Distinguidas
miembras y miembros de Enade:
Les agradezco que me hayan
invitado a presidir esta reunión.
El que acaba de decir “se
autoconvidó” es un miserable.
Quiero hacer un breve recuento
de lo que he hecho por nuestra patria, que es lo que más amo en la vida,
después de mi persona. Por patriotismo inauguré la gran bandera chilena frente
a La Moneda, diciendo que era la misma con que “hemos cubrido tantas veces los
féretros de nuestros mártires”.
Fue el año del bicentenario y,
como también dije entonces, “son muy pocos los países en el mundo, se cuentan
con los dedos de unas pocas manos, los que han tenido el privilegio de celebrar
500 años de vida independiente, como hemos tenido los chilenos.”
Fue el año del tusunami, del
marepoto que sacudió nuestras costas. Las gabiotas volaban aterrorizadas. En esa
época fui a la isla donde vivió cuatro años Robinson Crusoe, según relata el
libro de Wilhem Dafoe. Después viajé al sur, donde vi a las machis alimentar el
laurel, su árbol sagrado.
El que dijo “es el canelo” es
un miserable.
Ese mismo año hablé de los
poetas que nos dejaron, como Vicente Huidobro o Pablo de Rokha o el gran
antipoeta Nicanor Parra.
El que dijo “Parra está vivo”
es un miserable.
Después rescaté a los mineros
y al salir el primero anuncié: “Florencio Ceballos, el primer minero, está con
nosotros”.
El que dijo “Florencio Ávalos”
es un miserable.
Y cuando inauguré la Cápsula
Bicentenario preví que “pronto estaremos viajando no solamente entre
continentes, sino a todos los planetas de nuestra galáctea.”
El que dijo “galaxia” es un
miserable.
He viajado representando a
Chile y me senté en el escritorio de Obama, en la Sala Oval, y tomé el teléfono
rojo de los cohetes atómicos, pero no me sabía la clave para lanzar uno.
Después estuve con la Reina Isabel y, tomándola del brazo, que no sé por qué
dicen que no se debe hacer, pues ella no me dijo nada, le mostré el papelito de
los mineros y le regalé unas rocas de la mina. Y después en Francia estuve con
Fillon y en su oficina me puse a mirar Los Inválidos y a cantar “Je ne regrette
rien”, cosa que él dijo que ningún otro gobernante visitante había hecho antes
y yo entonces también le pasé el papelito de los mineros. En Alemania les recordé lo de “Deutschland über
alles” que me enseñaron cuando chico en el Verbo Divino y no sé por qué se
molestaron. Es que mi fuerte no es la historia.
Cuando fui senador y
presidente de Renovación Nacional practiqué la política de los acuerdos con
Aylwin, el principal de los cuales, para mí, fue el que me permitió comprar las
acciones de LAN que tenía la CORFO. Las tuve que vender cuando era Presidente,
y creí que había perdido plata, pues antes habían estado más caras. Pero
después se fusionaron con TAM, lo que fue un desastre, y bajaron mucho más, así
es que, en definitiva, hice muy buen negocio y hoy la plata que saqué al venderlas
es el 60 por ciento de mi fortuna y la tengo en Islas Vírgenes. Por eso añoro
la “política de los acuerdos”.
Ahora me han criticado que
comprara acciones de una pesquera peruana cuando era Presidente y teníamos un
litigio con Perú. Pero lo hice exclusivamente por un sentimiento de aprecio al
Perú, que es de donde viene mi familia paterna. Ese ancestro explica varios
rasgos de mi carácter.
El que dijo “sobre todo lo
enredoso” es un miserable.
Quiero decir unas palabras por
la muerte de Fidel Castro, que me acompañó en el club de las grandes fortunas
que confecciona Forbes. En realidad, la de él es menor que la mía, pero su isla
de Cayo Piedra, con una mansión impresionante, muelles y yates, sin duda vale
más que mi Parque Tantauco. Y todavía no tengo un yate como su Aquarama II, que
describe su ex guardaespaldas Juan Reinaldo Sánchez. Le fui a dar la mano a
Fidel en 1995 y le dije: “Dos potencias se saludan”, pero parece que no sabía
bien con quién estaba tratando.
Creo que no podré asistir a
sus funerales, como lo hice al de Hugo Chávez, en el cual estuve de pie al lado
del féretro, como guardia de honor, pero sólo mientras filmaban las cámaras.
