miércoles, 29 de junio de 2016

Eficacia Política de una Cara Dura


          En los momentos en que Laurence Golborne es formalizado por haber emitido facturas ideológicamente falsas por 378 millones de pesos para financiar sus campañas presidencial y senatorial, ha surgido, lapidaria, la voz del ex Presidente Piñera en radio Pudahuel diciendo: “Está bien que los fiscales y la justicia hagan su trabajo, para que Chile sea cada día más probo y podamos erradicar las malas prácticas”.

          ¿No es increíble? Está publicado y no contradicho que sus empresas-insignia, Bancard y Bancorp, recibieron una cantidad parecida a la de Golborne para financiar, con facturas ideológicamente falsas, su campaña presidencial de 2009 y 2010. Por añadidura, ha quedado en evidencia que, además de esos fondos, obtuvo otros por alrededor de 300 millones de pesos de otras empresas que creían contribuir a la misma campaña suya, pero que esos fondos fueron empleados para pagar bonos de desempeño a ejecutivos de su canal de TV, Chilevisión.

Es decir, se benefició personal y pecuniariamente de la simulación. Y hasta hoy no sólo permanece impune, sino que se erige en predicador de la puridad pública y elogia a “los fiscales y la justicia”, por “hacer su trabajo”. El cual, al parecer, consiste en perseguir a los demás y dejarlo a él en la más completa indemnidad, tanta que le permite erigirse en un Savonarola acusador, a cargo de velar por la probidad pública. ¿En qué país estamos?

               La vara con que la justicia y los medios miden a unos y otros de quienes han recurrido a conocidos artificios para financiar campañas es enteramente dispar. Desde la impunidad de Piñera y el sobreseimiento y la libertad que han beneficiado a Ominami, en un extremo, hasta el encarcelamiento de Jaime Orpis por constituir “un peligro para la seguridad de la sociedad”, la sin par “justicia” y la inefable prensa chilena vuelven a dar testimonio de su, no ya doble, sino múltiple estándar.

Porque a Orpis se le ha perseguido por supuesto cohecho por haber defendido un proyecto pesquero que no fue obra suya, sino del gobierno de Piñera, e impulsado por éste. ¿Por qué pensar que Orpis fue “cohechado” y el Presidente originador e impulsor de la iniciativa no? ¿Por qué el primero ha sido arrastrado por el fango del desprestigio, como alguien sediento de lucro –habiendo sido un hombre que toda su vida ha dedicado desinteresadamente trabajo y recursos a obras de auxilio a caídos en la droga— y el segundo, libre de todo cargo y ludibrio, es ovacionado por sus correligionarios ex DC del PRI, al exponer sus “ideas humanistas y socialcristianas” (“La Segunda”, 29.06.16? ¿Tanto puede lograr una cara dura en este país?

          Al menos a otro que la tiene de similar dureza, el senador Pizarro, le ha acaecido que sus hijos, culpados de la recolección de fondos electorales para beneficio de él, han sido objeto de formalización. En cambio, la exitosa defensa de Piñera declara públicamente que “Bancorp es parte del conglomerado de empresas y en este caso cuelga del área de empresas de los hijos… Por eso Sebastián Piñera no ha estado involucrado en su gestión”. Y reitera que “jamás supo nada” del asunto. No tuvo idea de que su campaña recibió 340 millones de pesos de SQM (cuya secretaria encargada de las donaciones electorales lo vio trasponer la misma puerta de la empresa que otros candidatos solicitantes de fondos) ni se enteró de que su patrimonio se había engrosado en 300 millones de pesos por otras empresas que pagaron bonos que de otro modo habría debido pagar él.

          ¿Y por qué, si no estaba enterado de tales irregularidades, al saberlas no se querelló, como correspondía, contra los responsables de sus empresas-insignia autores de esas faltas a la probidad? Se lo preguntó hace tiempo un senador de su ex partido, RN, pero él nunca le contestó.

          Queda de nuevo probado que una cara dura tiene más valor en la política chilena que la más impecable hoja de vida política y personal.

domingo, 26 de junio de 2016

Digitados Por Piñera


          Los partidos opositores sostienen discusiones inconducentes, pues el que realmente los dirige, como en las obras teatrales griegas de la antigüedad, es un poder superior, un “deus ex machina” externo a ellos y que mueve todos los hilos.

          Cuando Joaquín Lavín dijo no hace mucho que el candidato presidencial de la UDI iba a ser Piñera “y lo demás es música”, lo dijo a sabiendas, porque el “deus ex machina” también estaba moviendo los hilos de él, como ha quedado finalmente demostrado en la comuna de Santiago, donde el único que tiene plata para hacer encuestas es Piñera, y éste comprobó, a través de ellas, que el candidato más competitivo frente a Carolina Tohá era Joaquín Lavín. Entonces prontamente aconsejó a su mano derecha, Cecilia Pérez, interesada en competir por la alcaldía, que desistiera de su postulación y cediera el paso a Lavín. Éste parte con una gran ventaja, que ostentan personas (contadas con los dedos de una mano), a la cual debe su buena figuración y es esencial para cualquier aspiración electoral: 99% de conocimiento entre la gente. Entonces, la elección en Santiago será entre Tohá y Lavín porque así lo digitó Piñera.

          Yo siempre he catalogado a la aspiración presidencial de éste, por razones de principios, como “un mal mayor” para el país y hago votos por que haya otro candidato que represente en 2017 mis principios. Pero eso no obsta a que piense objetivamente y me dé cuenta de que Piñera tiene cuatro ventajas muy difíciles de superar:

La primera, el referido 99% de conocimiento, y a nivel país, que es un requisito escaso y esencial para triunfar en una elección. Por ejemplo, Manuel José Ossandón, que podría ser una alternativa frente a Piñera, tiene sólo un 57% de conocimiento. Donde es más conocido, por ejemplo, en Santiago, aventaja sobradamente a Piñera en las encuestas, pero en el resto del país no. Otros posibles candidatos que me representan tienen todavía menor nivel de conocimiento y por tanto menor apoyo en las encuestas, porque en éstas nadie expresa preferencia por alguien que ni siquiera conoce.

