El semanario
“Qué Pasa”, caracterizado por sus recientes aciertos periodísticos, anuncia en
su edición del viernes: “La UDI se arrima a Piñera”.
Es que, en
medio del tsunami que ha sufrido ese partido como secuela del terremoto en el
grupo Penta, su principal aportante económico, se ha quedado sin recursos para
sostener su estructura partidaria. Entretanto, se ha erigido en el principal
operador político dentro de la colectividad el ex ministro del Interior y primo
hermano de Sebastián Piñera, Andrés Chadwick, quien a la vez preside la
Fundación “Avanza Chile”, formada por el ex mandatario para garantizar su
continuada presencia en el escenario político. A la misma pertenece también su
ex ministra Cecilia Pérez, activa en los medios de comunicación en la defensa
de la imagen del ex mandatario y que ha anunciado para marzo de 2016 la
decisión acerca de si éste será o no candidato en la próxima elección
presidencial de 2017, anuncio cuyo contenido todo el país conoce de antemano.
Si Chadwick es la mano derecha política de Piñera, Cecilia Pérez es su mano
izquierda, la cual no deja de ser importante, puesto que Sebastián es zurdo.
En medio del
clima de crisis política que vive el país, provocado por las conductas de personas
de gobierno, parlamentarios y dirigentes partidistas, de sus familiares (usados
por ellos), y de algunos empresarios, la UDI ha quedado a la deriva y sin
liderazgos propios, debido a la atmósfera de desprestigio que le generó el caso
Penta.
Yo le anuncié a ese partido hace
seis años que precisamente eso le sucedería si adhería a la candidatura
presidencial de Piñera, que había sido su peor enemigo desde el instante mismo
en que empezó a regir la plena democracia prevista en el articulado permanente
de la Constitución. Incluso le pronostiqué a dicha colectividad una “toma de
control hostil” del partido por parte de Piñera, una vez desarticulado por
haberse arrimado a su mala sombra en 2009. Pero no preví que la crisis iba a
derivar de la ayuda que recibía de sus militantes más acomodados, eso es
verdad. Sea como fuere, ello la ha llevado a una situación desesperada y, como
el mismo “Qué Pasa” escribe ayer: “…cada vez cobra más fuerza la posibilidad de
que la UDI apoye tempranamente una segunda candidatura de Sebastián Piñera. Así
lo han hecho saber parlamentarios y dirigentes de la UDI, incluso algunos que
en el gobierno pasado no fueron cercanos al ex mandatario”.
“Poderoso
caballero es don Dinero”. “Primum vívere, deinde philosophari” ("primero hay que vivir, después filosofar").
Pero no
quería hoy comentar el caso de la UDI, salvo para poner de relieve el poder
político que ha adquirido Sebastián Piñera. Este deriva de tres condiciones
personales suyas: ser poseedor de una gran fortuna, la cual está dispuesto a
emplear a fondo en su propio beneficio político; tener una ambición de ganancia,
poder y figuración que no repara en medios para conseguirlos; y estar dotado de
una gran audacia.
Eso explica
situaciones insólitas, como la que se presentó el jueves en la Cámara de
Diputados, cuando se trataba de aprobar el informe de la comisión investigadora
del “caso Cascadas”. Los escuderos de Piñera en dicha comisión, por una
inadvertencia, no actuaron a tiempo para frustrar un dictamen desfavorable de
la misma para su mandante, pues el informe final presentado a la sala dijo: “No
es posible para esta comisión determinar con absoluta certeza si Sebastián
Piñera cumplió o no con su deber público de abstención de involucrarse en
negocios privados de su interés en su calidad de Presidente a la fecha de los
hechos investigados”. Y eso era inadmisible para el así aludido.
Pues este
párrafo daba fuerza a la afirmación fundamental del principal investigado en el
“caso Cascadas”, Julio Ponce, que recibió toda suerte de presiones de parte de
Piñera, accionista de las sociedades Cascadas, para fusionarlas, lo que le
generaría a éste una ganancia de capital. Dicha afirmación de Ponce fue: “Si el
Presidente no hubiera sido accionista de las Cascadas, no habría habido caso Cascadas”.
Entonces el
ex Presidente no podía permitir que la Cámara, controlada por la Nueva Mayoría,
aprobara el informe de la comisión que puso en duda su cumplimiento de su deber
de abstención. ¿Y qué hizo? Yo no sé lo que hizo, aunque lo sospeche, pero ganó
la votación siendo su sector una minoría, y el informe fue rechazado por 41
votos en contra, versus 31 a favor y 14 abstenciones. El diputado socialista
Juan Luis Castro comentó en “El Mercurio” de 17.04.15: “Es bochornoso, porque
donde había una mayoría clara y argumentos para haber aprobado (el informe de)
la comisión, me parece insólito que se encuentre con un revés en la sala. Lo
que significa que hubo parlamentarios de la Nueva Mayoría que no acompañaron la
votación de sus propios representantes en la
comisión”.
Obvio:
recibieron una oferta que no pudieron rechazar, y votaron en favor de Piñera.
