jueves, 28 de mayo de 2015

En Bancard No se Mueve Una Hoja...

          Mientras la Gran Prensa concentra todos sus fuegos en las predecibles pilatunadas de Asesorías y Negocios S.p.A. hace unos años, la Pequeña Prensa, a la cual pertenece este blog, los concentra en las impredecibles pilatunadas, del mismo género anterior, de Bancard, el “vehículo de inversión” favorito de Sebastián Piñera. En Bancard “no se mueve una hoja” sin que Sebastián lo sepa.

          Leyendo completa la entrevista a Jaime de Aguirre en “The Clinic” de 26.05.15, se puede saber cómo "se movieron las hojas". La verdad de su salida de Chilevisión queda ahí más que clara, aunque él mismo –poniendo de manifiesto el miedo que todavía le tiene a Piñera, su ex patrón— siga “pro forma” sosteniendo que habría obedecido a las pérdidas del canal en los dos últimos años. Pero esto se contradice con el hecho, que él mismo revela, de que Time Warner le mejoró las condiciones de su contrato hace un mes, cuando ya tales pérdidas eran tan conocidas como hoy. Y también se contradice con su propia y espontánea “segunda explicación” de su salida: “Sé que puede parecer ridículo, pero no pienso que esto fue una conspiración contra Jaime de Aguirre. Esto fue una desprolijidad gigante hecha por Bancard”. “He ahí la madre del cordero”.

          ¿En qué consistió “la desprolijidad”, aunque al escribirlo repita lo que escribí ayer? En pedirle a de Aguirre, para pagarle parte de su remuneración, que emitiera facturas de una sociedad de inversiones suya (“La Música”) a diferentes empresas a las cuales Piñera les había solicitado financiamiento para su campaña presidencial. Lo que no sabían ni podían prever las empresas –SQM, Aguas Andinas, Pampa Calichera e Inversiones Ilihue— era que Sebastián Piñera iba a usar esos fondos, no para su campaña, sino para pagar remuneraciones a los ejecutivos de otra empresa suya, Chilevisión. Otra “pasada” rentable.

          La versión que dio Piñera cuando se destapó el asunto fue que había un  contrato de prestación de asesorías de la sociedad de de Aguirre a Bancard, pero de Aguirre desmiente eso. Cuando se le sugiere que el enredo de facturas lo hizo Bancard “para ahorrar plata”, contesta: “Probablemente, pero no me consta. Me imagino que sí, si no nadie hace leseras. Se me paga por una vía que a mí no me pareció, pero soy tan despistado, que hasta pensé que podía ser un canje, alguna cuenta que se estaban pagando entre Bancard y las otras empresas que me hicieron facturar”.

          “¿Asesorías de “La Música” a Bancard”, como dijo Piñera? No era verdad.

          De Aguirre añade que “sabe” algo importante. Cuando le preguntan “¿Te dan ganas de preguntárselo a Piñera?” afloran el miedo y algo de la verdad. Contesta: “No. Hay un grupo social en Chile que está criado para hacer que las empresas tengan las utilidades que les corresponden y ojalá un poquito más, y para eso se estudia ingeniería civil industrial, ingeniería comercial, se hacen MBA en Estados Unidos, entonces para qué voy a preguntar, si sé.”

El entrevistador le dice, entonces: “La pillería…” De Aguirre no contesta con palabras (miedo) pero hace un gesto, dice el entrevistador: “Mueve las manos como asintiendo”.

          De Aguirre afirma que tampoco estuvo disponible para ciertas “piñericosas” que le fueron sugeridas:

“¿Te plantearon alguna vez alguna posibilidad de armar un arreglo distinto?" "Sí, se me sugirió."

“¿Qué tipo de cosas se te sugirió?" "No se alcanzaron a implementar, porque dije ‘no cuenten conmigo para ningún arreglín’. No tengo nada que ocultar y si la he cagado tendré que asumir la responsabilidad. No estoy en ánimo ni en disposición, ni disponible frente a nadie para ir a mentirle al fiscal ni a Impuestos Internos”.

Ir a mentirle al fiscal y a Impuestos Internos. Queda claro el “arreglín” que se le proponía.

          Pero la huella más importante, y más negativa, que dejó de Aguirre en la televisión chilena consistió en la gigantesca conspiración de falsedades izquierdistas propaladas por su canal permanentemente, pero muy en particular con motivo del 40° aniversario del 11 de septiembre de 1973.

Producciones cuidadosamente preparadas, como “Imágenes Prohibidas” y “Ecos del Desierto”, a gran costo (y que deben haber incidido en el déficit de 2013, que ya entonces habría sido razón para despedir a de Aguirre por parte de la nueva dueña, Time Warner, porque ésta no debe haber estado dispuesta a dilapidar millones de dólares en lavar el cerebro de los chilenos al gusto del KGB) fueron fundamentales para consagrar una nueva visión del 11 y del Gobierno Militar, y posiblemente hayan sido el sustento teórico del discurso de Piñera del 11.09.13 sobre los “cómplices pasivos”. Porque siendo un hombre de muy escasa cultura histórica y cambiante memoria política es posible que su propia visión del Pronunciamiento resultara moldeada por las teleseries patrocinadas por su ex canal y su director, el ex mapucista de Aguirre.

          En mi libro “Ni Verdad Ni Reconciliación”, que cualquiera puede consultar en este blog si va a la fecha 10.09.13 y que ha atraído unos 4.500 lectores, está muy bien detallado cómo las teleseries citadas condicionaron a la opinión pública y llevaron a dos connotados columnistas de “El Mercurio” y “La Segunda”, Correa Sutil y Ricardo Solari, a construir argumentaciones lapidarias contra el Gobierno Militar exclusivamente sobre la base de falsedades propaladas y filmadas en “Imágenes Prohibidas” y “Ecos del Desierto”, teleseries “onda KGB”, pero financiadas con las pérdidas imperialistas de Time Warner.

          La catastrófica (para la derecha chilena) “pasada” de Sebastián Piñera por la Presidencia alcanzó su clímax cuando, inspirado por su ex canal Chilevisión, bajo la dirección de de Aguirre, sentó en el banco de los acusados con condenas falsas al Gobierno Militar y sus partidarios; y, no contento con eso, trasladó a un penal hacinado a ancianos presos políticos uniformados víctimas de la ilegal vindicta judicial marxista.