La segunda ventaja de Piñera es que cuenta con la mejor generalísima para su campaña. Se llama Michelle Bachelet y se las ha arreglado para completar la “obra gruesa” de un programa que se ha ganado el desafecto de la mayoría, que rechaza sus “proyectos insignia”, según todas las encuestas, y les achaca el frenazo de la economía y el pesimismo sobre el futuro. De ahí surge la reflexión espontánea de la mayoría: con “Piñera estábamos mejor”. A la gente no le gusta lo que sucede y la primera alternativa que se le ocurre es la que más conoce, la del gobierno del ex Presidente, cuando el país estaba mejor.

La tercera ventaja de Piñera es que la mayor parte de la gente le atribuye a su gobierno méritos que no tuvo. La gente sólo sabe que todo estaba mejor que hoy. La gente ignora la verdad económica y cree que gracias a la gestión de Piñera se creció al 5% y disminuyó el desempleo. Pero eso no es así. El envión que recibió Piñera provino de un aumento sin precedentes del gasto público en el último año de Bachelet, de 16,5%; y de que el cobre subió a 4 dólares por libra en 2011. Andrés Velasco se gastó, como Ministro de Hacienda, nueve mil millones de dólares de las reservas acumuladas para enfrentar emergencias como la crisis de 2008-9. Todo eso provocó que en 2010, sin ningún mérito propio, Piñera viera aumentar en medio millón los puestos de trabajo, mérito ajeno que, muy de acuerdo con su carácter, se atribuyó y atribuye personalmente. Y la gran mayoría de la gente piensa que fue de él y está dispuesta a votar por él por esa razón.

Y la cuarta ventaja de Piñera es que cuenta con un presupuesto electoral muy superior al de cualquier otro aspirante presidencial, y está dispuesto a gastar en lo que más valora en esta vida, su propia ambición. Y en eso está. Tiene organizaciones a su servicio, como “Avanza Piñera”, que los diarios llaman “Avanza Chile”, donde trabajan calificados profesionales a su servicio y al de realzar su obra. Y “pone fichas” en todas partes. El otro día él mismo presentó un libro en la Fundación Jaime Guzmán. ¿Alguien cree que lo invitaron por ser fanáticos de Piñera? Ellos saben, como lo sé yo, lo que pensaba Jaime Guzmán de él. Personajes de la farándula que habitualmente destrozan a figuras políticas son piadosos con él y no falta quien le hace abierta propaganda favorable. Él se ha preocupado de eso y, como tiene con qué…

A propósito de lo mismo, en otra columna me he referido a la táctica de Piñera de anular a sus adversarios por la vía de la co-optación. Él no los confronta cuando lo atacan, sino que los “co-opta”, y entonces dejan de atacarlo. En anterior blog recordé cuando, en 1989, en plena campaña senatorial, “Fortín Mapocho” tituló a todo lo ancho de su primera plana con el escándalo de Piñera como gerente del Banco de Talca. Pues bien, en los días siguientes no se tocó más el tema y la única información sobre Piñera se redujo a dar cuenta gráfica del asado de camaradería que éste había ofrecido a la plana mayor y periodistas de “Fortín Mapocho”. Fin del tema Banco de Talca.

Que yo recuerde, las columnas más fuertes de crítica a Piñera aparecidas en la prensa, con la posible excepción de una de Teresa Marinovic en Biobio TV (“El Prontuario de Piñera”) y de las mías, fueron una de hace años de Fernando Villegas en “La Tercera”, titulada “El Chico Listo”, en que lo hacía pedazos; y otra, tal vez más fuerte que ésa, de Carlos Peña en “El Mercurio”, el año pasado, admirándose de que ninguna de las irregularidades en que incurre el personaje le hiciera perder popularidad. Decía cosas realmente lapidarias sobre él, que he comentado en este blog.

Ambos acerbos críticos han pasado ahora a abstenerse de toda mención negativa de Piñera. Villegas, explicablemente, porque comparte con Cecilia Pérez, brazo derecho del ex Presidente, un programa de opinión en Agricultura. El rector Peña, porque lo he visto, después de su crítica lapidaria, compartiendo escenario con Piñera en la universidad que encabeza y he leído en posterior columna suya alusiones favorables a su vituperado de otrora.

El tema de las boletas y facturas falsas que han destruido el presente y futuro electoral de otros no ha afectado el de Piñera, siendo que obtuvo más financiamiento por ese medio que casi todos los demás y se benefició personalmente. Su ostensible paternidad en la elección de Sergio Jadue para la presidencia del fútbol ni siquiera ha sido mencionada al descubrirse los reales alcances de la gestión de éste. Ni nadie siquiera ha osado mencionar, ahora que se conocen los escándalos del kirchnerismo en Argentina, la participación de Piñera como controlador de LAN en la consecución de permiso para operar allá mediante pago al ex Ministro Ricardo Jaime, hoy preso. Sólo voces muy aisladas examinan su prontuario, de modo que goza de una saludable impunidad.

         En esas circunstancias, el futuro se le presenta favorable. Tiene los medios para digitar a la oposición completa, y ésta, como un solo cuerpo, lo proclama guía y conductor. “Lo demás es música”. Y su “generalísima” hace lo necesario como para que la mayoría ciudadana no dude en señalarlo a él como más seguro sucesor, llamado a salvar a la Patria del desastre que ella ha provocado.. 

jueves, 23 de junio de 2016

Ejercicio Periódico de Ignorancia


          La vida política consiste en gran medida en un juego en que la dirigencia política, que mayoritariamente (no totalmente) entiende la esencia de los conceptos, se pone al nivel de la masa, que no entiende casi nada o, simplemente nada. 

