interesó. Era especialista en maíz y me pagaba $3 millones al año, más los derechos de agua, y yo pagaba las contribuciones, que hasta el año pasado eran $731 mil pesos anuales.
En 2019 se presentó una firma, de nombre inglés que me ofreció cinco veces más de arriendo, es decir, más de $15 millones. Iba a poner paneles solares en la propiedad y venderle energía a una compañía distribuidora eléctrica. Pero en los primeros tres años me pagaba apenas un millón, mientras instalaba los paneles. Acepté. Todo se cumplió hasta que mi hermano Estado, que se mete en todos mis asuntos y me cobra cada vez que gano algo, la semana pasada me mandó una carta a través de su oficina regional de Impuestos Internos, dándome una noticia buena, una mala y una fea.
La buena era que había tasado mis once hectáreas y ahora valen, según él, casi un millón de dólares (casi ochocientos millones de pesos).
La mala era que desde 2024 mi hermano Estado me va a cobrar por contribuciones de bienes raíces más de $8 millones de pesos, es decir, once veces más que el año pasado.
Y la fea era que había rebautizado mi predio, el cual siempre se llamó "Migajón de la Fuentecilla", como "Parque Fotovoltaico El Cardenal".
Pero yo, a mi vez, le tengo a mi hermano Estado una noticia peor: los paneles del Parque Fotovoltaico no pertenecen al bien raíz, sino que son de la firma con nombre inglés, que en los últimos años vendió sus derechos a una española y ésta a otra también europea. El arrendatario puede llevarse en cualquier momento todos sus paneles solares. No son parte del bien raíz. Mi hermano Estado va a tener que rebajar su tasación.
Se viene un juicio. Los peritos dirán cuánto vale la tierra y cuánto los paneles solares. Y cuánto deben ser las contribuciones. Voy a pelear con mi Hermano Estado, eso es seguro. Se pasó de codicioso y se equivocó una vez más. Pero con la dictadura judicial actual, cualquier cosa puede pasar.