La señora y sus pasajeros venían del sur, entrando a la Costanera Norte, cuando tres autos le cerraron el paso y bajaron siete individuos armados que le exigían bajarse, pero ella se pegó a la bocina y entonces ellos aporrearon los vidrios, sin lograr quebrarlos porque eran, si no blindados, muy sólidos. Al ruido acudió un detective que estaba en la pista contraria en un procedimiento y al ver el encierro del auto disparó contra el auto de atrás, creyéndolo de los asaltantes pero hiriendo a la pasajera de un Úber que no tenía nada que ver. Por lo menos los asaltantes se asustaron y huyeron. Sólo el detective está detenido. Los carabineros estuvieron hasta las tres de la mañana en el domicilio de la asaltada recabando antecedentes y le dijeron que se producían diez casos diarios como el que ella sufrió. Nada salió en ningún diario.
Cada vez que detienen a un delincuente resulta que tenía decenas de órdenes de aprehensión pendientes. "Puerta giratoria". Andan sueltos asaltando y nadie hace nada.
Los más viejos se acuerdan de Pinochet, cuando los "patos malos" no tenía todas las garantías de hoy. Porque en ese tiempo el Ejército entraba a las poblaciones, reunía a todos los hombres en la cancha de fútbol y a los que tenían órdenes pendientes se los llevaban a la cárcel y los "patos buenos" se iban de vuelta a sus casas. Por eso los pobladores mayores extrañan a Pinochet.
Y bajo su gobierno no había "conflicto mapuche", sino que la Junta de Caciques lo había proclamado "gran jefe, conductor y guía", "ullmen f'ta lonko" y en la Araucanía ganó el Sí. ¿Cómo? Dando miles de títulos de dominio a los miembros de las comunidades que, convertidos en propietarios, hacían lo que querían con sus tierras. Ahora en la Araucanía les regalan tierras a los violentistas y por eso los atentados campean casi como en las autopistas de Santiago. Los terroristas andan sueltos y los carabineros son los perseguidos de la justicia.
Y bajo su gobierno no había "conflicto mapuche", sino que la Junta de Caciques lo había proclamado "gran jefe, conductor y guía", "ullmen f'ta lonko" y en la Araucanía ganó el Sí. ¿Cómo? Dando miles de títulos de dominio a los miembros de las comunidades que, convertidos en propietarios, hacían lo que querían con sus tierras. Ahora en la Araucanía les regalan tierras a los violentistas y por eso los atentados campean casi como en las autopistas de Santiago. Los terroristas andan sueltos y los carabineros son los perseguidos de la justicia.
El país casi no crece porque la burocracia, los ministerios y los impuestos ahogan todo. Piñera se dedicó a crear ministerios y subir impuestos en su primer gobierno y Michelle Bachelet siguió en la misma línea y la agravó con su reforma laboral. Hoy es tan difícil producir que la gente invierte menos. El país cayó del lugar 35 al 42 en el índice mundial de competitividad.
Los gobiernos de la Concertación, incluyendo los dos de Piñera, más el de la Nueva Mayoría, crearon tantos empleos fiscales y tan buenos sueldos burocráticos que hoy día, a igual función, se gana mucho más en el sector público que en el privado. Y siguen inventando ministerios nuevos, superintendencias y burocracia que no deja producir.
Discuten reformas de educación y salud estos nuevos socialistas, cuando, si le dieran la plata que gastan los ministerios respectivos a la gente, que es mucha plata, pues gastan ocho o nueve BILLONES de pesos al año cada uno, las familias podrían mandar a sus hijos a los mejores colegios particulares pagados, éstos crecerían en número y la educación chilena daría un salto adelante enorme. Y todos podrían tener un seguro de salud mejor que cualquiera actual.
Cuando Pinochet dio libertad para fundar universidades, en 1981, entraron un millón de jóvenes, que antes no tenían cupo, a la educación superior, gracias a las instituciones privadas, que formaron una verdadera industria nueva, con grandes inversiones del exterior. La Concertación destruyó esa industria, hoy "a tres cuartos y un repique".
La gente quiere orden y libertad, justo lo que dio Pinochet. Ahora lo único que hay es plata para delincuentes y terroristas. Andan sueltos atentando contra la gente que trabaja y produce. Se llevan centenares de millones de dólares anuales en dinero fiscal gracias a la dictadura judicial de izquierda que se los concede, mientras encarcela militares.
Piñera, hoy un "pato cojo" (hasta Allamand se dio cuenta y por eso se autoproclamó candidato presidencial), está desesperado porque, mientras más sale en los diarios, más baja en las encuestas. En la Cerc-Mori, que no puede controlar, tiene 27 % de aprobación y 63 % de rechazo. Le dijeron que no saliera tanto en los diarios y la tele para no seguir bajando, porque a la gente le cae mal. Pero sólo aguantó un par de días sin ver a la imagen que más quiere en el mundo en primera plana. Así es que hoy aparece en "La Tercera", p. 6, con un casco que dice "Intendente", porque había avisado que no iba a ir a Concepción y como no resistió más fuera de los focos y fue, le tuvieron que quitar el casco al Intendente y dárselo a él, junto con el del Alcalde y del Ministro.
Se está "dando vuelta la tortilla", la gente se aburrió de los demagogos figurones. Tanta es la "vuelta de tortilla" que hasta el Opus Dei, que se había pasado al No hace años y sus columnistas de "El Mercurio", Joaquín García-Huidobro y Hernán Corral, ya ni defendían de la prevaricación a los Presos Políticos Militares y ni siquiera los nombraban cuando criticaban el activismo judicial, ahora han empezado a hacerlo en sus últimas columnas, criticando que se los mantenga presos con alzheimer y que no se les aplique la prescripción que beneficia a los terroristas de izquierda, como en el caso del secuestrador comunista de Cristián Edwards, a quien el ministro rojo Carroza dejó libre, porque según la justicia chilena si usted secuestra a un derechista no es delito de lesa humanidad y corre la prescripción, pero si secuestra a un terrorista sí lo es y no corre.
La gente añora los tiempos en que había orden y paz, la justicia de izquierda no se había tomado los tribunales, no había diez asaltos diarios a automovilistas, no había decenas de atentados mensuales en la Araucanía, la burocracia no tenía sueldos millonarios ni paraba todos los proyectos y la gente en las poblaciones podía salir a la calle en las tardes y noches sin que los "patos malos" la asaltaran. Cuando el país crecía ocho a diez por ciento, mejoraba en el índice de competitividad y la gente se subía a un auto segura de que nadie se lo iba a quitar.
¿Se estará dando vuelta la tortilla? El tiempo lo dirá.
La gente añora los tiempos en que había orden y paz, la justicia de izquierda no se había tomado los tribunales, no había diez asaltos diarios a automovilistas, no había decenas de atentados mensuales en la Araucanía, la burocracia no tenía sueldos millonarios ni paraba todos los proyectos y la gente en las poblaciones podía salir a la calle en las tardes y noches sin que los "patos malos" la asaltaran. Cuando el país crecía ocho a diez por ciento, mejoraba en el índice de competitividad y la gente se subía a un auto segura de que nadie se lo iba a quitar.
¿Se estará dando vuelta la tortilla? El tiempo lo dirá.