          Este juego se repite periódicamente en relación al salario mínimo, que es perjudicial, pero popular. La mayoría de los dirigentes y parlamentarios sabe que es perjudicial, pero como es popular, aprueba su incremento. Una minoría de dirigentes genuinamente equivocada cree en conciencia que es bueno aumentar el salario mínimo, y por eso monseñor Goic propició hace ya años aumentarlo a su monto actual, seguramente de buena fe, y se anotó un gran éxito de popularidad. Hace poco renovó su prédica y por eso yo escribí un comentario que se titulaba “¿Y Por Qué No Un Millón, Monseñor?” Porque si fuera cierto que con una ley se puede mejorar las remuneraciones sin mayores consecuencias, ¿por qué no aumentarlas mucho más? Pero ni monseñor Goic ni nadie me contestó “por qué no un millón”.

          Los países más inteligentes que el nuestro (no son pocos) saben que eso no puede hacerse. Por eso los suizos acaban de rechazar, en un referéndum, la idea del Gobierno de darle a cada familia el equivalente de un millón y medio de pesos mensuales, idea que en nuestro país habría conseguido el voto “sí” del 99% de la gente. Es que los suizos saben dos cosas que los chilenos ignoramos por completo: una, que “todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para lograrlo, pero sin recibirlo”; y la otra, que “el Gobierno no puede entregar nada a alguien si antes no se lo ha quitado a otra persona”. Los suizos saben que el millón y medio que les prometen dar, el Gobierno primero se lo va a quitar a ellos mismos y que los burócratas de todas maneras se van a quedar con una parte para sí, así es que les van a sacar, en definitiva, más de lo que les van a dar. Y por eso ganó el “no”.

          Como acá no entendemos nada de eso, la burocracia del Ministerio de Educación se lleva ocho BILLONES de pesos al año, lo que sobraría para que todos los niños de familias con ficha de protección social pagaran la colegiatura de establecimientos de su elección, como el Grange, el Villa María, el Tabancura, el San Ignacio, el Colegio de los Andes y las mejores universidades, cualquiera de ellas que las familias tuvieran la libertad de elegir, pero que ahora no pueden elegir por falta de los recursos que se lleva la burocracia socialista-comunista-DC-PR.

          En síntesis, aumentar el salario mínimo equivale a hacerles pagar a todos los que han contratado a alguien por esa suma, una mayor que la acordada entre empleador y trabajador, que era lo que realmente valía lo que éste produce.

          Los legisladores y el Gobierno saben que, en esas condiciones, los empresarios contratarán menos personas pobres, y éstas se van a ir a buscar trabajo al mercado informal, donde ya estaban los más pobres; y también saben que, por eso, el ingreso económico de los más pobres va a disminuir ante la mayor oferta de brazos en el mercado informal y el único efecto va a ser que esos más pobres entre los pobres van a tener menos empleo.

          Eso lo saben los legisladores, y por eso en la ley de reajuste del salario mínimo establecen uno más bajo para los más jóvenes y los más ancianos. ¿Por qué los discriminan? Porque confiesan tácitamente que subirles el salario mínimo igual que a los demás los perjudicaría más.

          Entonces todos los años, en medio del aplauso general, aprobamos un reajuste que perjudica a los más pobres y aumenta el número de éstos que no encuentran trabajo. Y a eso lo denominamos “una conquista social”.   

lunes, 20 de junio de 2016

Con Permiso de la Izquierda


          Si no fuera por el apoyo de un sacerdote de izquierda y algunos parlamentarios de la Nueva Mayoría, no tendría ninguna posibilidad de prosperar la iniciativa para que los presos políticos militares con alzheimer o enfermedades terminales puedan recibir el beneficio de la libertad condicional. Pues parece que, en Chile, lo que la izquierda no promueve simplemente no existe, ya que ni la propia derecha se juega por ello. Los presos políticos militares enfermos y ancianos llevan décadas en tal condición y ni siquiera la prensa de derecha les había prestado mayor atención, pero ahora la izquierda se interesó y entonces el tema fue acogido. Es la realidad del “sector”.

Así, ahora levantan la voz los dirigentes de derecha menos cooptados por Piñera, pues los que lo están más huyen del tema de los abusos perpetrados en nombre de los derechos humanos. Es que Piñera como gobernante fue el más sañudo perseguidor de los presos políticos y cómplice de la prevaricación que los mantiene encarcelados, tanto que bajo su gobierno el Ministerio del Interior triplicó el  número de querellas ilegales en su contra.

Pero ahora hasta el senador Hernán Larraín (UDI) parece que por suerte viene de vuelta, porque se ha plegado a esta iniciativa humanitaria, después de haber advertido, hace años, cuando votó para poner en libertad a terroristas de izquierda, que eso no podía ser considerado “moneda de cambio” para beneficiar a los “violadores de derechos humanos”, como les decía entonces y hasta hoy les dice Piñera. Recuérdese que también Larrain, junto al DC Patricio Walker, no hace mucho pidió perdón a la guerrillera Quintana, quemada accidentalmente en 1986 por los propios artefactos incendiarios que portaba para lanzarlos a vehículos de locomoción. (El Gobierno planea de nuevo traerla de vuelta este 11, desde su cargo diplomático, como lo hizo el año pasado, con fines publicitarios.)
          
        Coincidentemente, la Corte Suprema de mayoría izquierdista reconsidera en estos días uno de sus propios atropellos al debido proceso y hace un acto de contrición al aprobar la libertad condicional del que fuera subteniente en 1973, Hernán Ovalle Hidalgo, condenado a doce años y un día por el solo hecho de haber leído una nómina que le entregaron y que se le ordenó comunicar al personal de Industrias Sumar, un nido guerrillero. Resultó que, de los nombres que leyó, varios después perdieron la vida, cosa que Ovalle no podía saber, pues no tenía que ver en el asunto. Pero la justicia de izquierda, contra el voto disidente del ministro Nibaldo Segura, que en su tiempo acreditó la falta de pruebas incriminatorias, lo condenó como “cómplice” de los homicidios, de los cuales hasta ahora no existen autores identificados. Por supuesto, el senador Juan Pablo Letelier ha protestado públicamente por habérsele dado la libertad a Ovalle, “violador de los derechos humanos”, según él, por haber leído una nómina. Todo esto lo ha dado a conocer el abogado Adolfo Paul en carta a “La Tercera” del 19.06.16.

