lunes, 31 de octubre de 2016

¿"Ganar Mal" Otra Vez?

    
Una mala noticia de la semana pasada fue que Felipe Ward bajara su candidatura a presidir la UDI. Eso significa entregar ese partido, que en algún momento fue el último bastión de una derecha con personalidad propia, a Sebastián Piñera. Éste no es de derecha. Al contrario, es un denigrador del régimen al cual ella inspiró. Ha perseguido a los Presos Políticos Militares como cómplice activo de la prevaricación de los jueces de izquierda que los condenan ilegalmente. Ward era la última esperanza en la UDI, pues, de los otros candidatos, Jacqueline van Rysselberghe ya ha adherido a Piñera y Bellolio expresa cada vez que puede su repudio al Gobierno Militar, como ex abogado de la Vicaría de la Solidaridad en los ’80, entonces el brazo jurídico del FPMR y del MIR. Eso ya lo dice todo.

          Piñera, hoy devenido virtual controlador de la UDI, no representa ninguno de los valores del ideario de derecha y ha declarado explícitamente no considerarse parte de ésta. El fundador de la UDI, Jaime Guzmán, inspiró la acción política, social y económica del Gobierno Militar y ese partido se jugó por el “Sí” a que Pinochet fuera el primer Presidente bajo la plena democracia de la Constitución de 1980. Piñera adhirió al “No”, trabajó por Frei Ruiz Tagle como precandidato DC y hasta 1989 fue opositor a las políticas que llevaron a Chile a la cabeza de América Latina, pues al final saltó ágilmente a las filas del “Sí” cuando lo creyó conveniente para él. Incluso antes había votado por rechazar la propia Constitución de 1980, cuando fue aprobada con el 67 por ciento de los votos.

Mientras la derecha siempre ha velado por la subsidiariedad y la reducción del papel del Estado, Piñera promueve un “Estado poderoso, que norme, regule, supervise”, en sus palabras. Y gobernó “tomando las banderas de la Concertación”, según confesó a “Qué Pasa” su Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Su administración subió impuestos y creó más ministerios. Su discurso igualitarista en el aniversario de “La Segunda” en 2011 fue un preámbulo del programa de Bachelet.

Mientras la verdadera derecha propicia la autoridad y el orden, Piñera modificó la Ley Antiterrorista para hacerla más favorable a los subversivos de la Araucanía. Y en lugar de velar por el estado de derecho en los juicios contra militares, como había prometido, cohonestó las sentencias sin base legal al triplicar el número de querellas fundadas en leyes inexistentes para condenarlos. Es decir, fue “cómplice activo” de la prevaricación.

Y más encima criminalizó a los mismos que lo llevaron al poder, al cumplirse 40 años de la gesta de 1973, llamándolos “cómplices pasivos” de atropellos a los derechos humanos. Los insultados, que estaban entre la concurrencia (entre ellos los  mismos que ahora le están entregando el partido), aplaudieron.

Alguien que conoce bien a Piñera me contó que él considera que manejar a los chilenos a su antojo es tan fácil como “cortar una jalea con cuchillo”. Bueno, lo hizo en 2009 cuando la derecha lo llevó como candidato, a pesar de haber sido recién condenado por comprar acciones de LAN con información privilegiada, delito que a otros menos audaces les cuesta un verdadero exilio interno político y social. Y ganó. Típico caso de “ganar mal”, porque al final de su gobierno los partidos que lo apoyaron sufrieron las más estruendosas derrotas presidencial y parlamentaria. Y entonces ahora la dirigencia de la derecha quiere volver a hacer lo mismo, con la diferencia de que, además, ella ahora se ha vuelto prepotente.

Pues una verdadera clase magistral de prepotencia es la que dio Luis Larraín (UDI) en su columna "Candidatos para Perder" de “El Mercurio” el sábado 29. Allí nos deja establecido que “la hegemonía de Sebastián Piñera, al menos a estas alturas, no la discute nadie”. Y punto, como diría Lagos. Y a lo largo de su artículo analiza todas las demás posibles candidaturas, indefectiblemente destinadas, según él, a perder contra Piñera. Claro, hace un distingo: unas son para “perder bien”, y honra con esa posibilidad a Mariana Aylwin, de la DC y al mismo Lagos, pero a los demás les augura “un número ridículo de votos”.

Y en la “centroderecha” concede que hay algunos dispuestos a “perder bien” contra Piñera en una primaria: “Alberto Espina, Francisco Chahuán, Felipe Kast y no sabemos si alguien de la UDI”, como dice, “para dejar posicionados sus nombres”. Pero, según él, “quienes han manifestado su intención de competir en primera vuelta presidencial, como Manuel José Ossandón y José Antonio Kast, podrían terminar perdiendo mal”. Porque “estarían incurriendo en un pecado que la centroderecha perdona poco: atentar contra la unidad del sector”. Así, la prepotencia deriva en amenaza.

¿Y los principios, la verdad histórica del Gobierno Militar, las ideas de derecha sobre autoridad, orden, Estado limitado y subsidiariedad; respeto a las leyes en los juicios, poniendo fin a la venganza extremista contra los militares…? Todo eso puede irse al diablo, como se fue bajo el gobierno de Piñera. Entonces, que éste vuelva a la Presidencia a maniobrar para cambiar la directiva de la ANFP en concordancia con sus intereses patrimoniales en Colo Colo o a extorsionar a Julio Ponce para obligarlo a fusionar las Cascadas, permitiéndole otra “pasada” en la Bolsa; que vuelva a publicarse un informe de la embajada norteamericana describiéndolo como un sujeto que siempre camina al filo de la ilegalidad; que sea sancionada la empresa bajo su control por colusión y sobornos en el exterior y se siga investigando esa corrupción en Chile y afuera (aunque todo eso “tenga arreglo”); que por las facturas falsas de sus firmas para obtener financiamiento electoral para su campaña sea formalizado su gerente y no él, porque esto podrá sucederle a un amateur como ME-O, pero no a un “profesional”.

Entonces, la verdad es que ganar así es “ganar mal” otra vez. Luis Larraín tiene razón al afirmar que “el sector” no perdona que se comprometa “una posibilidad de ganar”. Al parecer, el fin justifica los medios. Eso habla mal de la ética “del sector”. Y las encuestas dicen, en efecto, que Piñera, tal como es, tiene el apoyo del 71% del electorado de derecha, que es el más ilustrado y lo conoce perfectamente bien. Quiere decir que no le importa nada cómo sea Piñera ni lo que haga o piense, con tal de que gane. Es posible que ese predicamento, tan desesperanzado de toda ética, se extienda a sectores que no pertenezcan políticamente a la derecha pero consideren que lo prioritario es derrotar al gobierno de Bachelet, cuyas reformas han desarticulado al país y, por tanto, no importa que después venga quien venga, con tal de que les ponga término.

Pero eso es “ganar mal”.