          Bien por el país que de Aguirre y su vocero Paulsen abandonen Chilevisión. Merecido el “homenaje” que al segundo se le ha rendido en "blogdemaximo.blogspot.com", que recomiendo leer. Y, ciertamente, muy ilustrativas de los procedimientos de Bancard, donde no se mueve una hoja sin que lo sepa Sebastián Piñera, las revelaciones a “The Clinic”, hogar periodístico que refleja muy bien el talante moral del Chile de hoy y donde de Aguirre se sintió confortable y a sus anchas para contar parte de la verdad. Y con tanto menos miedo a su ex patrón como para desvirtuar la inverosímil versión que éste transmitió a la opinión pública.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Lección de Ética para Olvidar

          En Chile la ética importa muy poco. Acá lo único que importa es que a uno no lo pillen o, si lo pillan, que no se publique. Y si se publica, tampoco, en definitiva, importa mucho, porque al cabo de un tiempo se olvida, sobre todo si “se le echa tierra” al asunto. Eso de “echarles tierra” a las cosas es muy chileno, porque entonces todos las olvidan y es como si dejaran de existir y nunca hubieran sucedido.

          Pero en otras partes la ética sí importa. En los Estados Unidos, por ejemplo, es un valor respetado. Allá depusieron a un presidente por mentir. ¿Se imaginan cuántos presidentes chilenos quedarían en pie con ese criterio?

Justamente porque allá la ética importa fue que el director de Chilevisión, Jaime de Aguirre, ahora que el canal pertenece a una empresa norteamericana, Time Warner, debió dejar su cargo, al acreditarse que había extendido facturas “ideológicamente falsas” a otras empresas para cobrar parte de su remuneración, todo a instancias de Bancard, anterior dueña de la estación y perteneciente a Sebastián Piñera.

          Como acá la ética no le importa a casi nadie, el hecho de que Piñera haya sido sorprendido en conductas como las de percibir aportes para su campaña presidencial mediante facturas falsas y, peor aún, haber destinado parte de ellos, no a dicha campaña, sino a remunerar a los ejecutivos de otra empresa suya, Chilevisión, le ha significado ¡un alza en la adhesión popular como personaje público, de cuatro puntos!, según la más reciente encuesta CEP. Seguramente sus compatriotas le admiran su “picardía criolla”. Al pobre Andrés Velasco, que ni de cerca “controla” a los medios como Piñera, el haber boleteado un almuerzo que sí existió (luego la boleta no era “ideológicamente falsa”) y por asistir al cual cobró veinte millones de pesos (un diecisieteavo de las facturas de Piñera), le significó caer once puntos en la misma encuesta.

          Hasta que nos topamos con los norteamericanos y éstos echaron a de Aguirre, siendo que todo el mundo dice que es el mejor en su oficio de manejar un canal de TV. Pero es que allá no les gusta que sus ejecutivos, por buenos que sean, extiendan facturas falsas.

          Por supuesto, como acá una falta a la ética se disimula con otra, el entorno de Piñera y el mismo de Aguirre afirman que no fue despedido por eso sino porque el canal estaba teniendo pérdidas por dos años seguidos. Él añade que así se lo dijo Time Warner. Pero esto tampoco es cierto pues, como suele suceder, cuando se encontró en confianza con “The Clinic” el mismo de Aguirre fue sorprendido diciendo la verdad: “Sé que puede parecer ridículo, pero no pienso que esto fue una conspiración anti Jaime de Aguirre. Esto fue una desprolijidad gigante hecha por Bancard”. (Citado en “La Segunda”, 26.05.15, p.30). ¡Por supuesto, todos “lo supimos desde un principio”!

          Traducción del chileno con picardía criolla al castellano: “Desprolijidad gigante”: darle a de Aguirre la orden de extender facturas falsas a varias firmas, que creían estar haciendo un aporte electoral (ilegal, por supuesto) a Sebastián Piñera, y destinar ese dinero (todavía más ilegal) a pagar $140 millones de un bono de reconocimiento al ejecutivo de una empresa del mismo Piñera. Igual procedimiento “desprolijo” se aplicó para pagar a otro ejecutivo del mismo canal, Mario Conca, según éste reveló a la fiscalía (“El Mostrador”, 22.05.15).

          Y todos tan tranquilos, concentrados en otras “desprolijidades” que sí aparecen muy destacadas en la prensa, como los viajes del pobre Peñailillo en 2012 a Nueva York y que, como todo lo demás, desaparecerá pronto de la memoria de los chilenos cuando, otra vez, nuestras corrupciones nacionales habituales vuelvan a quedar bajo un grueso manto de tierra con que, indudablemente, el establishment político las va a volver a cubrir. 

          Y así serán tan poco tenidas en cuenta y olvidadas como la lección de ética que Time Warner nos acaba de dar.

domingo, 24 de mayo de 2015

El Gambito Bachelet

          Cuando los prestidigitadores realizan sus trucos, su principal preocupación reside en que la audiencia “mire para otro lado”, para que no se dé cuenta de que no sacaron el conejo del sombrero sino de otra parte. El equivalente en ajedrez se llama “gambito”, mediante el cual un jugador ofrece a su adversario tomar una pieza tentadora que, si éste la come, le va a costar el partido.

          Hay un pobre país  llamado Chile en que la gente, conocedora de su prójimo, declara en un 87% desconfiar de él, y con toda razón, porque las mayores probabilidades son de que a uno ese prójimo lo esté timando o tratando de sustraerle ilícitamente algo. Somos el país que somos. No por nada nuestros carteristas, ladrones y “lanzas” son una de las “exportaciones no tradicionales” chilenas más “exitosas” a Europa. Recientemente la policía londinense los ha acreditado como los más eficaces en su “oficio”.

          En este medio tan poco edificante, la opinión pública nacional, en la encuesta considerada unánimemente como la más confiable, del CEP, ha revelado que, dentro de la desconfianza general (justificada) las instituciones peor conceptuadas de todas, en el país, son los partidos políticos. En ellos dice confiar apenas el 3% de las personas y, como el margen de error de la encuesta es precisamente 3%, bien podría resultar, en una de ésas, que confíe en ellos el 0%.

          Entonces, Chile tiene un problema muy serio, pues quienes tienen en sus manos la totalidad del poder ejecutivo, legislativo y judicial son los partidos políticos. ¡Los peores de todos tienen todo el poder! En el caso del último de dichos poderes, lo concentran los partidos de izquierda, que a su turno son los peores entre sus pares, pues añaden la violencia a su proceder (donde hay desmanes hay banderas rojas o rojinegras).

          Es público y notorio que, en el Chile actual, políticos de todos los sectores han sido sorprendidos cometiendo impresentables ilegalidades, mediante falsificaciones flagrantes, para eludir la normativa sobre financiamiento electoral. La propia presidenta del Senado, Isabel Allende, que ha copado las páginas de la prensa en estos días, ha reconocido con ejemplar candor que TODOS las han cometido. “A confesión  de parte…”.

