domingo, 29 de junio de 2014

EL FRACASO COMO ASPIRACIÓN COLECTIVA

          El país preserva su coherencia interna y celebra con entusiasmo una derrota premonitoria de otros fracasos que están por venir. En efecto, hay también respaldo mayoritario para variadas iniciativas que lo harán fracasar o desmerecer en los principales aspectos de su vida interna.

          Pues en fútbol no tenemos nada qué celebrar. Perdimos de manera perfectamente merecida. Fue un fracaso, ya que se trata de un deporte en que el triunfo se reconoce al que introduce más veces la pelota en  el arco contrario, y Chile lo hizo menos que Brasil, aparte de que éste disparó en 23 oportunidades al arco, contra 13 del equipo nacional, y de que en 13 ocasiones esos tiros acertaron a los tres palos, versus 5 en que lo hicieron los chilenos. En fin, en la definición por penales ellos acertaron tres y nosotros dos. Entonces, fue una derrota merecida, indiscutible, un fracaso. No hay nada qué celebrar, salvo que vivamos en una sociedad que tiene su escala de valores gravemente alterada, al punto de que en ella los éxitos sean considerados condenables.

          Bueno, parece haber mucho de eso. Acá merece un monumento de homenaje frente al palacio de gobierno un Presidente que arruinó al país, atropelló la Constitución y las leyes, prohijó la toma del poder total por las armas y la instauración en Chile de un régimen totalitario. En cambio, la memoria del gobernante que nos libró de eso, derrotó a la subversión armada, reemplazó la ruina y la escasez por la prosperidad y la abundancia e instauró un régimen democrático que le ha dado estabilidad política a la nación durante ya un cuarto de siglo, es metódicamente denostada y él injuriado desde las más variadas tribunas. La sola noción de hacerle justicia a su memoria da lugar a agresiones verbales y físicas oficialmente toleradas y cohonestadas.

          Ahora ese mismo paradójico país se encuentra mayoritariamente dedicado a respaldar otras iniciativas que envolverán variadas derrotas de todo anhelo y aspiración de progreso. Tras haber marchado hasta los años ’70 a la zaga de los países latinoamericanos en materia de progreso y crecimiento, justamente gracias al gobierno que es casi unánimemente repudiado Chile pasó a encabezar la nómina de los de más alto ingreso y bienestar. Sin embargo, ahora la misma mayoría que celebra la derrota ante Brasil respalda un fracaso anunciado, el traspaso de manos de los que mejor educan (los colegios particulares) a los que lo hacen peor (los públicos o municipales).

          Similarmente, en la Araucanía hay una política sistemática de transferir centenares de miles de hectáreas de tierras de manos de quienes mejor saben hacerlas producir a las de quienes no exhiben otro mérito que el de incendiar plantaciones, viviendas, maquinaria y galpones y carecen de conocimientos y capacidades para trabajarlas. Se persigue al éxito y se premia al fracaso.

          En el orden económico general se prepara un gran traslado de recursos, del orden de 8.200 millones de dólares o 3% del PIB, de manos de quienes son exitosos y eficientes para administrarlos e invertir, producir y crear empleos (los particulares) a quienes demuestran ser expertos en dilapidar y hacer crecer el peso muerto de la burocracia estatal.

          Y se prepara un gran desmantelamiento de las instituciones básicas en que se fundan el éxito y la prosperidad nacional, como la modernización laboral de 1981, la salud privada, la previsión fundada en inversiones productivas y el respaldo constitucional a la propiedad que garantiza la actual Constitución.

          Así, se abre, en medio del aplauso general, la persecución contra el modelo que permitió el éxito. ¡Por fin viene el retorno al modelo del fracaso! Un ciclo nuevo de retroceso que reinstalará al país en los últimos lugares de progreso de los que nunca habría podido salir sin la conducción del actual Enemigo Público Número Uno, y a los cuales volverá liderado por la actual Presidente revolucionaria que, merecidamente, ha preferido retrasar su viaje a los Estados Unidos para encabezar algo que le es muy caro y significativo: la celebración de un fracaso señero de otros numerosos que están por venir.