          Caso parecido al de Rafael González Berdugo, agente civil de inteligencia adscrito a la FACH, condenado como cómplice en la supuesta “desaparición” y muerte del extremista norteamericano Charles Horman por el ministro sumariante Jorge Zepeda, uno de los que en estos días ha puesto en prisión efectiva al senador Orpis. La ironía reside en que precisamente González Berdugo fue quien encontró los restos de Horman cuando todos lo proclamaban “detenido-desaparecido”. Hasta hoy no hay autores identificados de su muerte, aunque sucesivamente se ha culpado a variados norteamericanos y chilenos. De hecho, nunca fue un “desaparecido”, sino un caído en la lucha callejera posterior al 11, cosa explicable, pues vivía en pleno “Cordón Vicuña Mackenna”, un nido guerrillero armado, organizado durante la UP, para consumar el Plan Zeta.

En el caso de Horman, como la diplomacia norteamericana reclamara ante la Junta, en 1974, por la  falta de noticias sobre el sujeto, el ministro de Defensa, almirante Patricio Carvajal, ordenó a González Berdugo encontrarlo, y éste comprobó que su cadáver había estado en el Instituto Médico Legal y de ahí había sido trasladado al Cementerio General y sepultado. Lo hizo exhumar y lo entregó a la embajada norteamericana a principios de 1974.

No obstante, el cineasta griego izquierdista Costa-Gavras encontró que las mentiras sobre Horman eran “vendedoras” y servían para desprestigiar a la Junta, de modo que filmó en los ’80 la película “Missing” (“Desaparecido”), con Jack Lemmon y Sissy Spacek, cuando hacía seis años ya se sabía que sus restos habían sido sepultados en Nueva York. Por supuesto, lo que todo el mundo todavía cree es que Horman sigue “missing”. La tarea de la verdad histórica no termina nunca.

Y como esa verdad ha sido reiteradamente derrotada, tenemos el espectáculo de todos los terroristas marxistas libres y un penal lleno de los militares que les impidieron tomarse el poder, hoy ancianos, algunos con alzheimer y otros enfermos terminales, pero todos igualmente condenados contra todo derecho.

Como nunca han sido delincuentes y son personas decentes y de orden, mantienen el penal limpio y ordenado, cosa que les da infinita rabia a los y las izquierdistas y kerenskys del Gobierno. Tanto que, al encontrársele un teléfono celular al mayor (r) Álvaro Corbalán, uno de ellos, lo enviaron por orden de la ministra Javiera Blanco por un mes a confinamiento solitario en la Cárcel de Alta Seguridad. Tiene  una diabetes grave, cáncer y perdió la vista en un ojo, con riesgo de perder el otro. Durante un traslado fue atacado y herido por un extremista autor de fechorías recientes (porque los demás están  libres). El mes de confinamiento dura ya siete. Y el trío de “Mujeres por el Odio”, Michelle Bachelet, Isabel Allende y Javiera Blanco, anuncia que estudia cómo agravar la condición de los demás caballeros ex uniformados presos, pues, al parecer, los sufrimientos infligidos a Corbalán no les brindan suficiente deleite. Y la guardiana oficial del odio, Lorena Pizarro, protesta en las calles contra la medida humanitaria.

Pero todo esto remece la conciencia del resto de la izquierda y de la DC, lo que a su turno está repercutiendo, por suerte, hasta en la de la derecha cooptada por el principal cómplice de la persecución ilegal a los militares que salvaron a Chile. Esto no había sucedido antes. ¿Se estará civilizando Chile?

viernes, 17 de junio de 2016

País al Mejor Postor


          Hay un clima de caos, qué duda cabe, pero yo les digo a quienes me quieran oír que esto ya se acabó y que se queden tranquilos. Este gobierno ya es pasado, pues en su último año todos van a estar preocupados de elegir a su sucesor y nada de lo que intente concluir va a prosperar. Su reforma laboral, que tenía tan preocupados a los que producen (y de cuyo quehacer todos vivimos, en particular los funcionarios que idearon esa reforma bajo el dictado comunista) definitivamente “se trancó” y el propio Gobierno ya reconoce que no podrá quedar aprobada hasta el próximo año. La reforma constitucional o “proceso constituyente”, que nadie sabe en qué puede terminar y provoca una tremenda incertidumbre, nunca estuvo concebida para aprobarse bajo este gobierno y si hay algo claro hacia el futuro es que el próximo no va a ser revolucionario de izquierda como éste y, por lo tanto, bajo él ni siquiera se va a hablar de reforma constitucional.

          Luego, todo esto de los “encuentros locales” y los “cabildos” no tiene la menor importancia práctica, pues es una cosa artificial promovida por el Gobierno y que no le interesa a casi nadie. He probado en anteriores blogs que nunca la gente mencionó en las encuestas, entre los quince temas prioritarios que la preocupaban, el de la reforma constitucional. Sólo la mencionaron, y en los últimos lugares, cuando artificialmente el régimen la puso en escena, y de la peor manera posible, es decir, a cargo de “encuentros” y “cabildos” legos que no saben nada de constituciones y, desde luego, ni siquiera han leído la vigente. Pues recuerden ustedes ese apotegma según el cual “un camello es un caballo dibujado por una comisión” y entonces imagínense el esperpento que puede salir de miles de comisiones de personas silvestres que no tienen la menor idea de Derecho Constitucional.