Claro, en su particular caso hay algo más, que podría quedar en evidencia si el Ministerio Público investigara (cosa que no ha hecho) el tema de los “falsos exonerados”, que suman decenas de miles de ciudadanos bien dotados de “picardía criolla” que cobran ilícitamente pensiones gracias al testimonio falso de parlamentarios que, con su firma, certificaron su inexistente condición de “exonerados políticos”. Espero que algún día el largo, pero tímido, brazo de la justicia llegue a investigar los que fueron certificados por la senadora Allende, que en alguna ocasión tuvo la audacia de acusarme, en la hora “prime” de la televisión, de cobrar pensión como exonerado político, acusación falsa, pues no la cobro (habiendo sido, efectivamente, exonerado de mi condición de diputado en ejercicio en septiembre de 1973. Debo ser el único).

          Sea como fuere, los políticos chilenos están desesperados, y en particular lo está la Presidenta. Según la misma encuesta CEP, una mayoría del 56% de los ciudadanos reprueba su gestión, mientras tan solo un 29% la aprueba. Todavía no ha caído tan bajo como Sebastián Piñera durante su mandato, que descendió a 23%, a raíz de lo cual distrajo al país con diversos gambitos y “piñericosas” y logró recuperarse hasta el 34%, en la última CEP de 2013 (aunque él dice que terminó con 50% de aprobación, seguramente para no perder la costumbre de faltar a la verdad).

          Entonces doña Michelle Bachelet resolvió conseguir que los chilenos “miráramos para otro lado”, para hacernos creer que el conejo lo sacó del sombrero, y discurrió un absurdo “proceso constituyente” que el país ya ha archirrepetido.

          Tal vez por eso el tema de las reformas constitucionales no le interesa a casi nadie. Véase la misma encuesta CEP y, para el caso, cualquier otra: entre los problemas prioritarios de los chilenos ése no aparece: ellos son “delincuencia”, con 46% de menciones; salud, con 45%; y educación, con 40%. Algo más abajo aparece “corrupción”, 28%. Sólo en el lugar 14°, un magro 3% de la gente (igual al margen de error, de nuevo), menciona las “reformas constitucionales”. Es decir, cabe dentro de las posibilidades que esas reformas NO LE INTERESEN A NADIE. ¿Por qué? Porque Chile ya tiene una buena Constitución, archirratificada por la ciudadanía, que la aprobó con 67% de los votos en 1980, la ratificó con 93% de los votos, tras algunas reformas, en 1989 y la volvió a respaldar, tras otras reformas, a través de la cuasi unanimidad del Congreso, donde están “los representantes del pueblo”, en 2005. Ocasión en que Ricardo Lagos la declaró plenamente democrática, a la altura de los mayores anhelos de los chilenos y la estimó de tal nivel de excelencia que era digna de que ÉL, RICARDO I, plantara su firma al pie de la misma, cosa que hizo, suplantando la de Augusto Pinochet.

          Pero ahora también Lagos aparece hablando hasta de “Asamblea Constituyente” (idea que, por otra parte, cuando los chilenos fueron llamados a manifestarla en los últimos comicios, no obtuvo más de ocho por ciento de apoyo, hoy, como hemos visto, disminuido a 3%... o nada (margen de error).

          Lo cierto es que, mediante su gambito, la Presidenta quiere que miremos para otro lado. Quiere que a partir de septiembre dejemos de hablar de Caval, de Asesorías y Negocios s.p.a., su dueño Martelli, de SQM y Aguas Andinas. Y cuenta con que su principal oponente, Sebastián Piñera, quiera lo mismo, porque ha sido sorprendido usando sus empresas Bancard y Bancorp para consumar las maniobras más impresentables de todas, consistentes en obtener alrededor de 340 millones de pesos de SQM, SQM Salar, Aguas Andinas y Andes Task para pagar honorarios a ejecutivos (Jaime de Aguirre y Mario Conca) de otra empresa que era suya, Chilevisión. ¿Cómo no va a preferir Sebastián Piñera que el país ponga toda su atención en las reformas constitucionales, en lugar de estar preocupado de facturas “ideológicamente falsas” para extraer ayuda electoral a empresas privadas, financiamiento que, en lugar de destinarlo a esos fines, usó para su propio (¡oh, horror!) lucro?

          No caigamos en el gambito. Ningún chileno de hoy, literalmente, se levanta en las mañanas diciendo “¡qué terrible la Constitución que tenemos!” Entre otras razones, porque es la que mejor garantiza en la historia del país sus garantías individuales y derechos ciudadanos y porque una mayoría de chilenos es probable que se hayan sentido interpretados por la unanimidad de 2005 y hayan participado en el 93% de 1989 y hasta en el 67% de 1980.

          Lo que están haciendo contigo, compatriota, es engañándote una vez más. Haciéndote “mirar para otro lado”. Es otro gambito de los más desprestigiados de todos. No te comas el peón que te ofrecen. Espera, sí, a las próximas elecciones, y entonces vota por lo que más se asimile a aquellos en quienes, según la misma encuesta CEP, tienes más confianza, pues ya te han salvado antes y siempre estarán ahí para velar por tu verdadero interés.

jueves, 21 de mayo de 2015

Una Historia de Dos Países

          Con el imponente edificio de la Intendencia porteña al fondo, formaciones impecables rendían homenaje a Prat y sus héroes. El comandante en jefe de la Armada destacaba las virtudes patrióticas y personales del héroe, un hombre probo a carta cabal, buen marido y buen padre, dispuesto a morir por su patria. Retumbaba en el inconsciente colectivo el eco de sus palabras finales: “Mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar; y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”.

          Lo mejor del Chile actual, a juicio de la ciudadanía, estaba representado en el subsiguiente desfile marcial. Pues el pueblo lo dice: la encuesta CEP más reciente revela que las instituciones mejor evaluadas por la población son las Fuerzas Armadas, seguidas de Carabineros. Es que, cuando Chile había caído a lo más hondo de su degradación histórica y su crecimiento marchaba a la zaga de los países menos desarrollados, fueron esas Fuerzas Armadas y Carabineros las que derrotaron a la subversión armada que lo había relegado allí, lo reconstruyeron y lo sacaron del marasmo, situándolo a la cabeza de América Latina.

          Pero ésa es sólo una parte del panorama, porque pocas cuadras más al sur, en la misma ciudad, los peores defectos de la nacionalidad se habían puesto o se ponían de manifiesto una vez más. Los desórdenes, destrozos y saqueos campeaban, casi impunes, protagonizados por los que llevaban las banderas rojas al viento.

          El país acababa de oír desde el Congreso Pleno un discurso inverosímil, pronunciado en el templo máximo de los partidos políticos, que son las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía, de acuerdo a la misma encuesta CEP, con un 3 por ciento de adhesión que, siendo igual al margen de error de la muestra, hasta puede significar que NADIE confía en ellos. Y también estaban allí presentes los representantes de las otras instituciones peor evaluadas de la nación, según la misma encuesta: el Congreso, los Tribunales de Justicia y el Gobierno.