miércoles, 25 de junio de 2014

La Revolución y Su Contradicción Vital

          Está tan avanzada la revolución en curso que hasta volvió el padre Berríos, después de su saludable (para el medio católico local) ausencia en África. Anoche me deleité viéndolo y oyéndolo en “El Informante” de TVN, más audaz, más izquierdista y más revolucionario que nunca. Fustigó, por supuesto, a la “cota mil” por nuevos pecados que no le había atribuido en sus anteriores anatemas: dijo que era “inmoral” y “escandaloso” que hubiera dos clínicas nuevas en San Carlos de Apoquindo, las de la Universidad Católica y la Universidad de los Andes, en circunstancias que deberían construirse en La Pintana y Puente Alto; aplaudió con entusiasmo el matrimonio homosexual; y si bien en lo del aborto no fue claro, se mostró dispuesto a discutir el tema y pareció no condenar a quienes lo practicaran; en fin, su apoyo al régimen revolucionario de Michelle Bachelet 2.0 fue explícito y dijo que aplaudía todas sus reformas.

          Si el padre Berríos las aplaude es porque estamos viviendo una revolución de verdad, con todos sus trastornos propios. Ya la Reforma Tributaria ha provocado la caída de las expectativas económicas a sus niveles más bajos desde la crisis subprime. Los cálculos de economistas publicados en días pasados estiman que por el solo concepto de menor crecimiento va a haber 2.400 millones de dólares menos en recaudación tributaria, lo que representa un 30 por ciento de los 8.200 millones más que se quiere recaudar con la Reforma.

          Y hoy en  “El Mercurio” se revela que Chile está entre los tres países con mayor caída en su crecimiento, caída en la cual sólo nos aventajan dos que son francamente mala compañía: Argentina y Venezuela.

          Las importaciones de vehículos en los primeros cinco meses del año han caído 18%, según el mismo diario.

          También él da cuenta de que el país ha caído siete puestos en el ranking mundial de inversión extranjera directa, según el informe UNCTAD de 2013. Ello fue consecuencia de las medidas socialistas del gobierno de Sebastián Piñera, que aparte de su preocupación por perseguir judicial pero ilegalmente a los soldados del ’73 (en lo que fue peor para éstos que los regímenes socialistas previos), subió impuestos, creó ministerios, subsecretarías y superintendencias costosos e innecesarios y vetó o postergó las inversiones en generación eléctrica indispensables para mantener el abastecimiento y bajar sus precios.

          En la Araucanía, el foco revolucionario más virulento, el Gobierno respalda al Intendente Huenchumilla, que se ha puesto a la cabeza del alzamiento general contra la legalidad y la producción económica regional, hasta yendo a visitar a uno de los asesinos del matrimonio de agricultores que fuera quemado dentro de su casa. El Intendente predica que los fundos deben ser quitados a sus dueños y entregados a los que no tienen tierras; dice que las empresas madereras deben marcharse de la región (algunas se están yendo a Brasil); pero incumple su ofrecimiento de “quemarse a lo bonzo”, lo que podría poner coto al clima de violencia en la zona.

          Huenchumilla es, de hecho, el único que puede disputar el título de cabecilla de la revolución a Eyzaguirre, quien ha tomado al pie de la letra las proclamas de “la calle” de 2011 y se apresta acogerlas y destruir los tres pilares de la libertad y la calidad en la enseñanza chilena, que son la posibilidad de emprender esa actividad de una manera económicamente viable (lucro), mejorar el nivel de los colegios particulares subvencionados (copago) y hacerse de un prestigio que atraiga a los mejores alumnos (selección).

Pero es consolador saber que en otros países la revolución socialista en la educación logró ser detenida. Hoy en la sección de “El Mercurio” “Hace Treinta Años” se da cuenta de la marcha de un millón de franceses en París contra las políticas educacionales socialistas de Mitterrand, cuyos pujos revolucionarios fueron contenidos por el pueblo y éste eligió después a una sucesión de gobiernos de derecha, tal como debería suceder acá tras el retroceso general que está provocando Michelle 2.0. Éste haría viable una futura alternativa de derecha. Lo malo es que, en opinión de la unanimidad de los analistas políticos, la derecha simplemente ha dejado de existir entre nosotros y sus dirigentes emprenden una desenfrenada e inexplicable carrera hacia el centro y la mimetización con la izquierda.