Es una historia conocida. Durante el gobierno de éste, el diputado Jorge Burgos
presidía la comisión investigadora de su compra de acciones LAN con información
privilegiada y tenía mayoría de cinco concertacionistas versus tres aliancistas,
pero al poner en votación la medida de pedir la grabación de la voz que ordenó
la compra a Banchile Corredores, voz que todo el mundo iba a reconocer, se
encontró con la sorpresa de que la medida fue rechazada por cinco a tres. Es
que estaba lidiando con un político poderoso y audaz, al punto de que al menos
dos parlamentarios del bando de Burgos recibieron un ofrecimiento que no
pudieron rechazar, y entonces el objetivo de esa comisión investigadora también
se frustró, tal como ahora el de esta otra, del caso Cascadas. El diputado
Castro habló de “humillación insólita” y del peligro de quiebre de la coalición
gobernante. Es que no sabía con quién estaba tratando.
Cuando se
habla del “caso Cascadas”, el 99 por ciento de los chilenos piensa que se trata
de algunos operadores financieros que hicieron ganancias indebidas comprando o
vendiendo acciones de las Cascadas y que fueron sorprendidos por la
Superintendencia. Pero la verdad es otra: el Presidente de la República de la
época quería ganar más dinero y presionar al controlador de las Cascadas, Julio
Ponce, para que las fusionara, y así hacer esa ganancia. La corredora Moneda,
que administraba las acciones pertenecientes al Presidente, instó a la Superintendencia
a investigar las transacciones de Ponce. Esto no lo digo yo, lo dice un ex
funcionario de Piñera, docente de la UC,
Martín Larraín, en “La Segunda” del 17.03.15: “Una administradora de
fondos, Moneda, hizo las primeras denuncias por el caso Cascadas. Dicho de otra
forma, estos casos los han levantado los inversionistas, no la autoridad. Y
ellos han ejercido presión por sanciones cada vez más severas”.
¿Qué le
decía Pedro Pablo Gutiérrez, de Moneda, a Julio Ponce en agosto de 2013? Que le
pasarían “una multa monstruosa de cien millones de dólares, salvo que hubiese
fusión”. Esto lo reveló Ponce en “El Mostrador” el 12 de marzo de 2014 y no ha
sido desmentido. Y también dijo que el abogado Darío Calderón le refirió una
conversación con el Presidente en que éste le dijo: “Encárgate tú de la fusión,
que yo me encargo de la Super”. Calderón nunca ha desmentido esto en más de un
año. Y también Ponce reveló que el director Patricio Phillips, de las Cascadas,
había hablado con el subsecretario de Hacienda de Piñera, Julio Dittborn, y
éste le había relatado que en una reunión del comité político en La Moneda, a
la que concurrió como subrogante del titular de Hacienda, el Presidente le
preguntó en qué iba el tema de la fusión de las Cascadas. Después que esto se
publicó, Dittborn y todos los demás que estaban ese día en el comité político
declararon que nunca se había hablado ahí de las Cascadas. Fue como en la URSS,
donde borraban de las fotos oficiales las imágenes que no les convenían.
¿Cuál es la
conclusión? Que hay un político muy poderoso, que siempre se sale con la suya,
y está listo para volver al poder, dado que hoy tenemos un gobierno que marcha
contra el sentido de la historia y pretende regresar a un socialismo real,
desmantelando la estructura de la economía libre que legó el Gobierno Militar y
nos llevó desde el vagón de cola de las naciones subdesarrolladas, donde
estábamos en 1973, al primer lugar del hemisferio y a una sociedad libre
que todos quieren imitar. Y está más que
claro que la gran mayoría no desea esa regresión. Cualquier encuesta lo demuestra.
Por
consiguiente, en 2018, o antes, si prospera la proposición de adelantar las
elecciones, la mayoría va a votar por cualquiera que se ofrezca a detener el
desastre general que ha desatado este gobierno. "La Moneda está ahí". ¿Y quién va a ser el
depositario de ese apoyo electoral? No se ve a nadie, salvo al político más
poderoso de Chile, cuya fortuna, cuya ambición y cuya audacia lo convierten en
el heredero natural del poder después del desastre de Bachelet. El único que,
gracias a su audacia infinita, ha flotado por sobre el escándalo, aunque
figure su Fundación Futuro recibiendo, a
través de Hugo Bravo, $50 millones de Penta; aunque aparezca un forward suyo
con CB por otros $50 millones y aunque aparezcan facturas de su firma Bancorp, por más de $300 millones por "asesorías" a SQM en plena campaña presidencial. Nada de ello es presentado con escándalo en la prensa, como en el caso de los $20 millones de
Velasco o los $45 millones de Ominami, ambos, a diferencia de Piñera, acosados
por periodistas inquisitivos, que no se atreven siquiera a plantearle
el tema al político más poderoso de Chile. Éste también libre de ser públicamente crucificado por Yerko
Puchento y otros Savonarolas a la violeta que predican en el medio local. Es que goza en todas partes, salvo en este insobornable blog, de un manto de protección general.
Todo lo demás lo tiene perfectamente
controlado el político más poderoso de Chile, tanto como las comisiones investigadoras
o la sala de la Cámara o los restos náufragos de la UDI y, en breve, la conducción
de RN y el manejo de los medios y los políticos que le permiten su fortuna, su
ambición y su audacia, en un país que tiene desde hace mucho tiempo quebrado su
espinazo moral.