          En ese ambiente degradado, la máxima representante del poder político podía darse el lujo de decir cosas inverosímiles, que, naturalmente, levantaban oleadas de aplausos entre los asistentes, representantes todos de los peor evaluados. Decir, por ejemplo, que iba a sacar adelante un proyecto para declarar inamnistiables e imprescriptibles los “delitos de lesa humanidad”, que es como la extrema izquierda denomina las acciones que las instituciones más admiradas del país desarrollaron para derrotar a la subversión armada. Eso sólo habría sido una expresión de triunfalismo político si no aconteciera que ya otros de los peor evaluados, los Tribunales, ilegalmente y por sí y ante sí, habían derogado y dejado de aplicar instituciones plenamente vigentes como la amnistía y la prescripción. Doña Michelle Bachelet sólo les ha dicho de una manera elegante a sus correligionarios, los jueces de izquierda, que han estado durante años cometiendo un delito, el de prevaricación (impune, porque “nadie juzga a los que juzgan”). “A confesión de parte, relevo de pruebas”.

          Otro rasgo de surrealismo del discurso presidencial fue su referencia a una supuesta inconformidad de la mayoría de los chilenos con la Constitución. Ésta, como es sabido, garantiza como ninguna otra anterior los derechos y libertades de las personas, rasgo reconocido aún por constitucionalistas que discrepaban del gobierno que la sometió al pueblo, como el caso de don Enrique Silva Cimma, ex ministro de Allende y de Aylwin. Pues la carta actual ha sido la más ratificada de nuestra historia por el pueblo: al 67 por ciento que la aprobó en 1980 se debe añadir el 93 por ciento que la ratificó en el plebiscito de 1989, en medio del consenso de gobernantes y opositores de la época y sin objeción alguna al respectivo acto cívico. Y, por si fuera poco, dieciséis años después fue nuevamente ratificada por la cuasi unanimidad del Parlamento, tras lo cual el entonces Presidente Ricardo Lagos proclamaba que, por fin, teníamos “una Constitución a la altura del espíritu democrático de los chilenos”. Tan orgulloso estaba de ella que no pudo resistir la tentación de apropiársela, como si hubiera sido un sobre con billetes más, y poner su firma al pie de la misma, en sustitución de la de Augusto Pinochet.

          En resolución, les tengo una mala noticia a los chilenos: el país impecable que rendía homenaje a un mártir probo, teniendo como telón de fondo la majestuosa Intendencia porteña, no es el país real. Los vistosos uniformes y solemnes marchas hoy ya no representan nada más que un buen recuerdo de lo que fuimos, pues quienes tienen el poder, todo el poder, son ¡los peor evaluados!, los partidos políticos, varios de los cuales controlan al omnipotente Poder Ejecutivo; todos los cuales controlan el Congreso Nacional que dicta las leyes y, en fin, aquellos de izquierda son amplia mayoría en el Poder Judicial, tan amplia como para poder prevaricar por muchos años con absoluta desvergüenza e impunidad.

          ¡Chilenas y chilenos todos!, sepan ustedes que están en manos de los peores y por eso, ahora que éstos han sido descubiertos medrando de financiamientos ilegales, ustedes pueden tener la seguridad de que los que van a pagar por ello ¡serán ustedes! Ya están preparando una ley para cobrar a los contribuyentes todo lo que los políticos deberán dejar de percibir al ponerse término al régimen de boletas y facturas falsas y al exigirse mayor transparencia en el uso de recursos fiscales para financiar campañas electorales.

          Así, pues, la ciudadanía ha presenciado hoy, 21 de mayo, el espectáculo que brinda un país de dos caras: la representada por un mártir honesto que lo entregó todo, homenajeado por sus sucesores, que en su momento supieron  a su vez salvar a la patria de la debacle; y la otra, personificada por el provocador de la ruina, un individuo disoluto, en su tiempo sobornado a la vez por rusos y norteamericanos, que introdujo tropas extranjeras y arruinó al país; y cuyos sucesores ahora amenazan volverlo a hacer, porque, en una de esas vueltas de las urnas, el poder en Chile salió de manos de los mejores para volver a quedar en las de los peores.

lunes, 18 de mayo de 2015

Chile Es Un País Corrupto

          Y lo sabe. Y lo acepta. Pero no lo admite. Lo “maneja”. Veamos cómo.

           Los que vivimos acá lo sabemos por experiencia propia, pero remitámonos a las que son generalizadas y públicas.

          El centro del poder en Chile es el Ejecutivo, es decir, la Presidencia de la República. Las encuestas dicen que la mayoría no le cree a la Presidenta cuando afirma que no sabía de los negocios de su nuera y su hijo y de que se enteró de ellos por los diarios. Pero la jefa de gabinete del hijo protagonizó días atrás un acto surrealista en La Moneda, donde dijo varias cosas incoherentes y una coherente: que Sebastián Dávalos permaneció junto a su madre en febrero en Caburgua, cuando “Qué Pasa” reveló el caso Caval. ¿Pretende la Presidenta hacerle creer al país que, habiéndose publicado dicho negocio, ni siquiera le preguntó a su hijo al respecto, estando todo febrero con él? Y si lo hizo, ¿debemos creer que él no le respondió nada y ella se quedó tan tranquila? Con razón la mayoría no le cree.

          Otro centro de poder es el Legislativo, el Congreso. Allí se presentó en la sala de la Cámara un acuerdo de una comisión investigadora sobre el caso Cascadas, donde se afirma que el ex Presidente Piñera no acreditó, cuando ejercía el cargo, haber observado una conducta prescindente, como era su obligación. El ex Presidente no deseaba que la sala de la Cámara lo aprobara, pero la Nueva Mayoría tenía los votos para hacerlo, con un margen de al menos diez diputados. Sometido a votación el informe ¡fue rechazado por 41 a 31! Los diarios informaron brevemente del hecho, sin formularse mayores preguntas. Nuestro “inquisitivo” periodismo ni siquiera dio los nombres de los parlamentarios que “se dieron vuelta”. Ni mucho menos averiguó sus móviles. Ya esto había sucedido hace cinco años en otra comisión investigadora presidida por el actual Ministro del Interior, cuando, teniendo mayoría concertacionista, quiso pedir la grabación de la voz de la persona que ordenó comprar acciones de LAN con información privilegiada. También había mayoría concertacionista pero hubo diputados de la misma que “se dieron vuelta”. Fue rechazada por 5 a 3 la idea de pedir la grabación y Jorge Burgos se quedó con un palmo de narices. Ningún medio de prensa del país quiso averiguar nada. Un comentarista de este blog fue más inquisitivo y, por lo menos, expuso los nombres de los diputados que “se dieron vuelta”. Eso sólo apareció en este blog y en ninguna otra parte.