          Lo lógico, en caso de una reforma en serio que realmente fuera necesaria --lo que no es el caso en el Chile de hoy— sería designar a los más destacados juristas para consumar esa tarea, como lo hizo el Gobierno Militar, que incorporó a abogados de todas las tendencias democráticas y formó la Comisión Ortúzar. Ésta trabajó seis años y en ella hubo plena armonía entre los juristas para alcanzar soluciones tan buenas como las que han permitido este cuarto de siglo de ejemplar estabilidad política, sin precedentes desde los decenios legados por Portales en el siglo XIX.

          A propósito de eso y repasando textos he encontrado una “perla” que deslumbrará a los DC de hoy: su correligionario y destacado constitucionalista, Alejandro Silva Bascuñán, presidente del Colegio de Abogados en 1973 y miembro de la Comisión Constituyente, publicó lo siguiente en la Revista de Derecho y Jurisprudencia de octubre de 1973: “Han concurrido, pues, a juicio del Colegio de Abogados, en el caso de Chile, todas las condiciones doctrinarias para estimar como legítima la rebelión armada que depuso al gobierno anterior”. Y añadía don Alejandro: “Y es obvio, como dice un autor, ‘si es legítimo deponer a una autoridad ilegítima, quien la reemplace a través del derecho legítimo de rebelión, necesariamente tendrá que tener un título de origen legítimo’”. (Esta cita es un aporte del abogado Fernando Saenger).

          En consecuencia, personas que se sienten incómodas al hablar de “Gobierno Militar”, como alguna vez dijo sentirse el senador Hernán Larraín, en lugar de calificarlo de “dictadura”, podrían llamarlo “gobierno legítimo”. Y eso corre para todos los DC, si es que algún respeto conservan por la memoria de su correligionario Alejandro Silva Bascuñán, constituyente de 1980.

          El hecho es que el actual gobierno revolucionario tiene al país en una condición bastante anárquica y se ha ganado el repudio popular, tanto que por primera vez en años las encuestas muestran que hay mayor preferencia por el conglomerado opositor, Chile Vamos, que por la Nueva Mayoría. Y entretanto ya parece que aquí no manda nadie: colegios y universidades tomados, delincuentes que se pasean robando y asaltando como Pedro por su casa y nadie les hace nada, parte de una región en manos de la guerrilla comandada por un subversivo de acento caribeño, sacrílegos que destruyen una imagen de Cristo en plena Alameda, tras asaltar una iglesia, y no les pasa nada. El cambio viene y es inevitable. Y todo el mundo ya lo sabe.

Luego éste ha devenido un gobierno terminal, con el inefable Mario Fernández a cargo de administrar la quiebra, a quien estoy viendo en este mismo momento expresar su felicidad tras un encuentro con el principal causante de la quiebra, en su calidad de partido al mando de la Nueva Mayoría: el comunista.

Chile se ofrece al mejor postor. El único consuelo reside en que no se lo van a adjudicar los mismos elementos extremos que lo hicieron quebrar..   

martes, 14 de junio de 2016

Crónica Subdesarrollada


          Los blogueros, aunque a veces no lo parezca, tenemos vida personal y yo no soy la excepción. En el curso de esa vida personal tuve que ir ayer a almorzar en el Club de la Unión del centro y lo hice en mi auto alemán del año 2015, provisto de neumáticos alemanes para calles alemanas bien pavimentadas y no para calles chilenas llenas de hoyos, de tal manera que cuando transitaba por Santo Domingo a la altura de Morandé, cayendo en “eventos” cada vez más profundos, hubo uno definitivamente enorme que me liquidó el neumático delantero izquierdo, con el cual, reventado, llegué a duras penas al estacionamiento debajo de La Moneda.

          Miré el estropicio y me dije que debería comer liviano para estar en condiciones de cambiar la rueda después del almuerzo. No sé si la cazuela, plato único que pedí, era tan liviana, pero estaba muy buena. Volví al estacionamiento y puse manos a la obra. El calce de la gata con la carrocería parecía obvio, pero no lo era, porque al levantar el vehículo un soporte debajo de la puerta chirrió y una lata de la carrocería se abrió. Entonces decidí que yo era demasiado subdesarrollado como para usar una gata alemana, así es que llamé al representante de la marca y me enviaron a un experto, que llegó tras media hora en metro y logró levantar el auto y cambiar la rueda por la de repuesto.

Esta última es de aspecto algo ridículo y más pequeña. Con ella me fui entonces por un costado del Parque Forestal en dirección al taller de neumáticos para reemplazar el siniestrado, pero cuando iba a la altura de Miraflores otro hoyo gigante, que no vi a tiempo, me liquidó el repuesto. En las lamentables condiciones en que quedé, y ya sin recambio posible, entré a la Costanera Norte a la vuelta de la rueda, lo que no fue problema, porque estaba congestionada y todos iban a la vuelta de la rueda, claro que los demás sin un neumático roto ni la angustia que yo sentía.

Pero a la altura de La Concepción decidí que la cosa ya no daba para más y resolví salirme para llamar una grúa. Quedé estacionado en la Plaza de la India, frente a Indisa, y los representantes de la marca me dijeron que la grúa llegaría una hora después, si podía con el tráfico. Pero no pudo y sólo llegó a la hora y media. A esa altura ya me había perdido el partido México-Venezuela.

          La grúa se llevó el auto al taller y desde ahí me llamaron hoy para que activara el seguro del auto. La póliza decía que debía dejar primero constancia en Carabineros. Fui a la Comisaría de Los Dominicos y quise sacar número de atención, pero el rollo de los números no tenía papel, así es que esperé mi turno hasta que me atendió una carabinera joven y recibió mi constancia, no sin antes decirme que no representaba la edad que tenía, cosa que le agradecí. Traté entonces de activar mi seguro, pero BCI Seguros me dijo que mi póliza estaba cancelada por no pago. Yo revisé mis papeles y le contesté que había pagado $233.065 de prima el 18 de febrero y, si me habían cancelado la póliza, que por lo menos me devolvieran la plata.