Debe respetarse el derecho de las personas que tienen una ética política, votan por ideas, quieren postular a un candidato con manos limpias y de una sola línea, y que represente su pensamiento. Tienen derecho a que éste haga una campaña presidencial en forma, participe en foros, se dé a conocer y pueda defender ante el país sus posiciones, en lugar de retirarse antes de partir o ser acarreado a una primaria arreglada a favor del que parte con ventaja porque tiene un 99% de conocimiento ciudadano, que sus rivales de ninguna manera van a poder alcanzar entre gallos y medianoche.

Nos quieren imponer volver a “ganar mal”, con todo el desastre que ello ya una vez significó. Tenemos el deber de luchar por algo mejor que eso y también mejor que “perder bien”. Lamentamos que Felipe Ward no haya resistido las presiones dentro de la UDI y esperamos que José Antonio Kast sea capaz de enfrentarlas fuera de ese partido y sobreponerse a ellas, presentarse como candidato durante el próximo año, motivar a gran parte del 65% que no fue a votar y hacer de una vez el esfuerzo por, al fin, “ganar bien”.

jueves, 27 de octubre de 2016

Cosas De Las Que Pocos Se Dan Cuenta


         La Nueva Mayoría cree que perdió la elección del domingo, y así lo ha reconocido implícitamente, pero la ganó. La única manera de determinar el resultado de esa elección por partidos y por bloques es midiendo los votos de concejales y el número de éstos que resultaron electos, porque ésa es la medición en que participan todos y en todo el territorio. Y en esa elección la Nueva Mayoría obtuvo 2.054.323 votos y eligió 1.179 concejales, mientras Chile Vamos obtuvo 1.695.210 votos y eligió 915 concejales (El Mercurio”, 24.10.16, C-1). Sin embargo, el gobierno se declaró derrotado y la oposición triunfadora.

         Lo que sucedió fue que en varias de las principales comunas triunfó la oposición y desplazó a los alcaldes de gobierno que habían sido elegidos en 2012. Es decir, la oposición ganó las principales batallas, pero perdió la guerra. Por ejemplo, ganó en Santiago y Providencia, derrotando a alcaldes oficialistas. Pero en Concepción la Nueva Mayoría conservó la alcaldía. En Valparaíso ambos pactos (el “duopolio”, término originado en este blog) resultaron vencidos por el candidato de un partido nuevo, que se jactó de haberlo roto.

         En todo el país Chile Vamos obtuvo 134 alcaldes, con el 38,45 % de la votación, y la Nueva Mayoría 133, con el 37,05% (“La Tercera”, 24.10.16), pero ése fue un conjunto de batallas que no podía definir la guerra. Además, independientes y partidos fuera de esos pactos obtuvieron el resto de las alcaldías, con el 24,5% de los votos.

         Por otra parte, en todas las fotos de los políticos “triunfadores” (que fueron los derrotados) aparece la presidenta del PRI, Alejandra Bravo, en primer plano y sonriente. Es muy fotogénica y seguramente tiene bastante futuro político, pero su partido, el PRI, redujo su votación a menos de un tercio de la que había obtenido en 2012 (de 7,59% a 2,41%). En realidad, todos los partidos, salvo dos, disminuyeron su votación, si bien no tanto como el PRI. Sólo la aumentaron el PRSD, de 5,71% a 7,42%, y RN, de 15,77% a 17,66%, pasando este último a ser el partido más grande del país. Creo que eso es concomitante con la disminución de la DC, de 15,16% a 12,77%, ciertamente derivada de ser aliada de los comunistas y pertenecer a un gobierno cuyas reformas son impopulares. El éxodo DC hacia la derecha es, entonces, inevitable. Sobre todo si ya se había anunciado en la elección parlamentaria de 2013, cuando una de sus figuras hasta entonces más votadas, Soledad Alvear, perdió la senaturía de Santiago Oriente a manos del RN Manuel José Ossandón, favorecido por ese éxodo DC hacia la derecha. A la vez, salió elegido gracias a eso el socialista Carlos Montes, un verdadero “hijo del binominal”, pues obtuvo menos votos que Laurence Golborne (UDI) y sin embargo él fue senador y este último no. Esto era lo que más criticaban al binominal los políticos como Montes. Seguramente cuando resultó elegido con menos votos debe haber dicho “¡qué le vamos a hacer!” y se aprestó a cobrar la dieta.

         Algunos intérpretes de los resultados del domingo se han anticipado a declarar como triunfador entre los presidenciables a Sebastián Piñera en sus expectativas de ser reelegido. Pero la encuesta Mori-CERC desvirtúa esto último por segunda vez consecutiva, en consonancia con el resultado electoral del domingo donde triunfó la Nueva Mayoría, según lo antes explicado. En julio dicha encuesta había revelado que en un enfrentamiento de segunda vuelta presidencial entre Piñera y Lagos, triunfaba este último 28% a 26%, lo que no podía afirmarse categóricamente porque el margen de error de la encuesta era de 3%. En el sondeo de octubre de la misma firma, Alejandro Guillier aparece derrotando a Piñera en segunda vuelta, también por 28% a 26%, con el mismo margen de error y con un 46% de personas que no vota por ninguno de los dos.

         En síntesis, la gente parece no haberse dado cuenta, y la Nueva Mayoría tampoco, de que tras la elección del domingo ésta sigue siendo mayoría, si bien por menos; y de que eso conduce a sus posibles candidatos presidenciales a conservar una buena posibilidad de vencer a Sebastián Piñera en una eventual segunda vuelta presidencial, pese a haber sido este último declarado por la mayoría de los analistas y medios como el principal triunfador a raíz de los resultados del domingo.

         En todo caso, un año es mucho tiempo y es posible que otras figuras políticas, que han tenido una sola línea, cuyas manos están limpias y están juntando firmas para competir en la presidencial y darse a conocer, como el candidato de este blog, José Antonio Kast, puedan cambiar completamente el actual panorama. Desde luego, cuando uno ve en la encuesta Mori-Cerc que Leonardo Farkas obtiene las mismas preferencias que Isabel Allende (3%), no puede evitar pensar que cualquier cosa puede pasar.

lunes, 24 de octubre de 2016

Las Malas Noticias


          El rector Peña, en su columna de hoy de “El Mercurio”, nos dice que el triunfador de las elecciones de ayer es Sebastián Piñera. Si la buena noticia fue que la Nueva Mayoría resultó derrotada, ésa es la mala noticia. Porque en otra columna suya del mismo diario, del 23 de agosto de 2015, el rector Peña nos describía así a su designado triunfador de ayer: “Un pícaro oportunista, alguien que sabe aprovechar la constelación de las circunstancias, tomar ventaja de las debilidades ocasionales de sus competidores, saltarse las reglas cuando nadie vigila. … Se produce así la máxima paradoja, que es habitual en la política. Frente a un mismo hecho (las vinculaciones del caso Penta o Soquimich) el que posee el peor comportamiento previo es quien tiene menos riesgo de salir dañado”.