          Un tercer poder del Estado, el Judicial, hace ostentación pública y continua de una conducta incompatible con la verdad y con la legalidad. Pues en sus fallos sostiene, textualmente, que presos octogenarios del penal de Punta Peuco mantienen allí secuestrados desde hace cuarenta años a individuos que fueron entonces apresados (muchas veces no por ellos). Son fallos “ideológicamente falsos”, a simple vista, pero se validan. Casi nadie quiere denunciar esta flagrante falta a la verdad, al derecho y a la integridad, cometida oficialmente por un poder del Estado. Confié en que la Revista del Abogado, del Colegio de Abogados, acogería un artículo con mi denuncia al efecto. No quiso hacerlo y la votación de consejeros “de centro-derecha” fue decisiva para censurarme. Entonces publiqué el respectivo artículo en este blog, y ha alcanzado posiblemente más lectura que la que habría logrado en la Revista del Abogado.

          También se opina y editorializa, en aras de la integridad pública, sobre lo intolerable que resulta que los hijos del presidente de la DC, senador Jorge Pizarro, hayan obtenido el pago de boletas por “asesorías orales” a SQM durante la campaña electoral del parlamentario. Lo mismo se ha desatado una campaña sobre la impresentabilidad de que el director del SII, Michel Jorratt, haya percibido honorarios por asesorías a la sociedad de Giorgio Martelli, reconocidamente dedicada a promover la candidatura presidencial de Michelle Bachelet en 2013. Se implica que sin la renuncia de Pizarro y Jorratt el país no pasa “la prueba de la blancura”. Pero poco o nada se dice sobre las facturas, más numerosas y cuantiosas, de las sociedades Bancard y Bancorp, de Sebastián Piñera, cobradas también a SQM, ni menos se comenta que los respectivos dineros hayan sido desviados a pagar bonos de desempeño a ejecutivos de otra empresa suya a esa época, Chilevisión. El país parece muy dispuesto a tolerar todo esto, tanto que el ex Presidente sube en las encuestas y resulta ser la mejor opción opositora de cara a la próxima elección presidencial. De hecho, ya una vez lo eligió Presidente habiendo sido recién condenado por adquisición de acciones con información privilegiada.

          ¿Qué tiene Piñera que no tengan Pizarro y Jorratt? Todos sabemos qué. Y en un país corrupto, eso es lo que manda.

miércoles, 13 de mayo de 2015

El Principio del Fin

          Está claro que después de la erupción política registrada en Chile ya nada va a volver a ser como antes y que ha terminado un ciclo. Ahora hay que esperar a que se calme el volcán y que vuelva a salir el pasto de entre las cenizas.

          Cuando estalló el caso Penta lo único que cabía pensar era que de ahí en más la revolución marxista en curso, que esta vez la izquierda, con la infaltable complicidad de los kerenskys, está llevando a cabo por vías legales y sin grupos armados protegidos por el gobierno (lo que la diferencia de la de 1970-73), ya no tenía obstáculos por delante. Pero entonces estallaron los casos Caval y SQM, que derribaron de su pedestal a la Santa Madre Carismática Proveedora de Votos (mejor conocida como Michelle Bachelet, que encabezaba el proceso) y con ella cayó su entorno más próximo, donde estaban su hijo carnal Sebastián y su hijo político Rodrigo. Y entonces, según las encuestas, casi todos sus votos se han ido a buena parte.

          Claro que ya antes de eso los chilenos, mayoritariamente, se habían ido desilusionando de los pivotes de la revolución: según las encuestas, se oponían a las tres reformas fundamentales iniciales del plan socialista, la tributaria, la educacional y la sindical. Pero, así y todo, quedaba todavía el carisma. Bueno, la erupción Caval-SQM-Martelli-Peñailillo ha terminado por sepultar también al carisma. Ya no queda nada. Esto se termina, señores.

          El gobierno es un pato cojo en todo el sentido de la palabra. No puede retroceder, por supuesto, porque los comunistas le harían la vida imposible. Pero si sigue avanzando en sus reformas revolucionarias, será la realidad económica y social la que le hará a vida imposible.

          En un mundo en que los países que tenían problemas los están solucionando con las herramientas del mercado libre y con éxito político (Merkel, Cameron, Rajoy), acá vamos en sentido contrario: estamos encaminados al “otro modelo”, al socialismo, como si no hubiera caído el muro de Berlín ni la Cortina de Hierro. Parece que la mayoría autóctona no se ha dado cuenta de por qué cayeron. Es que la mayoría autóctona rara vez se da cuenta de nada hasta que el país se está viniendo abajo, que es cuando llama a los militares.

          La “ídola” defenestrada no puede, entonces, avanzar ni retroceder. ¿Qué es lo único que puede hacer? Administrar el desastre, obviamente. Ir echando a los principales artífices que la ayudaron a provocarlo e ir reemplazándolos por “personas razonables”, como Rodrigo Valdés y Jorge Burgos.

          Ella, “malgré-elle”, en medio de su desconsuelo, “se ha movido a la derecha”, en términos relativos, por supuesto. Pero ya su proyecto socialista está frustrado. ¿Qué hace una socialista revolucionaria cuando fracasa su revolución? Se convierte en socialdemócrata. Se define como tal al o a la que, no pudiendo destruir el mercado ni derogar la ley de la oferta y la demanda, se conforma con ponerles cortapisas al uno y la otra, creando un “estado de bienestar”, que dura hasta que se termina la plata de los demás, y debe entregar el poder a la derecha, como ha sucedido en Gran Bretaña, Alemania y España, y sucederá en Francia, para que arregle las cosas.

          Así también va a suceder en Chile en 2017, para lo cual quedan más de dos años, un tiempo que a todos se nos va a hacer largo, muy largo; pero no tanto como se le va a hacer a ella, y sin  duda ya se le está haciendo, cuando, ya visiblemente desencajada, tiene que aplicar el freno. Pero es apenas el principio del fin.

domingo, 10 de mayo de 2015

El Titanic Acelera Hacia el Iceberg

          La crisis de corrupción que vive el país no se va a arreglar cambiando las instituciones, porque las responsables no son éstas, sino las personas, que son  quienes deben ser cambiadas. A la inversa, la crisis política que vive el país no se va a arreglar cambiando las personas en el gabinete, porque el problema está en el programa de gobierno que pretende reemplazar las actuales instituciones.