          Coronando su gesta revolucionaria, Michelle 2.0 anuncia ahora el retorno de una institución cuya supresión precisamente la izquierda aplaudió en su momento: los parlamentarios designados. Pues dice que promoverá una cuota de diputados y senadores mapuches, aunque no les alcancen los votos. Todo lo cual seguramente inducirá a muchos a preguntarse cómo hará el Gobierno para convencer a los candidatos que obtengan más votos que los designados, pero sean desplazados por éstos, de que seguimos “profundizando la democracia que tanto nos costó recuperar” y de que “la mayoría debe mandar”. 

domingo, 22 de junio de 2014

La Revolución de los Eyzaguirres y Huenchumillas

          Cuando comenzó el movimiento “noble, grande, hermoso” (según Piñera, que no se dio cuenta de que pretendía derrocarlo él), la gran mayoría estaba de acuerdo en que las pretensiones de “la calle”, lideradas por Camila Vallejo, comunista confesa, para quien Fidel es “la luz del mundo”, eran descabelladas: educación gratuita y de calidad (una contradicción en los términos), no al lucro (negación de la racionalidad y la naturaleza humanas) y no a la segregación (la igualdad forzosa es imposible en libertad y democracia).

          Como sucede en los decursos revolucionarios, hoy nos encontramos con que las precisas demandas de “la calle” ya no son una mera locura de masas vociferantes a las que nadie tomaba muy en serio y, se suponía, se tranquilizarían con algunas concesiones económicas, sino que se han convertido en política oficial del gobierno. Para los que no se hayan dado cuenta, la revolución llegó al poder, Michelle 2.0 es muy distinta de Michelle 1.0 y los equivalentes chilenos de la toma de la Bastilla o del asalto al Palacio de Invierno ya son sólo cuestión de tiempo. Pues sé que precisamente el tiempo me dará la razón y, como “lo sospeché desde un principio” y así lo di a conocer, vienen muy malos días para Chile después de la borrachera del Mundial.

          En todo caso, el ministro Eyzaguirre ha tenido la bondad de aclararnos de manera explícita que las políticas educacionales oficiales, textualmente, se fundan en las referidas pretensiones de “la calle”.

          La revolución tendrá en la educación chilena un efecto convulsivo del cual sólo se están viendo las primeras manifestaciones, porque las medidas del verdadero “soviet” que se ha formado para suprimir en el país la libertad de enseñanza todavía no han entrado en vigor y las hasta ahora vaciadas en proyectos de ley no dan cuenta de lo que viene después (y que está explícitamente anunciado), como lo es el zarpazo a la enseñanza particular pagada. ¿O ustedes creían que la ENU había sido sólo una mala idea de la UP 1.0 y no iba a ser reeditada por la UP 2.0?

           Y el intendente Huenchumilla, por su lado, aparte de hacer público lo significativo para él que habría sido llevar el apellido Larraín en lugar del suyo, ha reiterado algo que manifestó desde el día en que asumió, cuando expuso como su solución a los problemas de la Araucanía la de que las empresas madereras abandonaran la región. Ahora añade que no puede perpetuarse en ella la situación de que haya fundos de dos mil hectáreas junto a minifundios habitados por numerosas familias. El mensaje es claro: la tierra hay que repartirla a como dé lugar. Muy mala noticia para los agricultores.

          El país está tan anestesiado que la única voz de alarma que se ha alzado ante esta proclama revolucionaria, que es todo un prólogo de un régimen castro-comunista, ha sido la del ex senador Francisco Prat, cuyo curul fuera sacrificado hace unos años por su partido, la UDI, para abrir paso a las ambiciones de un político lleno de aspiraciones en perjuicio de la propia UDI, cuyo nombre era y sigue siendo Sebastián Piñera. La UDI se ha ido especializando en marginar a sus personeros más consecuentes, entre ellos el abogado Cristián Letelier y el único abogado chileno, Raúl Meza, de la Fundación Simón Yévenes (poblador mártir de la UDI, asesinado por el FPMR) que ha iniciado acciones judiciales contra los guerrilleros de izquierda y sus mentores intelectuales, autores de delitos terroristas, pidiendo a los tribunales de justicia que se les apliquen las mismas normas que mandan a prisión a los militares que combatieron al terrorismo.