          Lo hemos visto en estos días: ME-O y Piñera obtuvieron de Soqumich y otras firmas cantidades parecidas de fondos (cerca de 400 millones de pesos), mediante facturas falsas, para sus campañas electorales. Pero el único a ser formalizado criminalmente es ME-O, pese a que no hizo algo todavía peor, que sí hizo Piñera: desviar parte de los fondos a financiar gastos de otro negocio privado suyo, bonos a sus ejecutivos de Chilevisión. Pero el fiscal Gómez dice que hay antecedentes que vinculan a ME-O con las actuaciones de su ejecutivo Cristián Warner, que operó el cobro, pero no los hay que vinculen a Piñera con su gerente de Bancard, Santiago Valdés, que operó el cobro en su caso y era a la vez administrador electoral de su campaña. Justicia chilena.

          Asimismo, fue notable cómo el “pícaro oportunista” se subió al carro de la victoria de Felipe Alessandri, en Santiago, cuando fue él quien envió allá a Joaquín Lavín para desbancarlo, lo que no logró concretar porque Alessandri ganó a pulso una encuesta demostrativa de que él vencía a Tohá por mayor margen.

          Si la abstención de casi dos tercios nos representa a los que somos de derecha, votamos “Sí” en 1988, defendemos el legado del Gobierno Militar, el respeto al estado de derecho y exigimos un compromiso ético de los políticos, la mala noticia es que seguramente también interpreta a personas de otras tendencias distintas, que no se sienten representadas por el actual duopolio del “No”,  es decir, la Nueva Mayoría y Chile Vamos. 

         En ese sentido, Valparaíso, donde casi dos tercios de los ciudadanos han triunfado al expresar su disenso de la corriente dominante, pues el candidato Jorge Sharp ha logrado derrotar  a ambas versiones del “No”, la de Lagos y la Nueva Mayoría y la de Piñera y Chile Vamos, la mala noticia es que Sharp está aún más a la izquierda, con un discurso que quiere extremar las ruinosas reformas que han provocado la derrota electoral del Gobierno y su revolución. Pues ha obtenido más del 50 por ciento de los votos con su postura de “su revolución y dos más”.
         
         En resumen, frente a las dos versiones de la Concertación, una derrotada en estas elecciones minoritarias, en que participó un  tercio de los ciudadanos, la de Bachelet; y otra triunfante, la de Piñera, los que sustentamos un pensamiento conservador, es decir, defendemos la familia como base de la sociedad, el restablecimiento del orden y la moralidad públicos y respetamos el legado del Gobierno Militar y los principios de una sociedad libre, deberemos  adaptarnos a nuestra falta de representatividad. Donde ayer no teníamos quién nos representara, nos abstuvimos. Personalmente, anulé mi voto para alcalde en Las Condes, pues Lavín es un “arrepentido”, personero del “No”, y los otros también, situados a su izquierda. Y para concejal voté por un candidato del “Sí”, que espero haya tenido éxito.
         
         ¿Qué tenemos por delante? Viene otro año electoral. Un año es mucho tiempo. Iremos a la primera vuelta presidencial en la confianza de que nuestro abanderado, José Antonio Kast, un hombre de manos limpias y fiel representante de nuestras ideas, logrará reunir las 35 mil firmas para que el país sepa que en noviembre de 2017 tiene abierta una posibilidad mejor que la actual dupla del “No”, de Lagos y Piñera.

Eso solo ya mejora las que hasta ahora, para nosotros, son malas noticias electorales.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Dos Trampas Masivas y Una Postdata Electoral


          Sospecho que el escándalo del padrón electoral es muy parecido al de La Polar. Voy a referir dos anécdotas para probarlo.

          Llamaré Irma a una niña que trabajaba en mi casa y compraba muchas cosas con una tarjeta de crédito de La Polar. Me formé la impresión de que equipó su hogar en esa forma. Tras estar algunos años con nosotros “tuvo que irse”. Al poco tiempo, la empezaron a llamar de La Polar al teléfono de mi casa porque estaba en mora en los pagos que adeudaba. Calculo que la estuvieron llamando diez años, procurando cobrarle y evidenciando que no conocían su paradero, que yo tampoco conocía. En eso estalló el escándalo de La Polar, consistente en que sus ejecutivos habían renegociado unilateralmente las deudas morosas, entre las cuales sospecho que estaba la de la Irma. Entonces, sospecho también que gracias a su “repactación”, para efectos contables ella seguía al día y eso se reflejaba en un mejor balance de la firma que si ésta hubiera reconocido su deuda como incobrable. Entonces las acciones de La Polar, que a todo esto daban muy buenos dividendos, valían más de tres mil pesos. Pero cuando se destapó la realidad de que gran parte de los deudores no le pagaba y habían sido repactados unilateralmente, las acciones cayeron, primero, a quinientos pesos y, finalmente, a lo que están hoy, veintinueve. ¿De quién fue la culpa? De partida, de deudores como la Irma, porque no pagaron. Ella se quedó gratis con plasma, refrigerador, cocina y demás. En segundo lugar, de los ejecutivos que hicieron aparecer a la Irma como cumplidora, mediante una renegociación simulada. Y, por supuesto, en tercer lugar, de los que, sabiendo todo lo anterior, a lo mejor vendieron sus acciones a tres mil pesos y salvaron su capital, mientras los que “no tenían el dato” lo perdieron.

Pero lo más notable del caso fue que La Polar, para salvarse de todas las acciones judiciales que se desataron en su contra, debió indemnizar a los deudores renegociados unilateralmente, entre ellos la Irma. Es decir, esta “víctima” probablemente se quedó con el plasma, el refrigerador, la cocina y otras cosas sin pagar, a título de indemnización por haber sido renegociada unilateralmente.

          ¿En qué se parece esto al caso del padrón electoral? En que probablemente las 463 mil personas que aparecen siendo cambiadas de lugar de votación lo fueron porque no estaban inscritas para votar en la comuna de su domicilio, como manda la ley. Entonces, al obtener nueva documentación de identidad (pasaporte o carnet) el cumplimiento de la ley obligaba a reasignarles su inscripción electoral a la comuna de su residencia.

          El año pasado fui a sacar pasaporte nuevo y renovar mi cédula de identidad. Cumplido el trámite, el oficial del Registro Civil me dijo que yo estaba inscrito para votar en Providencia, pero mi domicilio estaba en Las Condes. Con todo, si yo declaraba bajo juramento que tenía domicilio en Providencia, podía seguir inscrito y votando allá. Como yo había tenido oficina en esa comuna, pero ya no lo tenía, le dije que no podía jurar eso, así es que, legalmente, el funcionario me cambió a Las Condes. A lo mejor estoy entre los 463 mil.