          Si yo no viviera en un país subdesarrollado seguramente me habrían llegado las cartas de cobro del seguro del auto, pero mi cartero pasa sólo muy de vez en cuando y para cobrar la cuenta.

          Costos del subdesarrollo para mí: dos neumáticos caros destruidos por hoyos de las calles; $233.065 pagados a BCI Seguros por una póliza que había sido cancelada, pese a lo cual no me devolvió el pago; reparación de carrocería por mi subdesarrollada ignorancia acerca de cómo colocar una gata bajo el auto; y la perspectiva de que los nuevos neumáticos fabricados para calles alemanas, que voy a tener que comprar, vuelvan a ser destruidos por los “eventos” de nuestras céntricas calles chilenas. Que no son nada al lado del Cristo destrozado, de los liceos vandalizados, de las universidades tomadas, de la Araucanía en llamas (cuyo intendente dice que es la tercera región más segura del país); de la inversión que cae por tercer año consecutivo, del desempleo que aumenta y del nuevo ministro, que jura que va a aplicar al pie de la letra el Programa, sin duda la causa de la mayoría de los peores males nacionales actuales.

jueves, 9 de junio de 2016

¿Cuándo Nos Jodimos Todos?


          Desde que salió en “El Mercurio” la carta del militante DC Álvaro Covarrubias Risopatrón titulada “¿Cuándo se Jodió la DC?” y el doctor Pedro Becker le contestó al día siguiente una breve nota explicándole que fue cuando, después de haber apoyado el pronunciamiento militar, se cambió a la oposición a la Junta, no sólo está autorizado usar el vocablo coprolálico “joder” para referirse a la situación chilena, si no aclarado cuándo la DC se jodió.

          En realidad, el que lo incorporó a literatura docta fue Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral”, coloquio durante el cual un joven preguntaba “cuándo se jodió el Perú”. A partir de ahí la pregunta se tornó habitual y universal.

          Yo estimo pertinente extenderla: “¿Cuándo nos jodimos todos?”. Porque en este momento no sólo todos lo estamos, sino porque la respuesta es perfectamente clara: cuando el “No” ganó al “Sí” en 1988 y después, para empeorar las cosas, Aylwin ganó a Büchi el ’89.

          Pues en 1990 el país iba como avión. Había sido el primero de América Latina en superar la crisis de la deuda (“década perdida de América Latina”), crecía a más del 10% anual, al término de la transición 1981-1990 se había establecido una sociedad libre y democrática; el desempleo se había reducido en cinco años de 11% a 5% y, por tanto, la pobreza retrocedía velozmente (pues su principal causa es la cesantía en las familias más pobres); había autoridad, pues se aplicaba mano dura al terrorismo, y ni siquiera había conflicto mapuche en la Araucanía, como que los caciques indígenas había condecorado al Presidente Pinochet, designándolo “Gran Conductor y Guía” (“Ullmen F’ta Lonko”). Era tanta la complacencia en la zona que fue una de las dos que no se equivocó en el plebiscito y le dio un amplio triunfo al “Sí”.

          Hoy día arde el país en medio del segundo intento de revolución marxista, pero especialmente arde la Araucanía, donde operan las FARC chilenas (supongo que todo el mundo notó el acento tropical del jefe de los encapuchados supuestamente mapuches que admitieron a la periodista Paulina de Allende-Salazar en su territorio, escindido por la fuerza e impunemente del solar patrio).

          Y no sólo está jodido el gobierno, como es público y notorio desde que un tipo honesto y decente como Jorge Burgos se declara enfermo y se va ante la imposibilidad de seguir siendo ambas cosas y al mismo tiempo ser cómplice de matar a los que están por nacer, perseguir a los carabineros por impedir que los encapuchados destruyan e incendien, liquidar la enseñanza libre y minar la producción a través de entregar el monopolio sindical al Partido Comunista.

          Pero si todo eso tiene jodida a la DC, también está jodida la oposición, pues también está en manos del “No”, representado por un multimillonario sin escrúpulos, cuya única meta es cumplir su ambición de volver a la Presidencia y que tiene cooptados (es la manera elegante de decir otra palabra) a todos los centros de poder político y comunicacional de la derecha, con la posible y única salvedad de este blog (aunque mis detractores, que son muchos, sostienen que eso se debe sólo a que no he recibido una oferta que no pueda rechazar).

          Perdónenme, pero no puedo sino pensar así cuando veo que Sebastián Piñera es uno de los presentadores de un libro editado por la Fundación Jaime Guzmán. ¿Qué diría Jaime Guzmán? No puedo sino recordar cuando me llamó por teléfono en 1989 para insistirme en que fuera candidato a senador por Santiago Oriente para derrotar a Piñera, porque veía en él al peor cuchillo cercenador del legado del Gobierno Militar, como efectivamente lo ha sido desde que yo no pude cumplir la misión que me encomendó Guzmán.

          Piñera tiene una táctica muy eficaz para enfrentar a sus adversarios y también a los que no lo son, pero no se le han plegado suficientemente: los “coopta”. Recuerdo precisamente un caso de 1989, cuando “Fortín Mapocho”, un diario de furibunda oposición al gobierno de Pinochet (ahora dicen que entonces, bajo “la dictadura”, que no era tal, pues había sido elegida en 1980, no había libertad de prensa ni periódicos opositores, pero esto tampoco es verdad) desplegó un titular a seis columnas en primera página denunciando el escándalo de las actuaciones de Piñera como gerente del Banco de Talca a comienzos de los ’80, que generó su procesamiento por la justicia. El ataque amenazaba seguir y todos esperábamos un contraataque o querella de Piñera, pero no hubo nada de eso, sino la amplia información en el propio “Fortín Mapocho” sobre un asado que el candidato ofreció en su hogar al director y periodistas del diario, en un clima de cordial amistad que implicó el término de las denuncias sobre el Banco de Talca.