          La “doctrina Huenchumilla” pretende seguir el ejemplo de países, dice el intendente, como Nueva Zelandia, que han sido generosos con la raza autóctona, asignándole tierras y recursos. La lástima de esa peregrina teoría es que ella pretende imitar a una nación anglosajona caracterizada por la casi ninguna mezcla de sangres entre los colonizadores ingleses y los nativos polinésicos, siendo que en el caso chileno y latinoamericano la característica es la opuesta: una completa mezcla de razas conducente, en el caso nuestro, a lo que es hoy la nacionalidad chilena, donde casi nadie entre los que tenemos varias generaciones de ancestros criollos puede asegurar que la sangre indígena no corre por sus venas. Y por eso somos un Estado unitario y racialmente homogéneo.

          Pues han sido las políticas socialistas las que han generado el llamado “conflicto mapuche”, instituyendo, como es propio en todas las de aquel carácter, arbitrariedades e incentivos perversos, como los de premiar el delito y la violencia con asignaciones de tierras, prohibir su venta libre a los asignatarios y traducir todo ello en la existencia de un estado delictivo crónico y de verdaderos ghettos de personas que no saben trabajar bien la tierra o carecen de recursos para ello, sin poder venderlas a quienes sí las harían producir creando prosperidad y abundantes empleos en la región.

El absurdo de las políticas socialistas ha sido no sólo denunciado sino acreditado por el estudioso Julio Bazán, autor del libro “¿Es Mapuche el Conflicto?” (Editorial Maye).

          Entre Eyzaguirre y Huenchumilla han abierto dos focos revolucionarios que no le vendrán nada de bien a una economía en decaimiento pronunciado, agudizado por la confiscatoria reforma impositiva impulsada por un tercer mosquetero, Arenas. Y como los tres Mosqueteros fueron, en realidad, cuatro, nos anuncian para el próximo año la Reforma Constitucional propiciada por el cuarto de ellos, Atria, quien, según sus palabras, se propone terminar “por las buenas o por las malas” con el alto quórum que hasta ahora protege en Chile el derecho de propiedad y que impide arrasar con ésta en la forma en que Eyzaguirre y Huenchumilla intentan por ahora hacerlo en sus respectivas esferas de autoridad revolucionaria.


sábado, 21 de junio de 2014

"Eppur" Fueron Gobierno Militar

          La derecha chilena estaba muerta, pero se mantenía con respirador artificial, hasta que Sebastián Piñera finalmente la desconectó en septiembre de 2013, declarándola “cómplice pasiva” de un incontable número de supuestos delitos del Gobierno Militar, inventados por el Comintern soviético en los años 70 y 80, siguiendo el dictum de Leonid Brezhnev (“nunca más habrá otro Chile”) del que se hizo eco una comisión ad hoc creada en 1991 por Patricio Aylwin para bienquistarse con los comunistas. Chile fue el único país del siglo XX que cayó a la órbita soviética y salió por sus propios medios de ella, gracias a sus Fuerzas Armadas y Carabineros y a su Santa Patrona.

          Tras la lápida que le puso Piñera el 2013, la derecha efectivamente murió. Ello se reflejó en las elecciones presidenciales y parlamentarias de fin de año. Pues el puñal que aquél le clavó en la espalda implicó una verdadera condena moral. El pueblo se la creyó y por eso no votó por aquélla. Pero era una condena injusta, como lo demostré en mi libro “Ni Verdad Ni Reconciliación”, que no sólo se vendió bien en librerías sino que ha tenido cerca de cuatro mil visitas en este blog, donde está íntegro reproducido el 11 de septiembre de 2013 (fue mi contribución a la causa de la verdad histórica). Ahora he hecho otra, consistente en sacar un nuevo libro, de setecientas páginas, titulado “El Gobierno de Piñera”, donde reproduzco gran parte de mis blogs de cuatro años. Aparecerá la próxima semana y lo pondré en las librerías que lo acojan, haciéndolo además llegar a los directivos de medios e historiadores objetivos que puedan quedar en el país, para contribuir a la imparcialidad de sus juicios.