          Detrás de esto había una historia. En 2012 yo estaba inscrito para votar en Vitacura, donde viví hasta 1991, cuando me cambié a Las Condes, sin nunca actualizar mi inscripción electoral. La falla fue de mi parte, por no hacerlo. Pero en 2012 había elecciones de alcaldes y los que somos de derecha y del “Sí” supimos que se estaba gestando un gran acarreo de votantes comunistas, con el apoyo de los simplemente de izquierda y de los kerenskys, para inscribirse en Providencia y derrotar al símbolo exitoso del Gobierno Militar, coronel Cristián Labbé, reelegido varias veces con alta votación por haber sido un excelente alcalde y haber obtenido hasta un reconocimiento internacional. Entonces los derechistas del “Sí” dijimos: “Hay que (siempre decimos “hay que”) contrarrestar la maniobra comunista” y comenzamos a trasladar nuestras inscripciones a Providencia, para votar por Labbé. Yo no tuve inconveniente en jurar que tenía domicilio en Providencia, porque mi oficina estaba ahí, pero los organizadores  de nuestro “acarreo” me habían ofrecido otro “domicilio”, por si no lo tenía. Y, por supuesto, los comunistas y compañeros de ruta que inundaron de nuevas inscripciones electorales la comuna también usaron domicilios inventados, entre ellos una casa abandonada, como se ha comprobado.

          Como los hijos de las tinieblas son mucho más hábiles y activos que los hijos de la luz, el acarreo de ellos fue mucho más numeroso que el nuestro y Labbé fue derrotado gracias a las mesas formadas con las nuevas inscripciones, pese a haber triunfado en las mesas antiguas, como lo había hecho siempre. Y perdió la elección. Los comunistas, compañeros de ruta y kerenskys acarrearon a mucho más gente que nosotros los ciudadanos respetables y de orden. Todo no pudo terminar peor, pues finalmente ahora Labbé fue traicionado por su partido, la UDI (que hace ya mucho tiempo dejó de ser un verdadero partido de derecha y del “Sí”), pues lo tramitó a la hora de aspirar él a ser candidato y finalmente le vedó competir en primarias para poder reelegirse esta vez.

En definitiva, al menos en Providencia, esas “nuevas inscripciones” de izquierda tienen muchos más domicilios ficticios repetidos que las “nuevas inscripciones” de derecha, pero es seguro que en los casos de unas y otras –como el mío— en que fuimos a sacar documentos de identidad, nuestro lugar de votación tiene que haber sido cambiado, legalmente, al de la comuna de nuestro actual domicilio, salvo que en cada caso se haya insistido, bajo juramento, estar domiciliado en otra, para conservar allí la inscripción electoral.
          
          Reitero la similitud entre el caso del padrón electoral y el de La Polar: el origen del primero no me cabe duda de que está en la obtención de nuevos documentos de identidad por personas que no estaban inscritas para votar en la comuna de su domicilio y que, por tanto, no estaban cumpliendo la ley; el origen del segundo fue el no cumplimiento de sus pagos por personas que habían comprado mercaderías, para ocultar cuya mora fueron objeto de una repactación unilateral que implicó ocultar la real situación financiera de la firma. Si los electores hubieran cumplido siempre con inscribirse en la comuna de su domicilio real y los deudores hubieran pagado puntualmente sus deudas, no habría habido “escándalo del padrón electoral” ni “escándalo de La Polar”.

          Pero parece que aspirar a que los chilenos cumplan sus obligaciones es mucho pedir.

Postdata electoral: En anterior blog afirmé que para los derechistas del “Sí”  no había ningún candidato en Las Condes merecedor de recibir nuestro sufragio el domingo y, estando yo inscrito ahora en esa comuna, me iba a abstener. Después de publicado ese blog me enteré de que entre los candidatos a concejales hay uno, Patricio Bopp, que suscribió el Compromiso Ético demandado por nuestro pre-candidato presidencial José Antonio Kast, lo que lo convierte en uno de los nuestros. Por tanto, iré a votar y lo haré por el candidato a concejal Bopp, pero a última hora Marta Fresno me avisa que comparte nuestros valores y lealtades, así es que sortearé mi voto entre ambos.

          Asimismo, en el referido blog afirmé que la única candidata merecedora de los votos de los derechistas del “Sí” en Vitacura era Patricia Alessandri. Pero un hermano del candidato José Manuel Silva Bafalluy me ha rectificado y me ha asegurado que éste también es de los nuestros y, por tanto, merece igualmente apoyo, de lo cual dejo constancia para todos los efectos electorales a que haya lugar.

lunes, 17 de octubre de 2016

No Tengo Por Quién Votar


          Soy de derecha, voté por el “Sí” en el plebiscito de 1988, y lo volvería a hacer; y creo que el Estado no soluciona los problemas, sino que es “el problema”. Por consiguiente, soy minoría absoluta en Chile y el único candidato presidencial que me representa es José Antonio Kast, pero todavía no ha reunido las 35 mil firmas que necesita para presentarse este otro año.

          Visto lo anterior, no tengo por quién votar en la elección municipal del domingo. Voto en Las Condes, donde el candidato a alcalde es Joaquín Lavín, que se cambió del “Sí” al “No” y ha dicho que el único candidato presidencial posible es Piñera “y lo demás es música”. Luego, para él soy “música”, de modo que no le voy a dar mi voto. Además, cuando un amigo le preguntó por qué no me llevaba a su programa de radio, le contestó que por que yo “no marcaba”, lo cual probablemente es verdad, pero también es verdad que Piñera me tiene vetado. En todo caso, si “no marco”, tampoco lo voy a marcar a él. De los candidatos a concejales, por los de izquierda no voy a votar, y los de Chile Vamos son lo mismo que Lavín, así es que tampoco voy a votar por ellos.

Si hubiera votado en Vitacura, por lo menos habría podido hacerlo por Patricia Alessandri a concejal, que es claramente del “Sí”, pero en Las Condes no hay ninguno como ella. Y en Santiago “no hay pan qué rebanar”: todos los concejales UDI y RN votaron a favor de revocar la designación de Hijo Ilustre de la Municipalidad del Presidente Pinochet, a iniciativa de la alcaldesa Tohá. Hay una sola candidata de la UDI que firmó el “compromiso ético” pedido por José Antonio Kast y se llama Verónica Pulgar (UDI). Yo votaría por ella.

          En Providencia la cosa no puede ser peor. Allá la UDI defenestró al ex alcalde, coronel Labbé, y le impidió competir en primarias por ser candidato esta vez. Por su lado, la alcaldesa incumbente cambió el nombre de la Av. 11 de Septiembre, y eso lo dice todo; y su desafiante, Evelyn Matthei, se pasea con Piñera cantando en auto y eso también lo dice todo. Además, cuando era ministra de éste aplaudió el traslado de los Presos Políticos Militares de Cordillera a Punta Peuco, resuelto por Piñera para conseguir votos comunistas en las encuestas. Tampoco allá yo tendría por quién votar.