         En este momento la oposición toda está “cooptada”. Los medios lo están y me pregunto si también la justicia, porque veo el ensañamiento de unos y otros con, por ejemplo, Jaime Orpis, por haber recibido recursos de empresas para financiar sus gastos electorales mediante facturas y boletas “ideológicamente falsas”, y el más completo silencio sobre Piñera, que recibió más del doble que Orpis por los mismos medios. Se hace escándalo porque Orpis habría pagado gastos particulares con ese financiamiento y nada se dice de la evidencia de que Piñera hizo lo mismo al pagar con fondos de SQM y Aguas Andinas bonos de desempeño a ejecutivos de una empresa suya (Chilevisión). Con la diferencia de que Orpis debió renunciar a la UDI, mientras en la misma UDI algunos sostienen que Piñera debe ser su candidato “y lo demás es música”. Yo nunca había visto medir a la gente con tan distintas varas.

          En fin, veamos: ¿está realmente jodida la DC? Por supuesto. Yo no sé, ni ella misma sabe, qué va a hacer para cumplir la misión imposible de seguir gobernando con los comunistas. ¿Cómo lo va a hacer Mario Fernández, un “conservador valórico”? No lo sé y me temo que él tampoco. Es una buena persona y le tengo aprecio, pero creo que cedió a la tentación de estar en primer plano. Me hizo recordar la frase de Arturo Fontaine Aldunate, que cuando era director de “El Mercurio” una vez me dijo: “Nunca he conocido a nadie que no quisiera ser ministro, ni nunca he conocido a ningún ministro que se hubiera ido queriendo realmente irse”.

          Y así estamos, condenados al “No”, es decir, mal. Entre la Nueva Mayoría, que ya no es mayoría, y la oposición cooptada por Piñera, que no es oposición (a quien crea que lo es, que lea su discurso en el 80° aniversario de “La Segunda”, en 2011, condenando la “escandalosa desigualdad” que hay en Chile, en los mismos términos en que lo hace Bachelet. 2.0 y que lo llevó a hacer un gobierno similar al de Bachelet 1.0, el V de la Concertación y bajo las banderas de ésta).

          Respondo entonces, finalmente, la pregunta inicial: ¿Cuándo nos jodimos todos? Cuando en 1990 el país quedó para siempre en manos del “No”, y después, en 2009, cuando la oposición también quedó, y hasta hoy, también en manos del “No”.

domingo, 5 de junio de 2016

Entre el Bien Mayor y el Mal Menor


          ¡Por fin tendremos en candidato del “Sí”! Todo en Chile se ha definido desde hace 26 años en favor del “No”. Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet I, Piñera, Bachelet II, todos del “No”. Hasta cuando creíamos tener un candidato triunfante (Lavín, que al final perdió), éste, durante la campaña, dijo que “si hubiera sabido”, habría votado “No”. “Cerebro lavado”. Se había “dado vuelta la  chaqueta”.

          Bueno, al fin ahora tenemos no sólo a un hombre del “Sí”, José Antonio Kast, que está resuelto a ser candidato, sino dos, pues el coronel Labbé ha declarado su disponibilidad, en una época en que la mayoría pide una mano firme como la que él demostró tener en Providencia. No olvidar 1952, cuando el general Ibáñez ganó lejos, prometiendo barrer con la descomposición ambiente, siendo que dos décadas antes había sido destituido casi por unanimidad como dictador. Ni olvidemos el clamor popular de 1973, cuando Frei escribía que se levantaban banderas de celebración en las poblaciones ante el pronunciamiento.

Estaré con cualquiera de ambos, Kast o Labbé, que se lance a reunir las 35 mil firmas que los separan de la candidatura presidencial. Yo garantizo mil. ¿Cómo no van a tener 35 partidarios como yo? El viernes almorzamos con ambos en una mesa del “Sí” y había 25. ¡Sí se puede!

          Con eso ya estaremos posicionados en la primera vuelta. El “Sí” es mucho más poderoso de lo que la gente cree. Yo lo veo en la calle, donde se me acercan personas de todas las condiciones a expresarme su apoyo a mi defensa del gobierno que salvó a Chile y lo puso a la cabeza de América Latina con una democracia próspera y estable (que ahora la izquierda está destruyendo, lamentablemente). Claro, también una que otra persona, en el lenguaje propio de la izquierda, me grita “facho asqueroso” o “viejo c…”, pero son el uno por ciento.
          
         ¿Y si perdemos en la primera vuelta? Bueno, en ese caso tendríamos que elegir, probablemente, entre Lagos y Piñera, que para mí son, respectivamente, el “mal menor” y el “mal mayor”, pues el segundo se dedicó a criminalizar a la derecha por su apoyo al Gobierno Militar, lo que la destruyó electoralmente, posibilitando el triunfo de la retroexcavadora marxista. Además, aumentó el tamaño del Estado creando ministerios; subió los impuestos y se dedicó a perseguir a los militares, triplicando el número de querellas ilegales en su contra y trasladando a los que estaban presos en un penal decente a otro peor y hacinado. Y, conociéndolo, estoy seguro de que si saliera de nuevo electo, los trasladaría a otro de reos comunes, como quiere el trío de mujeres odiosas (Michelle Bachelet, Javiera Blanco e Isabel Allende).

Lagos, en cambio, no persiguió a los militares e incluso indultó a uno; no subió impuestos, sino que estimuló la inversión con la Ley del Mercado de Capitales I; ni aumentó el número de ministerios (incluso opinó que debían ser menos). Es claramente el mal menor y yo votaría por él en segunda vuelta. Es un mal, porque ha estado siempre equivocado, pero ha rectificado. Y, además, supongo que no va a cambiar la Constitución, como quiere Piñera al igual que la izquierda, pues el mismo Lagos se apropió de ella (indebidamente) en 2005 y la declaró digna de la democracia chilena. Eso da mucha estabilidad al país.