          El país hoy es un Titanic que va en rumbo de colisión contra un iceberg que lo va a hundir. Michelle Bachelet II pretende sustituir el modelo que le permitió a Chile pasar de ser el vagón de cola de las naciones subdesarrolladas, que a su vez iban a la zaga del desarrollo mundial, a ser el jaguar latinoamericano que todos querían imitar, protagonista del que afuera llamaron “milagro chileno”. MB II lo quiere sustituir por “El Otro Modelo”, un esquema socialista que se aproxime al de la desaparecida RDA, que ella tanto admira, y que no tenía otro defecto que el de tener una población cuyo máximo anhelo era marcharse del país. Por eso sus gobernantes (y mentores de Michelle Bachelet II) tuvieron que levantar el Muro de Berlín, en el cual y bajo sus órdenes acribillaron a mucha gente por el delito de querer escapar a la libertad. Sintomáticamente, los responsables, Erich y Margot Hönecker, hallaron asilo en Chile.

          Pero el electorado chileno, que rara vez se da cuenta de algo, le dio un 62% de los votos a Michelle Bachelet II. Sin embargo, cuando ésta ha comenzado a aplicar sus reformas socialistas, el pueblo se ha dado cuenta del curso de colisión con el iceberg que ha tomado el país y sus tres proyectos emblemáticos para crear una sociedad socialista, la reforma tributaria, la reforma educacional y la reforma laboral, suscitan un rechazo mayoritario de la población, trocando a la Nueva Mayoría izquierdista en Nueva Minoría.

          Pero la timonel del Titanic no se ha dado cuenta de nada, así como no se dio cuenta de cómo ganaban dinero su nuera y su hijo. Pero muchos de quienes la rodean y la apoyaban sí. Por eso cuando escribo estas líneas ella no ha podido todavía formar un equipo de ministros, porque casi nadie quiere embarcarse en el Titanic al advertir su evidente rumbo de colisión. Y si quieren saber cuál va a ser la destrucción provocada por el impacto con el iceberg, lean la columna de Pancho Vidal ayer sábado en "El Mercurio": con el programa de reformas adelante a toda máquina. Él sería, a mi juicio, el más idóneo para conducir al Titanic a su aciago destino, porque claramente cree que el reemplazo del modelo de sociedad libre por otro socialista hay que llevarlo a cabo de todas maneras. Es decir, es un convencido de que la solución está en acelerar para apuntarle bien al iceberg.

          Otra alternativa, como la de Insulza, se torna improbable. Conociéndolo, sabemos que él representaría la alternativa de "cambiar el modelo sin cambiar el modelo" y sin que MB II se dé cuenta. Una gran “cocina” donde los programas de gobierno terminen dejando al país mal, pero no peor, como garantizaría la aplicación de ellos “a la Vidal”.

          Obviamente, las ratas que vamos en el Titanic, como todas las ratas de los barcos que naufragan, somos las primeras en darnos cuenta y no pocas huyen del barco. Hoy en “El Mercurio” el ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín, destaca la caída de la inversión por cinco trimestres consecutivos y se refiere a la venta de empresas por parte de sus dueños chilenos a extranjeros, porque una de las genialidades de la reforma tributaria socialista ha dejado a dichos dueños nacionales de empresas pagando el 44,5% de impuesto a la renta, mientras con su paso a manos de extranjeros quedarían pagando sólo el 35%. Entonces, el mercado, que siempre “es más fuerte”, indica que una empresa es más rentable para un inversionista foráneo que para uno nacional, porque para el primero ella genera un flujo más alto de ingresos debido a que paga menos impuestos. Además, los nacionales conocen mejor las amenazas políticas internas que los extranjeros, y también por eso venden. ¿Quién cree que con gobiernos como el actual se va a levantar en Santiago otro Costanera Center? A olvidarse de eso.

          Este disparate es propio de las revoluciones socialistas, y por muchas razones como ésa terminó desapareciendo el socialismo del mundo y quedan sólo algunos enclaves patéticos como Corea del Norte, Cuba y algún otro centro de esclavitud que se me escapa.

          Pero Michelle II es dura de convencer. Si no lo fuera, se habría dado cuenta de que está llevando al Titanic a su hundimiento y que en poco más de dos años más la gente que todavía no haya escapado del barco va a sacar del gobierno a la Nueva Minoría. La derecha tiene una inmejorable oportunidad de reemplazarla para volver al país al buen rumbo, aunque ya no tenga los recursos de Penta para las elecciones (los de SQM no cuentan porque iban para ambos lados por igual y se anulan). Ojalá encuentre un candidato decente y de sus ideas, que no vuelva a dejar el país en manos de sus adversarios después de cuatro años, sino que haga un gobierno de derecha exitoso, como el de Cameron en Gran Bretaña, y nos restituya nuestra condición largamente perdida de jaguares de América Latina.

          Mi pronóstico es que finalmente los que quieren “el otro modelo” rechazado por la mayoría por ahora van a prevalecer y el nuevo gabinete va a representar eso y va a seguir pilotando el Titanic de manera que le acierte medio a medio al iceberg. Es una fatalidad actual evidente.

Pero de peores cosas hemos sido librados antes, aunque seamos malagradecidos con quienes, primero, nos salvaron de ser otra RDA, y después “nos cambiaron de categoría” en el escalafón del progreso de las naciones. 

viernes, 8 de mayo de 2015

El Tiburón y el Pez Chico

          El espectáculo de estos días ha puesto de relieve la diferencia que hay en la política chilena entre ser un tiburón y un pez chico.

Rodrigo Peñailillo, joven y desconocido ingeniero comercial del sur, había emitido boletas por 16 millones de pesos a la empresa de Giorgio Martelli, en 2012, para ir trabajando y financiando la precampaña de Michelle Bachelet. Ella no había dado el “sí”, pero “alguien” les había dicho a ellos que lo daría. Martelli obtenía recursos de SQM, controlada por el yerno de Pinochet, para aquellos fines, porque muchas veces los polos opuestos se atraen. Todo esto de las boletas y facturas era secreto, pero salió al aire, lo que nadie había previsto. En su inexperiencia como pez chico, el devenido Ministro del Interior, Peñailillo, en lugar de manipular los medios, que es como debe hacerse en ese alto cargo, trató de justificar sus boletas mostrando trabajos de asesoría torpemente confeccionados, que todo el mundo sabía que no eran realmente necesarios para la empresa de Martelli, y eso lo convirtió en víctima propiciatoria de los medios y hasta de los dirigentes de su propio sector, como Osvaldo Andrade, que se ensañaron con su figura. El pez chico se había metido en una pelea de peces grandes y, por eso, en la noche del miércoles su jefa lo arrojó al mar (no sin ella emocionarse un poco al hacerlo, ante don Francisco). Y, por añadidura, la encuesta CEP lo mostró cayendo catorce puntos en la aprobación popular, de modo que ya no le quedaba más remedio que volver a las profundidades oceánicas.