Siempre he tenido buenas
relaciones con los comunistas y eso me permitió, en mis malos días, remontar en
las encuestas. A la muerte de Volodia Teitelboim lo proclamé “un gigante de la
historia de Chile”. A Gladys Marín la ayudé a financiar su tratamiento. A
Guillermo Teillier lo llevé en mis viajes presidenciales al exterior. Y les di
un gran gusto al aumentar el número de querellas contra los
militares de 300 a mil 300, y trasladarlos del penal Cordillera a Punta Peuco. Mantuve
como funcionario de mi confianza al doctor mirista Patricio Bustos, director del
Instituto Médico Legal. Mantuve el financiamiento del Instituto de Derechos
Humanos, del Museo de la Memoria de izquierda y la oficina perseguidora de
militares del Ministerio del Interior. Por eso Javiera Parada me elogió
públicamente y subí en las encuestas. Y por eso no puedo entender la querella
del diputado Hugo Gutiérrez en mi contra.
Agradezco a ustedes su acogida
aquí hoy, porque a otros empresarios acusados de colusión no les darían
tribuna; en cambio en mi caso, en que mi empresa LAN fue condenada en Estados
Unidos por colusión, ustedes no han tenido inconveniente en dármela. Lo mismo
en el caso de empresarios que compran acciones con información privilegiada,
ustedes han dicho que no se sentarían en una mesa con ellos, pero han tenido la
generosidad de sentarse conmigo después de haber sido condenado en 2008 por la
famosa compra de acciones de la misma LAN apenas se dieron a conocer los
estados financieros que las hicieran subir de precio y antes de que lo supiera
el mercado.
Les agradezco no haber hecho
caso a las acusaciones de haber pagado coimas en Argentina, tras hablar con
Kirchner, que a su vez me mandó a hablar con su ministro Ricardo Jaime, hoy
preso, con quien me entendí muy bien. Los norteamericanos fueron menos
comprensivos que los argentinos y nos impusieron 22 millones de
dólares de multa.
Lo mismo les agradezco su
comprensión ante los cambios de opinión de los diputados de la Concertación que
votaron en mi favor para absolverme en el caso de la compra con información
privilegiada y en el caso de la acusación por no abstenerme, siendo Presidente
de la República, en el caso Cascadas. Debo reconocer que algo tengo que lleva a
mis adversarios a votar a mi favor en momentos críticos.
El que dijo “plata” es un
miserable.
Creo que la explicación reside
en que hay personas en favor de las cuales los astros parecen alinearse. Alejandro
Magno, Julio César y Napoleón se me vienen a la mente. Cuando en los ’80 quebró
el Banco de Talca, del cual yo era gerente, se me acusó de haber formado
sociedades para pedir prestada plata al mismo banco y comprar sus acciones,
pero la Corte Suprema me liberó a mí, mientras los otros socios de esas
sociedades fueron presos. Al alegato en la Corte Suprema asistieron mi tío
obispo, Bernardino, que hoy tiene más de cien años y cuyos genes llevo, así es
que apróntense; mi tío Herman Chadwick, Conservador de Bienes Raíces; mi padre,
José Piñera, ex alto funcionario y diplomático; y mi madre, Pichita Echenique,
que era de las mejores familias y siempre me dijo “mi chatito de oro”. En lo
segundo acertó, pero en lo primero no, porque últimamente he crecido de 1.68 a
1.73.
Y además me ayudó ante la Corte
la entonces ministra Mónica Madariaga, que después dijo haber pronunciado un
elocuente “alegato nocturno” en mi favor.
En la campaña del 2009 dijeron
que yo en el tiempo del proceso del Banco de Talca había estado prófugo 23
días, pero en “El Mercurio”, que siempre dice la verdad, mi abogado probó a
página entera que, pese a haber habido orden de detención en mi contra y un
detective buscándome, nunca fui un prófugo. No recuerdo sus argumentos porque
no eran sencillos.
También los astros se han
alineado en mi favor en el caso de los paraísos fiscales, porque la UDI decidió
bajar a su candidato presidencial Laurence Golborne en 2013 cuando se supo que
tenía una sociedad con dos millones de dólares en Islas Vírgenes, pese a
haberme llevado a mí como candidato presidencial antes, en 2009, teniendo entonces
y desde 1997 una sociedad en Islas Vírgenes que maneja la mayor parte de mi
fortuna de dos mil 500 millones de dólares, que está en el exterior. Los astros
se alinean en favor de los grandes líderes. Y la UDI me volverá a proclamar el
próximo año, con paraíso fiscal y todo, porque Golborne es una cosa y yo otra.
Y, como ha dicho Lavín, “lo demás es música”. Y las facturas falsas podrán afectar a MEO, pero no a mí.
Ustedes han dado muestras de
haber comprendido que el destino juega en mi favor y me han invitado a presidir
esta tribuna. No se arrepentirán, porque prueban haber entendido que siempre se
debe estar del lado de los triunfadores y el pueblo así lo señala en las
encuestas.
He dicho.