Pienso que Chile no estaba en un estado de anarquía igual al de hoy desde la República Socialista de 1932, cuando otro régimen de facto, igual al parlamentarismo de facto actual, estuvo en el poder durante doce días de locura nacional.
Entonces el jefe máximo real del país, el comodoro del Aire Marmaduke Grove, tal como hoy la jefa máxima de la rebelión, Pamela Jiles, hacía lo que se le ocurría y ordenaba devolver sin pagar las cosas empeñadas en la Caja de Crédito Prendario ("La Tía Rica"). En medio del júbilo popular iban a retirar todas las cosas, tal como ahora van a cobrar los diez por cientos de ahorros previsionales. Eso iba a quebrar el crédito prendario, por supuesto, tal como los retiros van a hundir el sistema de pensiones. Del décimo retiro y final ahora nos separan siete, que irá decretando Pamela a la brevedad.
Entonces Marmaduke se hizo tan popular como "la Abuela" lo es hoy. En los barrios la gente era feliz y desfilaba espontáneamente todo el día, vivándolo: "¿Quien manda el buque? ¡Marmaduke!". Tal como hoy muchos podrían salir a gritar a favor de la nueva Marmaduka: "¿Quién manda la zarzuela? ¡La abuela!"
Doce días duró la chacota, pues sin advertirle nada a nadie un adusto coronel encabezó a un grupo de oficiales de Ejército que apresó sin decir "agua va" a Marmaduke y su grupo de enajenados y los mandó a la isla de Pascua. Y al fin de ese año volvió la cordura a Chile y fue elegido el derechista Arturo Alessandri, que con su ministro de finanzas Gustavo Ross gobernó hasta 1938 y reordenó al país. Volvimos a entrar en vereda y en razón, después de nueve gobiernos tan malos como el actual, que hubo entre la caída de Ibáñez en julio de 1931 y la elección de fines de 1932.
Es que Chile se vuelve loco de tiempo en tiempo. Cae bajo el imperio de la sinrazón. Ayer oí al senador José Miguel Insulza, que es el segundo "gran cara de palo" del país (el primero e indiscutido es Sebastián Piñera, naturalmente) diciendo que los retiros por iniciativa parlamentaria "son perfectamente constitucionales, porque la iniciativa exclusiva del Ejecutivo es sólo en el caso de las leyes y no en el de las reformas constitucionales, como las que han consagrado los retiros". (Cito de memoria, no textual). Ése es el fraude a la ley que han inventado para violar la Constitución, pues ésta establece claramente la iniciativa exclusiva del Ejecutivo para los proyectos relacionados con la previsión. Ni siquiera si el de Insulza fuera un chiste sería bueno. Pues las reformas constitucionales SON TAMBIÉN LEYES, como la propia ley N° 21.200 que dio pie al parlamentarismo de facto. Luego, también deben someterse a la restricción del artículo 65, que le da iniciativa exclusiva al Ejecutivo en temas de seguridad social.
Todo este abandono del estado de derecho comenzó con los jueces de izquierda condenando mediante "ficciones jurídicas" a militares (r) y nadie dijo nada, porque casi nadie era militar (r) (pastor Niemöller); después siguió con la condena a los carabineros por impedir la destrucción y el desorden de los delincuentes de izquierda impunes y los civiles no dijeron nada porque no eran carabineros; después los políticos entregaron la Constitución para que los vándalos no siguieran destruyendo el país y se inició el régimen de facto a favor del cual votó el 78 %, así es que nadie se atrevió a decir nada por temor a la violencia; y finalmente los parlamentarios de izquierda se arrogaron la atribución presidencial exclusiva de modificar la previsión y el presidente los dejó salirse con la suya y nadie dijo nada, para finalmente, cuando quedaba un solo baluarte de la constitucionalidad, el Tribunal Constitucional, dos ministros del mismo se dan vuelta la chaqueta y respaldan la inconstitucionalidad, y uno de ellos, Iván Aróstica, al cual los comunistas habían aleccionado golpeándolo en la calle con pies y manos y llenándolo de escupitajos, como "con buenas palabras cualquiera entiende", ha explicado su vuelta de chaqueta diciendo que quiere facilitar que la gente pueda cobrar su dinero. ¿Y su deber de velar por la Constitución? Mal, gracias.
Así cayó el último bastión de la constitucionalidad. Ya no queda nada y se me llena la cabeza de lugares comunes: "el asalto al Palacio de Invierno". "el último de los mohicanos", "esto ser acaba, señores", como decía el abogado y relator deportivo Carlos González Márquez.
Hoy a Chile sólo puede salvarlo un milagro. Y yo creo en milagros. Por algo le completamos el Templo Votivo a la Patrona de Chile hace muchos años y después ella nos devolvió la mano y nos salvó el 11 de septiembre de 1973. Todavía la Convención puede terminar en nada, que es lo que yo creo que va a suceder. Todavía puede ganar José Antonio Kast a fin de año. Todavía esa mitad de la gente que nunca va a votar puede ir a hacerlo, sobre todo al plebiscito de salida, y dar el triunfo al Rechazo y "aquí no ha pasado nada" y Chile vuelve a ser el país pacífico, civilizado y próspero que entregó Pinochet el '90.
Es decir, todavía no se ha dicho la última palabra. Y siempre antes nos hemos salvado gracias a eso.