A su turno un pez muy grande, Sebastián Piñera, hacía peores cosas y quedaba tan orondo. En efecto, se reveló que había cobrado a SQM, a través de sus empresas Bancard y Bancorp, facturas “ideológicamente falsas” que, según la publicación que se consulte, oscilan entre 318 y 340 millones de pesos (es decir, veinte veces más que las boletas de Peñailillo) para financiar su campaña de 2010 y no había presentado informe ni documentación alguna para justificarlas. 

Pero los principales diarios ni siquiera publicaban el hecho. Cuando el periodista Matías del Río lo reveló, no sin heroísmo, y confirmó que los dineros obtenidos de SQM habían sido utilizados por Piñera para enriquecerse más y aprovechar de pagar el bono de desempeño que debía al o a los directivos (de Aguirre y Conca)  de otra empresa suya, Chilevisión, nadie dijo nada… nadie dijo nada… Ningún medio se ensañó con él como lo habían hecho con el pez chico. Pues la primera ley de los medios es “no te metas con los peces grandes”. Y cuando don Francisco, también con su cuota de heroísmo, a su turno, le enrostró al mismo Piñera su impresentable “pasada”, éste se fue rápidamente por la tangente y les echó la culpa a sus subordinados.

Y el principal diario, que había hasta editorializado fulminando moralmente la falta de fundamento de las  boletas de $16 millones del pez chico Peñailillo, esta vez no opinó nada y publicó por una y sólo una vez la “pasada” de 318 a 340 millones de Piñera extraídos de SQM y empleados después para pagar a ejecutivos de Chilevisión, y asunto terminado y olvidado.

Así como, según dije, la batahola de los medios con las boletas de Peñailillo hizo caer a éste 14 puntos en la encuesta CEP, el silencio de los mismos medios y del propio Piñera le permitió a éste remontar 4 puntos en la encuesta CEP, y situarse entre los presidenciables junto con Isabel Allende, Ricardo Lagos, ME-O y Ossandón.

Y cuando el gerente de finanzas de SQM declaró que nada sabía de asesorías de Bancard o Bancorp, nadie le hizo caso, porque todos estaban preocupados de invalidar los informes de Peñailillo. Al pez chico no se le perdona ninguna inexactitud. Al tiburón se le dejan pasar todas, entre ellas la de decirle a don Francisco que había terminado su gobierno con 50 por ciento de aprobación, en circunstancias que la CEP lo muestra con 34 por ciento en sept.-oct. de 2013, aunque los gráficos publicados hagan un honorable esfuerzo por atribuirle a él el 50 por ciento de Bachelet en junio-julio de 2014.

Y como los medios mandan, también se presenta con caracteres delictuales y de escándalo el uso de gastos reservados por el Comandante en Jefe del Ejército Augusto Pinochet entre 1990 y 1998 por US$ 779.417 dólares al año y a página entera se informa de diferentes militares que lo secundaron en la Casa Militar, condenados por haberle hecho los depósitos en su cuenta personal. Es que Pinochet es ya hoy un “pez chico”, y nadie lo defiende. 

Los Presidentes de la Concertación, poderosos tiburones, acarreaban en sobres con billetes de gastos reservados, más de tres millones de dólares anuales, como quedó ampliamente documentado hace doce años, pero no fueron procesados, porque el Director de Impuestos Internos de la época declaró que tales gastos eran “no investigables”. Pero hoy han pasado a serlo, sólo para el chivo expiatorio favorito de los políticos, Augusto Pinochet, nuevamente sacrificado a página entera en los periódicos. Y siete altos oficiales (r) son condenados a penas remitidas por depósitos de gastos reservados de LA CUARTA PARTE de los que los “gobernantes democráticos” de 1990 hasta 2003 sustraían impunemente por ser, en su caso, “no investigables”. Todo con la amplia complicidad de los mismos medios que han capturado en sus redes al pez chico y dejado pasar por un enorme forado al tiburón que presentó facturas falsas por veinte veces las boletas de aquél.

           “Esta es la justicia de los hombres”, como le dijera un ministro sumariante de izquierda al general Mena, junto con condenarlo por un doble crimen que no había cometido. Es justo que ahora un pez chico de izquierda como Peñailillo pruebe algo de esa misma medicina que los tiburones siempre se arreglan para no tener que probar.

martes, 5 de mayo de 2015

Un "Torpedo" para Don Francisco

          Esta noche Don Francisco continuará su serie de entrevistas a ex Presidentes en Teletrece y corresponderá que pregunte a Sebastián Piñera sobre cómo salir de la situación de crisis moral que vive el país debido a la conducta de políticos como Sebastián Piñera.

En el ánimo de facilitarle su trabajo como entrevistador, he elaborado un “torpedo” (papelillo con respuestas a posibles preguntas de exámenes y pruebas que los estudiantes chilenos usan para copiar, cuando no tienen los conocimientos suficientes, y que es parte de su formación ética para, cuando sean adultos, poder emitir boletas y facturas “ideológicamente falsas” con toda propiedad).

          Pregunta sugerida: “Entiendo que su empresa más caracterizada, Bancorp, emitió facturas de cobro a SQM, con el fin de obtener financiamiento para su campaña. ¿Es efectivo eso?”

          Presumible respuesta: “Don Francisco, yo estaba entregado en cuerpo y alma a mi campaña con el único norte de servir a los habitantes y habitantas de mi país y había entregado a otras personas el manejo de mis empresas, así es que no tuve conocimiento de lo que usted señala”.

          Don Francisco: “Pero los dineros obtenidos de SQM lo beneficiaron a usted, principal dueño de Bancorp. ¿No se enteró de haber recibido ese incremento de patrimonio?”

          Presumible respuesta: “Yo estaba entregado con alma, vida y corazón (tres sinónimos) a sacrificarme por los chilenos y chilenas y servirlos y servirlas y no pensaba en otra cosa”.

          Don Francisco: “Muy bien, pero es que, además, los dineros obtenidos de SQM para su campaña no fueron a ese fin, sino que alguien los desvió para pagar el bono de desempeño a ejecutivos de otra empresa suya, Chilevisión, otra cosa que también lo benefició a usted y que tuvo todas las características de una de esas ‘pasadas’ que lo han hecho tan famoso…y rico. ¿Tampoco se enteró de ese otro incremento de su patrimonio?”

          Presumible respuesta: “Yo sólo estaba sirviendo a Chile, los chilenos y las chilenas, con generosidad, entrega y sacrificio, sin pensar para nada en mi persona, que siempre es lo último en preocuparme”.