          Entonces, entre un tipo equivocado que rectifica y uno que también está equivocado pero está siempre haciendo trampas y no aprende nada, como que se va hacia la izquierda a cada rato, el mal menor es claramente el primero.

Ahora, si la Nueva Mayoría llevara a Isabel Allende, ahí sí que en la segunda vuelta estaríamos frente a dos “males mayores” y en ese caso creo que pensaría seriamente en no votar y llamar a Hernán Büchi para pedirle que me ubique una casita para la familia en Zug. Pero no creo que los de la Nueva Mayoría incurran en semejante torpeza, desde luego por la alta probabilidad de que la candidata no llegara a la hora para su inscripción en el Registro Electoral.

Entonces, el “Sí” vive y tendrá candidato “sí o sí”. Y su más probable amenaza será un mal menor. Es decir, nunca habíamos tenido tan buenas perspectivas desde 1990.

jueves, 2 de junio de 2016

Contentos, Señores, Contentos


          Así estamos. Pues creíamos estar muertos, y no: ha pasado algo indicador de que todavía respiramos. Tras seis gobiernos consecutivos del “No” que deterioraron la economía, falsificaron la historia, se vengaron de los que salvaron a Chile y les han repartido ya largo más de dos mil millones de dólares a victimarios marxistas hoy convertidos en “víctimas”, totalitarios ahora autodenominados “demócratas” y agresores travestidos de “agredidos por violaciones a sus derechos humanos”, parecía que los del “Sí” habíamos dejado de existir. Sobre todo cuando el más rico mercader de la política chilena estaba, en una operación de “toma de control hostil” de la UDI y aprovechándose de su inopia, adquiriendo a precio de liquidación el partido fundado por Jaime Guzmán y que creíamos nuestro último bastión.

          Todavía más tras la puñalada trapera con que sus dirigentes se deshicieron del coronel Labbé, negándole su derecho a primarias en Providencia y añadiendo la injuria a la herida, al decirle que su sola presencia en la UDI “le hacía mal al partido”. Eso ya parecía certificar nuestra defunción.

Pero entonces renunció José Antonio Kast junto a 31 personalidades significativas de la colectividad, colmados ya de que ella haya devenido hogar político de “arrepentidos”, “bacheletistas-aliancistas”, piñeristas y penitentes con sus cerebros prolijamente lavados que repiten como un mantra y mea culpa que “si hubiera sabido lo que pasaba habría votado ‘No’”.  Ya el colmo fue el twitter de un aspirante a presidir el partido con la consigna comunista de “repudio a las violaciones de derechos humanos” en protesta porque el diputado Urrutia rindió homenaje a la memoria del Presidente Pinochet en la Cámara.

Por eso la renuncia de José Antonio certifica que, pese a todo ello, el “Sí” todavía vive y puede originar, “desde las cenizas”, un partido respetable de derecha en la política chilena, como el que la UDI ha dejado de ser. Certifica, además, que no toda la gente se deja sobornar ni lavar el cerebro. Y, en fin, que el coraje político no ha muerto en la derecha, como lo probó el mismo Kast al representarle personal y públicamente al Presidente de la Corte Suprema, desafiando una funa comunista, la escandalosa discriminación consistente en conceder la libertad condicional a más de dos mil delincuentes al tiempo que les es negada, junto con otros beneficios carcelarios básicos, a 117 presos políticos militares cuya edad promedio es de 76 años.

Kast y quienes lo han acompañado en su renuncia representan, como bien lo dice Juan Ignacio Brito en su excelente artículo de “La Tercera” de hoy, un intento de rescatar los principios fijados para la UDI por su fundador, Jaime Guzmán, al propiciar una sociedad “basada en sólidos valores morales” y constituirse en un partido “siempre confiable para quienes se mueven por principios y convicciones”.

Pero los dirigentes UDI de hoy parecen decirse, “primum vívere, deinde philosophari”, y no vacilan en cerrar filas tras un mecenas de nutrido prontuario, que por muchos años fue el peor cuchillo de la colectividad. Es que deben pagar las cuentas del agua y de la luz, para no hablar de los gastos de la campaña electoral. Y en eso no están alejados de su electorado, pues las más recientes encuestas señalan que el 79% de los votantes de derecha prefieren a Piñera, pese a que, siendo este sector el mejor informado del país, también conoce perfectamente el prontuario del candidato. ¿Y qué hacer cuando sus candidatos a alcalde, haciendo de tripas corazón, acuden a fotografiarse con él, como abejas a la miel?

¿Y entones se desterrará también de la Declaración de Principios, junto con el reconocimiento al Gobierno Militar (que se acordó derogar “a mano alzada” en reciente Consejo) el conjunto de los principios y valores legados por Jaime Guzmán? Parece que va a ser necesario, pues el mismo partido que ha aceptado la marginación de Jaime Orpis por haber empleado ayudas electorales de empresas para pagar las contribuciones de su casa, ahora adherirá como candidato presidencial a uno que también en anterior campaña empleó las ayudas electorales de empresas para pagar bonos de desempeño a ejecutivos de su canal de TV. ¿Y cómo conciliar la bajada de Golborne como precandidato de la tienda, en razón de que una sociedad suya tenía una cuenta off-shore, con el apoyo a Piñera, que aparece con dos sociedades con cuentas off-shore en los Panama Papers?

Son verdaderas “contradicciones vitales” que explican por qué un pro-hombre del sector prefiere radicarse en otro país y por qué cada vez más militantes de la UDI dejan de reconocer al partido como una sede condigna de representarlos y desde la cual conquistar a la opinión pública. 

Tal vez sea preferible militar en el 21% que defiende ideales aunque pierda votos, que en el 79% al cual lo único que le importa es ganar “a la Piñera”, es decir, sin importar cómo. Y desde allí construir algo decente.