          Dicen que la democracia es el gobierno de la mayoría, pero también consiste en que la minoría tenga derecho a expresarse. Bueno, en Chile la minoría de derecha y partidaria del “Sí”, ahora, de hecho, no tiene posibilidad de expresarse electoralmente. En mi caso concreto, menos todavía. El otro día escribí aquí sobre esto mismo y me llamaron de “La Tercera” para entrevistarme al respecto. Pero horas antes de la entrevista me volvieron a llamar para dejarla sin efecto. Parece que es políticamente incorrecto tener la posición que tengo. Yo sé que hay un personaje poderoso que me tiene vetado en los medios que controla. Hace años, unos amigos que comparten mis ideas consideraron importante que yo tuviera un espacio en la Radio Agricultura. Iba a ser panelista de un programa de opinión y el conductor estuvo de acuerdo. Como nadie me llamara de la Radio, mis amigos averiguaron qué había pasado: resultó que el conductor del programa, un reconocido piñerista, había cambiado de opinión y se oponía a mi participación. Hace unas semanas me llamaron del programa de TVN “Es Mejor Hablar de Ciertas Cosas”. Acepté, pero pocos días después me llamaron para “desconvidarme”. También tenía una columna en una revista quincenal, donde, confieso, me reía frecuentemente de Piñera, por cosas como su última aseveración de que fue Napoleón  quien dijo “París bien vale una misa” y similares. El editor me dijo que había sido orden de la directora y no tenía otra explicación.
          
         ¿Qué podemos hacer, entonces, los que pensamos como yo? Por supuesto, organizar un partido de derecha, defensor del legado del Gobierno Militar y convencido de que el Estado no soluciona los problemas, sino que es “el problema”; y presentar candidatos a las elecciones. Pero somos parte de la gran legión de chilenos que conforma el gran movimiento mayoritario del “Hayque”, es decir, de los que decimos “hay que hacer algo”, pero no hacemos nada.

Mientras tanto, pertenecemos a la legión de los que el domingo no tenemos por quién votar. Tal vez a la hora de explicar la abstención podrían también considerarnos a nosotros. Mientras tanto, volvamos a proclamar “Hay que…”

viernes, 14 de octubre de 2016

¡Por Dios, Camila!


          No te escribía desde 2010, cuando inauguré este blog y lo leían todavía menos personas que ahora, y titulé mi carta pública “Querida Camila”. Tuvo una difusión inesperada. En algunos hogares supe que el padre de familia la había leído en la mesa ante todos sus hijos reunidos, pese a que yo no creo haberte dicho en ella nada memorable. Lo único que se me ha quedado de la misma fue la pregunta que te formulaba, acerca de cómo te las arreglabas para sonarte las narices con el arito que te habías colgado de ellas. Pero es que, Dios sabrá por qué, siempre tiendo a acordarme sólo de las trivialidades. Lo que puede ser muy rentable, por supuesto, ahora que el Nobel de Literatura se lo ha ganado Bob Dylan.

          Sepa Dios de dónde sacaste esta idea de suprimir la invocación de Su nombre al abrirse las sesiones del Congreso. ¿Por qué te molesta? ¿O se te ha metido el Diablo en el cuerpo y por eso no lo puedes tolerar? ¡Dios mío, de sólo pensarlo me digo “Dios no lo quiera”! Yo habría esperado una barbaridad como la que se te ha ocurrido de un Hugo Gutiérrez, pero no de ti, aunque sé que te opusiste en la Cámara a un homenaje a la memoria de Jaime Guzmán, siendo que fue víctima del brazo armado de tu partido y lo menos que se habría esperado de ti habría sido un acto de reparación a un crimen que no tiene perdón de Dios.

Hace poco fui a la Cámara a un homenaje a la memoria de Agustín Acuña, ex diputado fallecido (Dios lo tenga en su santo seno), y desde la tribuna te vi de lo más donosita, con el coche de tu guagua al lado, cosa que yo no sabía estaba permitida a las diputadas. En todo caso, Dios la guarde, qué culpa tiene ella. Pero tú no estabas demasiado dedicada a tu trabajo, pues noté que salías varias veces de la sesión, y tú sabes que “a Dios rogando y con el mazo dando”. Hay que hacer la pega.

Dios dirá si tu idea de suprimir la invocación de Su nombre tendrá o no acogida. Este país es como mandado a hacer para abrazar ideas locas. Imagínate que una vez eligió a un marxista-leninista que, por supuesto, lo arruinó. Y ahora eligió a una señora que quiere cambiar el modelo que nos puso a la cabeza de América Latina. Sólo Dios sabe qué pasa por las mentes de la mayoría. Pero, en relación a tu idea y la posibilidad de que se apruebe, Dios no lo quiera, porque con ese mismo criterio tendríamos que empezar a demoler otras bases de la chilenidad, como partes de la canción nacional, que hablan de la “copia feliz del Edén” y la blanca montaña que “nos dio por baluarte el Señor”, como alguien escribió al diario. Para no mencionar el Acta de la Independencia y sus referencias a la Divinidad, sin ayuda de la cual no la habríamos logrado.

Ahora que en tantos aspectos están siendo desconocidas las leyes, y a veces parece que se ha suprimido el estado de derecho, la supresión también de Dios nos convertiría literalmente en un país “sin Dios ni ley”. Dios no lo quiera, aunque parece que para allá vamos.

Tal vez te sirva saber lo que pensaba el ilustre periodista, ya fallecido, José María Navasal, que era tan ateo como tú y, además, lo que se suele llamar “comefrailes”: Pese a todo eso, un día conversando –éramos amigos— me confesó paladinamente lo siguiente: “Cuando esté a punto de morir voy a pedir un sacerdote y me voy a confesar y comulgar, porque ¿qué pierdo?”. Por supuesto, puro sentido común. Eso es preferible a morirse a la buena de Dios.

En fin, Dios te bendiga, Camila, y te haga recapacitar. Algo lo has hecho ya, se puede advertir, pues no tienes el aro colgando de la nariz. Alabado sea Dios.

Si no me das motivo, bien puedo pasar otros seis años o indefinidamente sin volver a escribirte, así es que no me despido con un simple “hasta luego”, sino con un probablemente definitivo “aDiós”.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Soy del "Sí" y Votaré Sólo por los del "Sí"


          La derecha está deshecha, valga la consonancia. Yo soy de derecha a secas y ya no tengo partido al cual adherir. ¿Qué es ser de derecha? Ser conservador en lo valórico y liberal en lo socio-económico. Leer “La Fatal Arrogancia”, de Hayek, y estar de acuerdo en todo. Nunca creer que el Estado es la solución, pues casi siempre es el problema. (Mire usted el Sename.) Creer, en cambio, que la libertad de iniciativa es siempre la solución. Claro, como dijo un juez norteamericano en una sentencia, “mi libertad para blandir el puño termina antes de tocar la barbilla de mi vecino”. Es decir, creer en la ley y el orden. Como dice el único pre-candidato presidencial del “Sí” que hay actualmente, José Antonio Kast, lo primero que se debe hacer en la Araucanía es decretar el estado de emergencia y mandar carabineros y militares a restablecer el estado de derecho. 