Pero si bien la derecha está políticamente muerta, su espíritu, como todos los espíritus, siguió y sigue vivo, aunque materializado en muy pocos lugares, uno de los cuales es este blog, desde donde contemplo con pena a los nuevos dirigentes de los ex partidos de derecha, RN y UDI, ahora en fuga hacia el centro y la izquierda, tratando de congraciarse con la corriente dominante “políticamente correcta”, que les exige como credencial para oírlos (en lugar de injuriarlos) la de separar aguas del Gobierno Militar. Claro, tienen un inconveniente para ser admitidos en ese club: fueron realmente, tanto RN como la UDI, parte sustancial del Gobierno Militar, habiéndose fundado bajo su égida, bregado por el triunfo del “sí” en 1989 y ocupado sus principales personalidades numerosos ministerios, subsecretarías, superintendencias, direcciones de servicios, intendencias y alcaldías. Es que  “fueron” Gobierno Militar.

De ahí que, al término del referido régimen salvador del país y reconstructor de sus instituciones básicas, entre ellas su democracia, las Declaraciones de Principios de ambos partidos incluyeran un explícito reconocimiento a los méritos del mismo.

Pues bien, llegados ahora a las presidencias de ambos partidos ex de derecha parlamentarios que eran infantes o niños, o en el mejor de los casos imberbes, entre 1973 y 1990, y habiendo sido ellos objeto del mismo lavado cerebral que casi todos los chilenos a lo largo de casi un cuarto de siglo, se han empeñado últimamente en unas sendas y risibles “reformas” de sus Declaraciones de Principios para hacer como que nunca fueron parte del Gobierno al cual todo le deben y bajo cuya protección y popularidad nacieron. Cuando los padres fundadores de ambas colectividades redactaron esas Declaraciones de Principios jamás se imaginaron llegar alguna vez a ser tachados de “cómplices pasivos” de una obra de la cual se enorgullecían y que consideraban (y lo fue) benemérita, como la de contribuir a salvar al país, justificar la derrota de las armas rojas por las armas institucionales, y reconstruir su economía, su sociedad y su democracia arrasadas por el conato marxista-leninista.

Nadie habría podido prever que iba a haber un Sebastián Piñera “cómplice activo” del comunismo en la tarea de desprestigiar al régimen refundador de Chile.

Dejo constancia de mi consciente uso de términos conceptualmente incorrectos como los de “cómplices activos” y “cómplices pasivos”, pues la complicidad exige por sí misma una actividad, dado que entraña una acción efectiva. No existe una cosa tal como un “cómplice pasivo”, pues tal expresión es una contradicción en los términos; y decir “cómplice activo” constituye una redundancia. La primera sólo la repito aquí por haber sido utilizada errónea pero insultantemente por “el más inculto de los Presidentes de Chile”, como lo describió la edición de la revista “Ercilla” hace algunas semanas, cuando incluyó como separata su biografía no autorizada.

Cuando Galileo Galilei hace medio milenio descubrió que la Tierra se movía alrededor del Sol y no viceversa, como lo enseñaba la ciencia “políticamente correcta”, que la suponía el centro inmóvil del universo, fue condenado por el pensamiento oficial y puesto en prisión, de la cual, según se le informó, podría salir si reconocía como verdadera la teoría geocéntrica, oficialmente consagrada entonces, en lugar de la heliocéntrica defendida por él. Galileo, con tanto sentido común como los jóvenes nuevos presidentes de RN y la UDI de hoy, se sometió a la versión “políticamente correcta” y declaró que la Tierra era el centro del universo y que el Sol y demás astros giraban en torno a ella, pero musitó para la historia en voz apenas audible, “eppur si muove”, “y sin embargo se mueve”, lo que, referido a la Tierra, validaba su recta doctrina. Pero sus juzgadores hicieron como que no oían y lo liberaron de todas maneras.

Los noveles conductores de RN y la UDI, sintiéndose conminados por la corriente dominante y “políticamente correcta”, que exige condenar al Gobierno Militar y, por tanto, suprimir de las Declaraciones de Principios de ambos partidos las líneas admirativas de él y que dicen que salvó a Chile de caer en un régimen totalitario, reconstruyó al país y venció al extremismo armado, podrían perfectamente hacerlo con una nota al pie en el tipo más pequeño, que dijera tan solo: “Eppur salvó a Chile”. Así podrían continuar activos en la vida política, confiando en que ni el centro ni la izquierda leerán la letra chica ni los vituperarán.

