Cuando más
progresó Chile (fue en el último lustro del Gobierno Militar y el primero de sus
sucesores civiles, mientras todavía éstos no lograban echar a perder “el modelo”),
el impuesto a la renta de las empresas era diez por ciento y se acababa de
crear el FUT, Fondo de Utilidades Tributables: si usted no retiraba utilidades
sino que las invertía, no pagaba el impuesto personal (global complementario),
progresivo y mucho más alto. La gente se puso a ahorrar e invertir y el
crecimiento llegó a dos dígitos. Porque antes de eso, cuando la plata de los
altos impuestos la recogía el Estado, la dilapidaba; en cambio, cuando quedó en
manos de particulares, éstos la hicieron rendir. Paradójicamente, la
recaudación fiscal aumentaba año a año, gracias al crecimiento. Era el “milagro
chileno”.
Algo
similar sucedió a raíz del traspaso de fondos de jubilación y de la salud
previsional, de manos estatales a la administración privada. Y también a raíz de las privatizaciones
de empresas estatales. Los efectos de ese traspaso fueron tan espectaculares
que casi todo el mundo trató de imitarnos.
Pero
hoy se hace y se anuncia todo lo contrario. Se traspasan cada vez más recursos
de particulares a la burocracia estatal. Los gobiernos posteriores a 1990 se
dedicaron a subir impuestos y a aumentar el tamaño del Estado. Entonces el país
empezó a crecer cada vez menos. Menos bajo Frei que bajo Aylwin; menos bajo
Lagos que bajo Frei; menos bajo Bachelet que bajo Lagos. Porque porciones cada
vez mayores de recursos eran sustraídas de manos de los particulares, que las
empleaban productivamente, y puestas en manos de la burocracia estatal, que las
dilapidaba.
Ahora
acabo de ver en “La Segunda” la foto de la Presidenta y sus ministros riendo y
aplaudiendo. ¡Cómo no van a estar felices, si han presentado un proyecto para
hacer pasar otros ocho mil doscientos millones de dólares de los particulares a
las manos de ellos, que encabezan la burocracia estatal!
¿Alguien
seriamente cree que esos ocho mil doscientos millones de dólares van a tener un
mejor rendimiento administrados por el Estado que por empresas y agentes
privados? Supongo que nadie con algo de experiencia y sentido común. Habrá ahí
una pérdida social neta.
Pero no
se puede negar que han vendido bien “su pomada”. He oído incluso a gente que no
es de gobierno diciendo muy seriamente: “si esos recursos son empleados para
mejorar la educación, estamos de acuerdo en los mayores impuestos”. Increíble,
porque la Reforma Educacional que hará este gobierno será del mismo sesgo
estatista que la Tributaria: sacar a gran parte de la enseñanza que está en
manos de los municipios o de particulares subvencionados, y ponerla en manos
estatales. Y para ello se creará otro monstruo centralizado estatal (siendo que
ya existe el Ministerio de Educación), donde serán contratados muchos
miles de correligionarios de los partidos de gobierno, que están esperando ansiosos
para dilapidar los ocho mil doscientos millones de dólares.
Y eso
sucede en un país en que, comprobadamente, la educación municipal o estatal es la peor. La
particular subvencionada es menos mala que la anterior y la particular pagada
la mejor, pues logra niveles iguales o superiores a los de países
desarrollados. La receta de sentido común sería instar por una generalización de
la enseñanza particular pagada, pero se hará todo lo contrario: se generalizará
la estatal centralizada.
Porque
los recursos para que todos los alumnos pudieran ir al colegio particular
pagado de su elección están, pero se malgastan en burocracia: trece BILLONES de
pesos anuales, en este momento.
Camilo
Escalona dijo de la Asamblea Constituyente (acuérdense de mí, en eso va a
terminar la Reforma Constitucional de Bachelet) que era como fumar opio. La
Reforma Tributaria y la Educacional serán otro tanto. Catarsis publicitaria,
Presidenta y ministros aplaudiendo y riéndose al anunciar los respectivos proyectos. El éxtasis de las primeras "aspiraciones".
Pero los que fuman opio, pasados
el efecto placentero, la catarsis y los aplausos, terminan sintiéndose y
estando mucho peor. Lástima que sólo tendremos posibilidad de rehabilitación en cuatro
años más.