           Recuérdese que en marzo de 1990 no existía el “problema mapuche” y tanto era así que en el plebiscito de 1988 el “Sí” ganó en la Araucanía, y la Junta de Caciques le dio un pergamino a Pinochet designándolo “Gran Conductor y Guía” (“Ullmen F’ta Lonko”). El “conflicto mapuche” lo crearon después el Estado y los gobiernos del “No”. Por tanto, ni el uno ni los otros lo van a resolver jamás. Como tampoco el problema del Sename, acerca del cual lo más acertado que se ha escrito en estos días es obra de Luis Larraín en “El Mercurio” del sábado, ya reproducido en este blog y que merece volver a reproducirse: “Porque el Sename es una institución cuyo principal objetivo es satisfacer las expectativas laborales de los más de 4.500 funcionarios que trabajan en él y sus centros de atención directa. Esa es la preocupación esencial del Gobierno en relación a ese servicio y si alguien le dice otra cosa, miente”.

          Ser de derecha, junto con implicar no identificarse con ningún partido entre los actuales, todos del “No”, es adherir indubitablemente al “Sí” al Gobierno Militar, que salvó a Chile del peor totalitarismo de nuestro tiempo y lo puso a la cabeza del progreso en América Latina, sacándolo del último lugar en que lo dejó el gobierno marxista. Porque la derecha estuvo con y en aquel gobierno y lo inspiró con sus ideas, gracias a lo cual fue exitoso y pudo proclamar, al final, “Misión Cumplida”.

         ¿Qué se hizo el 43 por ciento del “Sí” del plebiscito? “Qué se fizo el Rey don Juan?/ Los infantes de Aragón ¿qué se fizieron?” Yo les voy a decir, reproduciendo una pregunta y una respuesta de uno que fue del “Sí”, pero ya no lo es, Harold Mayne-Nicholls, entrevistado por Felipe Bianchi en “La Tercera”:

          Pregunta: “¿Es cierto que Ud. Votó por el “Sí” en el plebiscito del 89 (sic)?” Respuesta: “La historia me enrostra a diario ese grave error. Por eso voto en cada elección. Aprendí, con hechos, el valor de preservar la democracia”.

          A eso han quedado reducidos casi todos los del “Sí”. Cerebros lavados, tienen que complacer a los del “No”, que a estas alturas son casi todos y que nunca han sabido de lo que están hablando, pero mandan en Chile (léase mi blog precedente, “Han Hecho Lo Que Han Querido”).

          Pues votar “Sí” en 1988 y ganar significaba tener la misma democracia que tuvimos a partir del 11 de marzo de 1990, habiendo ganado el “No”, pero un año antes, pues se habría restablecido la plena democracia el 11 de marzo de 1989. En lo demás, habría sido exactamente igual, con Congreso elegido, más seis senadores designados entre personas de larga trayectoria, pero con otro Presidente y otro gobierno, mejor, por cierto, que el de Aylwin: el de Augusto Pinochet y su equipo. Éstos hicieron crecer a la economía chilena en más de diez por ciento en 1989, reduciendo el desempleo a 5 por ciento, materializando lo que el resto del mundo llamaba “el milagro chileno” y, por cierto, habrían seguido dando la felicidad al pueblo mapuche de la Araucanía, donde reinaban la ley y el orden y no existía el “conflicto mapuche”, creado por Aylwin y sus sucesores, incluido Piñera, el del V Gobierno de la Concertación.

          ¿Qué le ha pasado a Mayne-Nicholls, entonces? Lo  mismo que a casi todos los demás chilenos: le han “lavado el cerebro”. La izquierda lo hace repetir todas sus frases hechas. Ahora es un hombre del “No”. Pero por lo menos conserva una virtud: todavía dice la verdad, porque otro no habría reconocido haber votado “Sí”. Como es honesto, yo lo defendí cuando Piñera conspiró contra él, desde la Presidencia, para sacarlo de la ANFP, defendiendo su interés como controlador de Blanco y Negro. Al final logró defenestrarlo, para poner a Jadue. Otro “éxito” de Piñera, rentable para él pero malo para el país.

          Ahora, contra todo lo que pueda parecer, el “Sí” no ha muerto. Por algo me llamó el otro día una candidata a concejal por Vitacura, Patricia Alessandri, para que apoyara su postulación desde este blog. Después de cerciorarme de que sigue siendo del ”Sí” y no le han lavado el cerebro, le garanticé que llamaría a nuestras huestes, o lo que quede de ellas, a votar por Patricia Alessandri en Vitacura. Y formulo, entonces, solemnemente, aquí y ahora, ese llamado, que espero se difunda ampliamente entre todos los del ”Sí” de Vitacura, comuna benemérita que fue la única de la Circunscripción Oriente que me honró con el primer lugar en la elección de senadores de 1989.

          Ahora ya no vivo ni voto en esa comuna, pero en la mía actual sólo votaré si hay candidatos del “Sí” que no se hayan arrepentido, “dado vuelta la chaqueta” ni convertido en  antenas repetidoras de los eslóganes de izquierda como “dictadura”, “violaciones a los derechos humanos” y otros del mismo jaez que vocean los marxistas que se iban a tomar el poder por las armas en 1973. Aunque muchos lo hayan olvidado, no lo lograron, gracias a las Fuerzas Armadas y Carabineros, que acudieron al llamado formulado en la Cámara de Diputados por los representantes del Partido Nacional, la Democracia Cristiana, la Democracia Radical y el Partido de Izquierda Radical de Luis Bossay, quien oportunamente vio la luz en su senectud, tras una vida al servicio de la extrema izquierda.

          El lavado cerebral masivo ha convertido a los agresores marxistas en “agredidos”; a los que iban a ser victimarios, en “víctimas”; y a los totalitarios, que luchaban por instalar otra Cuba en América, en “demócratas”, pese a que todavía no pueden abstenerse de emprender un impaciente trotecito ridículo si, de visita en Cuba, les dicen que podrán ser recibidos por Fidel Castro.