          Don Francisco: “A propósito de preocupaciones, Presidente ¿a qué atribuye usted que todos estén tan preocupados de si el Ministro Peñailillo entregó informes a la empresa de Giorgio Martelli; que el principal diario esté concentrado en eso y editorialice al respecto; que Osvaldo Andrade critique al ministro por eso y, sin embargo, ni ellos ni casi nadie se refiera a las facturas de sus empresas a SQM, que sabidamente ni siquiera correspondieron a ninguna asesoría, por ‘trucha’ que fuera, ni a ningún informe, por innecesario que fuera, ni a nada?”

          Presumible respuesta: “Es que tanto la derecha como la izquierda y los medios de comunicación saben que a mí sólo me anima el espíritu de entrega, sacrificio e inmolación por mi país, y que nada tengo que ver con facturas ni pagos ni bonos de desempeño de los cuales nada sabía”.

          Don Francisco: “¿Y entonces por qué la funcionaria de SQM, Danitza Yépez,  declara en “La Tercera” de hoy que lo vio a usted visitando el sexto piso del edificio de SQM, al que exclusivamente iban los políticos que obtenían fondos de esa empresa?”

          Presumible respuesta: “No tengo recuerdo de eso, y si fue así, seguramente fue para incorporar a los ocupantes y ocupantas de ese sexto piso a mi campaña en beneficio del país y de todos los chilenos y chilenas”.

          Don Francisco: “¿Y cómo lo hizo, Presidente, para dar vuelta a su favor la mayoría de 41-31 en contra que tenía en la Cámara cuando se votó el Informe que ponía en duda su deber de abstención en el caso Cascadas, para transformarlo en 41-31 a favor y así rechazar tal informe?”

          Presumible respuesta: “Se explica por el hondo sentido patriótico de la mayoría de los miembros y miembras de la Cámara que, tal como todos los votantes y votantas chilenos y chilenas, saben de mi completo desinterés, altruismo y desprendimiento que me caracterizan”.

          Don Francisco: “Gracias por su tiempo, su franqueza y su veracidad, Presidente, y le expreso mis mejores deseos para que pueda seguir desplegando su campaña en el mismo olor de santidad que ha rodeado siempre a su persona.”   

domingo, 3 de mayo de 2015

El País que lo Olvida Todo

               Dicen que “la memoria es la inteligencia de los tontos”. Pero, entonces, ¿qué queda para esos tontos que olvidan todo? Es el caso de la gran mayoría de los habitantes de Tontilandia, que el resto del mundo conoce como “chilenos”.

               Pues en su último discurso la Presidenta les anunció que en septiembre se pondrá en marcha un “proceso constitucional” para conseguir que en el país haya una Constitución “plenamente democrática y ciudadana”, y la gran mayoría aplaudió.

               Era la oportunidad para que Ricardo Lagos, presente en el acto, hubiera levantado su famoso dedo y le hubiera recordado, por lo menos, los siguientes párrafos del discurso que él pronunció en 2005, cuando le escamoteó con tan poca elegancia la Constitución a Augusto Pinochet, quitando de la rúbrica oficial de la Carta la firma de éste y poniendo la suya propia, que entonces pasó a ser “la Constitución de Lagos”. Como esos tipos que roban autos, les cambian el número de motor y lo inscriben a su nombre en el Registro Civil.

               En efecto, decía Lagos en 2005 de “su” recién adquirida Constitución: “Felicitémonos de este paso trascendente. Hoy es un gran día para Chile. El Congreso Pleno ha ratificado un conjunto de cambios a la Constitución que Chile venía reclamando desde hace muchos años… Hoy el nuevo texto constitucional se pone a la altura del espíritu democrático de todos los chilenos… Hoy tenemos entonces en Chile un día de alegría, de unidad, de reencuentro con nuestra historia. Como Presidente de todos los chilenos agradezco a todos los ciudadanos que lucharon por contar con una Constitución a la altura de nuestro espíritu libertario… agradezco al Congreso Nacional, a todos sus miembros, que han hecho posible que desde ahora Chile pueda mostrar al mundo un texto constitucional que lo hace participar plenamente de las naciones democráticas.”

               Lástima que hubo una persona que no se enteró a tiempo, Michelle Bachelet. Pues evidentemente no está al tanto de lo que nos informó Lagos en 2005: que ya teníamos una Constitución “plenamente democrática y ciudadana” como la que más.

               Pero no está sola: oí en la radio a un periodista “bien informado” decir que la actual Constitución había sido redactada “entre cuatro paredes por cuatro generales llenos de galones y sin consultar a nadie”. ¿No es eso fantástico? Ignoran él y la mayoría actual que desde el mismo septiembre de 1973 se reunieron los más distinguidos jurisconsultos representativos de la mayoría parlamentaria de la época, entre ellos los DC Silva Bascuñán y Evans, y que dieron término a su trabajo seis años después, entregándole al Consejo de Estado, encabezado por el ex Presiente Jorge Alessandri, un texto que este Consejo corrigió, además de suprimirle el preámbulo, y que la Junta de Gobierno sometió al pueblo en plebiscito el 11 de septiembre de 1980.

La ciudadanía lo aprobó con el 67 por ciento de los votos, guarismo coincidente con las encuestas de opinión chilenas y extranjeras previas.

               Luego, el 30 de julio de 1989, nuevamente el pueblo fue convocado por el gobierno y la oposición de entonces, la Concertación de Partidos por la Democracia, para ratificar la Constitución de 1980 con los cambios acordados entre aquél y aquélla. Y entonces, con registros electorales actualizados y reconocidos por todos, el 91 por ciento de los votos volvió a ratificar la Constitución así reformada.

               Nunca una Carta Fundamental en Chile y, posiblemente, en todo el mundo, había sido objeto de una ratificación popular reiterada, ciudadana y democrática más mayoritaria y terminante.

               Pero a la izquierda no le bastaba. No quería que la Constitución llevara la firma del principal estadista chileno del siglo XX, y posiblemente de toda nuestra historia, Augusto Pinochet . Entonces se hicieron centenares de nuevas y finales reformas en 2005 y Lagos orgullosamente estampó su firma al pie de las mismas, confiado en que la historia oficial haría olvidar a Pinochet, sin imaginar que la Historia con mayúscula lo recordará mucho más que a él y a su receta epónima de los '60: “la única solución consiste en que todos los medios de producción pasen a manos del Estado”, hoy en el basurero de la historia.

               Y después de todo eso viene Michelle Bachelet y les dice a los tontilandeses, a los cuales ya no les queda ni siquiera un resto de memoria (porque hace ya muchos años el KGB y la izquierda les lavaron el cerebro) que en septiembre empezaremos a trabajar para tener, con enorme dispendio de recursos, tiempo y energía, lo mismo que ya tenemos desde 2005, secundum Lagos, y desde 1980, según yo: una Constitución “plenamente democrática y ciudadana”.

               ¿Qué más queda por decir? Tal vez, “ora pro nobis”.