Hay sólo una fecha más importante que el 11 de septiembre en la historia de Chile: el 18 de septiembre.
Hoy celebramos una efeméride, el 50° aniversario del día en que Chile se salvó del comunismo. Éste, en muchos países, significó setenta o más años de esclavitud. El 11 de septiembre de 1973 nos salvamos de eso. Desgraciadamente, por el hecho de que la Junta Militar nos legó, y desde un principio estableció, una sociedad libre, Chile no ha podido emanciparse del comunismo. Éste, que abusa de la libertad y prospera destructivamente bajo ella, es el mayor obstáculo para un verdadero progreso y la reconciliación.
Pero quienes hemos permanecido indemnes al contagio comunista celebramos hoy alborozados la instalación del régimen que hace 50 años derrotó a la dictadura del proletariado y nos elevó, del último lugar del hemisferio, en que nos tenía ésta, al primero. Nos sacó del hambre y del "tenemos harina para pocos días más" (Allende, 07.09.73), y nos legó una sociedad con sobrepeso. Nos dio diez años más de vida y diez centímetros más de estatura. Pero no logró vacunarnos de por vida (en aras de la libertad que nos legó a todos) contra el principal flagelo: el comunismo.
Las personas libres sufrimos, en realidad, demasiadas deserciones, desfallecimientos y caídas en el error (Piñera) como para celebrar. Para muestra un botón: El Mercurio, que fuera uno de los baluartes del gobierno militar, editorializó ayer así, hoy increíblemente sometido a una consigna roja: "...la iniciativa más relevante y consensual: el plan nacional para la búsqueda de más de mil detenidos desaparecidos cuyos cuerpos no han sido hallados. Sus muertes y el dolor infligido a sus familiares al no poder siquiera tener un lugar donde honrar sus restos interpelan a todos los chilenos y demandan agotar los esfuerzos para saldar esta grave deuda." Increíble, pues todo eso es falso.
La verdad, documentada durante el gobierno militar (Suzanne Labin, "Chili: le Crime de Résister", p. 243) hubo 651 casos de personas cuyo paradero se ignoraba. Todos los demás fueron "creados" (incentivos económicos) después del 11 de marzo de 1990, tras la traición de Aylwin II, perseguidor de militares y un personaje totalmente distinto de y opuesto a Aylwin I, gatillador del golpe y defensor de los militares. Cada uno de los 651 desaparecidos de responsabilidad del gobierno militar fueron explicados por el ex director de la DINA, Manuel Contreras (ya preso), en los años 90. Sólo era preciso identificar los restos que yacen en el Instituto Médico Legal, Cementerio General, Universidad de Chile. ¿Por qué no se ha hecho en 33 años? Por desidia oficial. Porque al comunismo no le interesa la verdad, sino su consigna. Un solo caso obligadamente se investigó: el de Charles Horman, desaparecido norteamericano, y por presión de su embajada en 1974. Se encontraron sus restos en el Cementerio General y fueron repatriados. Fin del problema. Pudo ser así en los otros 650 casos. Pero a nadie le interesó.
Además, los 1.419 casos "creados" post gobierno militar, todos suscitados después del 11 de marzo de 1990 (¿cómo se podía defender el gobierno que ya no existía?), todos han sido desvirtuados. Me remito a mis libros "Terapia para Cerebros Lavados" (2008), p. 262, e "Historia de la Revolución Militar Chilena 1973-1990" (p. 598). Aún espero acuse de recibo del ejemplar de este último que personalmente le llevé al editor de Artes y Letras de El Mercurio en 2018.
Mientras haya comunismo, en Chile no habrá reconciliación, verdad ni paz. Sí persistirá la violencia. Del electorado depende. Como el gobierno militar dio libertad efectiva a los chilenos, salvo en el quehacer partidista, los comunistas, entre 1973 y 1990, se aprovecharon de ella y pudieron crear, además del terrorista grupo FPMR, colegio propio ("Colegio Latinoamericano de Integración") y su Universidad Arcis, en los 80. Y en 1987 la izquierda pudo rendir homeaje, sin incidentes, a Salvador Allende. en el Teatro Cariola. Es que era realmente una sociedad más pacífica y libre que hoy (esto no se lo quiso admitir Vargas Llosa a Axel Kaiser hace unos años), cuando no es posible rendir homenaje a Pinochet sin riesgo para la integridad física. Pues el comunismo impone su violencia y es impune, dado que existe una justicia comunista "con fines de lucro".
El 11 de septiembre de 1973 el gobierno militar asumió una "misión imposible": Chile en default, en el último lugar de América Latina en crecimiento (a donde el comunismo lo ha devuelto hoy); con la mayor inflación del mundo y al borde la guerra civil. Y con todas sus fronteras amenazadas. Un país del que todos querían irse. Y lo devolvió en 1990 libre de terrorismo, sin conflicto en la Araucanía, en el primer lugar del crecimiento en América Latina, sin haber perdido "pedacitos más ni pedacitos menos" de territorio, y siendo una tierra a la que todos querían venir. Un enorme logro. Por eso el 11 es una efeméride.
El día en que la podamos celebrar libres de la violencia comunista habrá llegado nuestra verdadera reconciliación. Ese debe ser el test, la piedra de toque. La llegada de ese día depende exclusivamente del voto de los chilenos, bajo el régimen democrático que nos legó el gobierno militar en su Constitución de 1980, que Dios y la Virgen del Carmen preserven.
De nosotros depende la reconciliación, que, por lo demás, todos los no-comunistas hemos vivido desde aquel diciembre de 1973, en que los militares terminaron de derrotar a la guerrilla allendista y pacificaron el país. Éste vivió después los mejores años de su historia. Fue top-one mundial de reducción de la pobreza entre 1985 y 2015 (José Luis Daza). Hasta que llegó el deterioro provocado por Piñera y su filocomunismo y Bachelet y su procomunismo, deterioro que dura hasta hoy. Pues sucedió lo impensable: el comunismo subió al gobierno. Y ahí está. Nadie sabe hoy qué será de Chile. Domina la opinión pública. Ningún medio reproduce el Acuerdo de la Cámara de 22 de agosto de 1973 ni el Acta Rivera. Chile no conoce su propia historia real. Darla a conocer se llama hoy "desinformación" o "negacionismo". Hay mociones parlamentarias para mandar presos a los que "informen demasiado" y celebren la segunda efeméride de la nación.
Pero, "para verdades, el tiempo". Ese día llegará.