          Prácticamente caídos en manos del “No” los partidos de derecha, a los del “Sí” se nos ofrecen pocas posibilidades de votar por los nuestros, una de las cuales es Patricia Alessandri, en Vitacura; pero aunque no los haya en nuestra respectiva comuna, siempre conservaremos la prerrogativa de no votar por los del “No” o devenidos del “No”, convirtiendo nuestra abstención o voto en blanco en un poderoso factor de influencia electoral en un medio en que nos hemos quedado sin ningún partido que nos represente.


sábado, 8 de octubre de 2016

Han Hecho Lo Que Han Querido


          Insólito el llanto de la señora, en términos de casi no poder hablar, cuando en ceremonia publicitaria organizada ad hoc, recordó el caso de su padre, sus camaradas aviadores de izquierda del ’73 y las recientes condenas inverosímiles y antijurídicas “por torturas con resultado de muerte” de aquél, contra dos oficiales de la FACH, uno de los cuales ni siquiera ha podido enterarse de que fue ingresado a Punta Peuco, porque ha perdido la razón.

          El general Bachelet fue juzgado en 1973 por un tribunal de guerra en razón de su participación en un grupo de oficiales que, como parte de los planes de la UP, pretendía tomar por las armas y en connivencia con el MIR la base aérea de El Bosque, eliminar a la oficialidad que se les opusiera, y cooperar así a la toma del poder largamente propiciada por el Partido Socialista desde 1967, contemplada y confesada por Allende a Regis Debray y cuya fecha tentativa era el 19 de septiembre de 1973, según el “Plan Z” encontrado entre los papeles capturados al régimen caído y de que se dio cuenta en el “Libro Blanco de la Intervención Militar en Chile”, publicado por Editorial Lord Cochrane en 1974. A su turno, el contenido de los juicios en la FACH quedó documentado en el libro del periodista DC Ricardo Boizard, editado en 1974 y titulado “Proceso a Una Traición”.

          El general Bachelet, en marzo de 1974, estaba preso por esa evidente razón y, teniendo una condición cardíaca, por la cual había estado antes hospitalizado, participó en la cárcel en un partido de básquetbol que le estaba contraindicado, a raíz de lo cual sufrió un infarto y posteriormente murió. Testigo abonado de los hechos fue el senador socialista Eric Schnake, preso junto con él, que no tuvo inconveniente en relatar las circunstancias del ataque al corazón y fallecimiento del general.

          Pero después la izquierda chilena se apoderó de la historia y, en realidad, de todo: de los medios de comunicación, de la justicia y, en definitiva, ha hecho lo que ha querido, en términos tales que, cuando las cosas sean examinadas por historiadores objetivos en el futuro lejano, la versión que hacía llorar a la señora sin poder continuar su discurso resultará simplemente patética por lo falsa.

          Desde luego, los hechos relativos a la muerte de Bachelet habían sido juzgados en 1973 y 1974 (es decir, hay cosa juzgada) y, por si no fuera suficiente, estaban amnistiados y prescritos. Por añadidura, siempre ha sido muy difícil probar el delito de tortura, sin perjuicio de lo cual resultó claro que el general no murió debido a ella sino a la práctica de un deporte que, en su condición cardíaca, no debía practicar.

          Pero, como la izquierda ha hecho lo que ha querido, también ha tenido a su cargo el Instituto Médico Legal, dirigido por Patricio Bustos, mirista confeso y funcionario de la exclusiva confianza de los Presidentes Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, ambos del “No” (este último cómplice activo de la prevaricación contra los militares, al triplicar las querellas ilegales de que han sido víctimas). Dicho Instituto entregó a la justicia un informe pericial que, más de cuarenta años después de fallecido el occiso, pretendía probar que éste pereció a causa de las torturas. Hace pocos meses ese Instituto confesó que no podía indicar la causa de muerte de una menor hallada entre las rocas de Laguna Verde y fallecida dos días antes, pero tratándose del padre de la Presidenta afirma con certeza la causa de muerte hace 42 años. Y como hay un juez de izquierda a cargo del proceso, éste simplemente condena a los dos oficiales de la FACH que interrogaron a Bachelet en 1974. ¿Qué querían? ¿Qué lo condecoraran por haber fraguado la muerte de sus camaradas de El Bosque? Y ahora estas víctimas de la prevaricación carecen de “derechos humanos”, y el haber perdido la razón una de ellas y la ancianidad de ambas no es argumento para impedir que cumplan su ilegal condena.

          Porque la izquierda ha hecho lo que ha querido, ya la Presidenta cobró diez millones de pesos que una ley ordenó pagar a los familiares de toda persona que hubiera caído a manos de uniformados entre 1973 y 1990. Pero si su padre murió de un infarto. No importa. Y, por lo demás, todavía no ha terminado de cobrar. Ella sabe que de la sentencia del juez de izquierda va a derivar una indemnización. ¿Por qué llora tanto? Y una reciente ley les dio otro millón más, también caído del cielo, a quienes cobraron los anteriores diez. Es que hacen lo que quieren. Manejan todos los hilos del poder, reescriben la Historia, a través de las Comisiones Rettig I y II y Valech, que les dieron pensiones a treinta mil personas de izquierda que se declararon “torturadas”, y también a más de 160 mil declarados “exonerados políticos” e indemnizados, muchos sin otra prueba que la recomendación de un parlamentario de izquierda (Isabel Allende fue la campeona de las certificaciones, que ni siquiera firmaba).

          Yo calculo que en este momento la extrema izquierda debe estar cobrando cerca de trescientos millones de dólares anuales. Y eso sin contar las compensaciones judiciales millonarias reconocidas por las muertes de terroristas, arbitrariamente calificadas como “delitos de lesa humanidad” –que en nuestro ordenamiento existen desde 2009 y con prohibición de retroactividad— o de “secuestro permanente”, que los propios jueces reconocen como “una ficción”. Los que deberíamos llorar seríamos los demás chilenos.

          Otro motivo de las lágrimas de la Presidenta ha sido que la Corte Interamericana de DD.HH. invalidara oficialmente las sentencias recaídas en los juicios de la FACH a los demás procesados, aparte de su padre. Ya éstas habían sido sobrepasadas. La propia Michelle Bachelet designó Subsecretario de Aviación en su anterior gobierno a Raúl Vergara, primitivamente condenado a muerte en aquellos procesos, pero cuya pena se conmutó por extrañamiento, que cumplió en Europa. Hoy ha vuelto al tapete a raíz de la generosa pensión del sistema de reparto con que se ha beneficiado, prueba adicional de que los socialistas hacen lo que quieren.

          Y días atrás se ha informado que, a la inversa de lo que sucedía antaño, ahora las remuneraciones de los funcionarios públicos son más altas que las del sector privado. Es que la izquierda se ha adueñado del poder para su propio beneficio. No importa cómo lo ejerza. En el Sename pueden haberse muerto 245 y hasta 1.313 niños en estos últimos años (he visto ambas cifras y otras intermedias recientemente publicadas), pero lo que sucede ahí es lo que hoy describe Luis Larraín Arroyo en su columna de “El Mercurio”: “Porque el Sename –dice-- es una institución cuyo principal objetivo es satisfacer las expectativas laborales de los más de 4.500 funcionarios que trabajan en él y sus centros de atención directa. Ésa es la preocupación esencial del gobierno en relación a ese servicio, y si alguien le dice otra cosa, miente”.

          Ganan más que nadie, no se cansan de cobrar, alteran la verdad, encarcelan a los que les impidieron tomar el poder por las armas, lo celebran públicamente en las más solemnes sedes institucionales, hacen todo lo que quieren, y más encima lloran. Y se supone que todo el país debe compadecerse de ellos. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

lunes, 3 de octubre de 2016

La No-Campaña de un No-Candidato


          Sebastián Piñera ha dedicado su vida política a pasarnos por el aro a los del “Sí”. Primero los llevó (a los demás, porque a mí no) a elegirlo senador en 1989, para después dedicarse a demoler la obra del Gobierno Militar desde el Senado (“política de los acuerdos”, mientras compraba acciones LAN a la Corfo). Después logró votos del “Sí” para torpedear a Lavín, que en ese tiempo era todavía del “Sí”, en 2005; y finalmente para triunfar en su candidatura presidencial del 2009, durante cuya campaña conmovió hasta las lágrimas al millar de uniformados retirados presentes en el Club Militar, prometiéndoles un debido proceso y la prescripción para los Presos Políticos encarcelados por la prevaricación de la justicia de izquierda. Ya elegido y con los votos de la familia militar en el bolsillo, se hizo cómplice activo de dicha prevaricación y triplicó, a través de su Ministerio del Interior, el número de querellas contra militares, violando la amnistía, la prescripción, la cosa juzgada y, en general, el debido proceso que había prometido restablecer. Terminó añadiendo la burla a la injusticia, cuando trasladó a los presos de Cordillera a Punta Peuco bajo el símbolo de la hoz y el martillo y la pedrea del comunismo contra el bus de los presos. Todo valía, con tal de subir en las encuestas (que era lo único que le interesaba en ese momento, cuando tenía 22% de aprobación).

          Actualmente el mismo personaje parece tener claro que de nuevo puede reírse de los del “Sí” a sus anchas, y entonces se encuentra en plena campaña presidencial, pero declarando no haber resuelto todavía si será candidato, lo cual, como la mayoría de las cosas que dice, no es verdad. Pues en las últimas semanas hemos visto aparecer en los diarios un aviso a toda página y en colores (costo mínimo de siete millones de pesos) con las fotos suya y de Felipe González, una personalidad que “lo viste”, en el centro del aviso, anunciando un “seminario” en que ambos hablarían al “establishment” de derecha masivamente convocado. Costo probable de la intervención de Felipe González, estadía y viaje incluidos, por lo bajo sesenta millones de pesos. ¿Quién aparece patrocinándolo? Un pequeño “fondo de inversión” de pocos conocido. Hasta aquí van $67 millones de gastos de no-campaña, por lo tanto sin vigilancia del Servel.

          Por supuesto, el “establishment” de derecha concurrió masivamente al respectivo desayuno gratis en un recinto “comme-il-faut”  y recibió como premio aparecer fotografiado en dos páginas de la vida social de “El Mercurio” (costo estimado, catorce millones de pesos), encabezadas por las fotos del no-candidato junto a Felipe González. Éste es la figura ideal de que puede servirse un no-candidato que es del “No” pero aspira otra vez a ser elegido con votos del “Sí” más los de la masa originaria del “No” amedrentada por la revolución en curso, que sigue cuidadosamente los pasos del Foro de Sao Paulo.

          Costo total del desayuno de la no-campaña, 81 millones de pesos, más el buffet: redondeemos en 90 millones. Nada que explicar al Servel porque oficialmente no hay candidato ni campaña.

No obstante lo cual un columnista de “El Mercurio”, partidario de Piñera, escribió después del desayuno: “Dio esperanza ver a González departiendo con Sebastián Piñera esta semana. Porque así como se parecen los destructivos populismos de las derechas y las izquierdas extremas, tienen mucho en común la socialdemocracia liberal de un González con el liberalismo democrático y social de un Piñera”. ¿Quiere usted que le expliquen las diferencias entre “social democracia liberal” y “liberalismo democrático y social”, porque son las mismas palabras, en distinto orden? Escríbale al columnista y pregúntele.

Se confirma mi tesis de que Piñera en nada se diferencia de los socialistas, salvo en que él lo es más que algunos, como Lagos, pues éste subió menos impuestos que él, creó menos ministerios y persiguió menos a los militares (y hasta indultó a uno, cosa que se negó a hacer Piñera con el inocente general Mena, lo que llevó al suicidio a éste.)

Pero las reales posibilidades del no-candidato existen, pues una mayoría está en desacuerdo con las reformas emprendidas por el gobierno actual y, de lo poco que esa mayoría sabe de política, es que el personaje alternativo que más conoce, Piñera, no seguiría adelante con la revolución en curso. Y por eso marcan  preferencia por él en las encuestas. En el fondo, pues, la generalísima de esta no-campaña del no-candidato es Michelle Bachelet. Pero conste que el 62% de los encuestados no marca preferencia por ningún candidato, es decir, casi dos tercios de los chilenos no votarían hoy ni por Piñera ni por quienes aparecen compitiendo con él. Ahí está la esperanza del único postulante del “Sí” que habrá en la primera vuelta, José Antonio Kast, pues pocos saben que es candidato.

Muchos en la derecha dicen que Piñera es el mal menor y argumentan que hizo un buen gobierno, lo cual es doblemente falso, porque representa un mal mayor que Lagos, desde luego, y no hizo un buen gobierno. Al menos la mitad de la creación de empleos, de que se ufana, la debió al enorme impulso fiscal que Andrés Velasco dio a la economía en 2009, lo que generó medio millón de empleos en el solo 2010. Además de aumentar el gasto fiscal en 16,5%, cifra sin precedentes, Velasco también aumentó la inversión pública en 25,1% en 2009, también cifra sin precedentes. Bajo Piñera esta última terminó cayendo en 2013 en 4,3% (“El Mercurio, 01.10.16). Y en el ranking de competitividad internacional, Piñera recibió al país en el lugar 30° y lo devolvió cuatro años después en el 34° (“El Mercurio”, 28.09.16). E hizo subir la deuda bruta del gobierno central de 8,6 mil millones de dólares en 2010 a 12,9 mil millones (El Mercurio”, 29.09.16), y eso que gozó de un precio del cobre que sobrepasó a ratos los 4 dólares por libra. Fue un mal gobierno, que lo único bueno que exhibió fue gracias al impulso del anterior y del precio del cobre.

           En fin, al margen de eso, para un personaje que dice no ser candidato, su no-campaña sin duda no marcha nada de mal, como que puede gastarse más de noventa millones de pesos en un día promoviéndose espectacularmente, sin que el Servel lo vigile como a otros ni pueda objetar ese gasto no-electoral. Una “piñericosa” más, bastante genial, para pasar por el aro, otra vez, a los del “Sí”.