Estas situaciones se dan en contextos de dictaduras de izquierda como la que se está entronizando en Chile. En un régimen precursor del actual gobierno nacional, como lo era el de la URSS, era habitual que documentos y fotografías fuesen retocados para hacer desaparecer de ellos constancias o personajes caídos en desgracia. La prensa libre de occidente se solazaba reproduciendo unas mismas fotos “antes y después” de acontecimientos en que las imágenes de los caídos en las “purgas” eran maestramente suprimidas. La prensa libre en el futuro seguramente se va a solazar, a su turno, reproduciendo las “Declaraciones de Principios” de RN y la UDI "antes y después" del transformismo que las hará “políticamente correctas”. Y no faltará el comentarista que recuerde al efecto la frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

Por supuesto, estas nuevas directivas no se preocupan de las cosas realmente graves que suceden en el país, como lo es el mayor escándalo de nuestro tiempo, la violación sistemática de las leyes penales por la justicia de izquierda a expensas de los militares del ’73 que salvaron a Chile. En estos mismos días se ha prevaricado una vez más impunemente, al ordenar el ministro Mario Carroza la prisión ilegal de los carabineros Luis Monroy Mora y José Orellana Taibo, que cumpliendo su deber controlaron un vehículo sospechoso en la avenida Pedro de Valdivia hace 35 años, desde el interior del cual les disparó con su pistola Browning de 9 mm. el mirista Ricardo Delfín Ruz Zañartu, a quien respondieron el fuego y dieron muerte, como era su obligación de servidores del orden actuando en protección de la ciudadanía y en legítima defensa. La venganza ilícita de la judicatura de izquierda contra los más indefensos de nuestra sociedad, con la posible excepción, dentro de poco, de los nasciturus, jamás ha merecido siquiera una mención ni menos una declaración de los “valerosos” dirigentes de la derecha difunta que hoy pretenden ser admitidos en el club de los políticamente correctos.

Con el tiempo, por supuesto, hasta la historia oficial dirá en letras grandes que el Gobierno Militar salvó a Chile, acudió al llamado de auxilio de los demócratas y derrotó al terrorismo armado de la extrema izquierda, convirtiendo al país en “la joya más valiosa de la corona latinoamericana”, como explícitamente lo reconociera su adversario político Bill Clinton. Y todo esto en la confianza de que durante los próximos tres años y medio la Nueva Mayoría no alcance a destruir por completo, con colaboraciones de sus adversarios como la que hoy comento, el modelo de sociedad en que vivimos. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Un Último Rincón de Libertad

          Como todavía no han creado el Ministerio de los Viajes y uno puede, también “todavía”, ir donde quiera (pues cuando seamos como Cuba, según quiere la Camila, no lo vamos a poder hacer), un verdadero ejército de treinta y cinco mil chilenos se ha organizado libre, individual y fantásticamente bien para llegar a Brasil, conseguir entradas, llenar los estadios donde juega la Selección, aunque sea en la lejana Cuiabá, “tomarse” ayer la playa de Copacabana, viajar, alimentarse y alojar. Una proeza logística.

          ¿Se imaginan ustedes el enredo que habría si la señorita Bachelet, en su frenesí por estatizarlo todo, ya hubiera alcanzado a intervenir ese mercado y creado el Ministerio de los Viajes, con sus Subsecretarías de Desplazamientos Internos y Desplazamientos Externos, su Superintendencia de Control de Vehículos de Viaje y su Agencia de Calidad de los Transportes y Alojamientos, cada una con plantas de miles de funcionarios que quieren ganar los mismos seis millones de la pareja de Camila, Julio Sarmiento “asesor de Salud”?

          Pues si toda esta formidable “invasión” chilena la hubiera organizado la Nueva Mayoría, los treinta y cinco mil chilenos habrían sufrido en este Mundial 2014 otro Transantiago. Por suerte la señorita Bachelet no se dio cuenta a tiempo y no alcanzó a mandar todos esos proyectos de leyes estatizadoras para que pasaran gracias a su aplanadora en el Congreso.

          Sí, por suerte no se dieron cuenta a tiempo de que todavía quedaba este rincón de libertades personales. Y entonces la soberanía popular verdadera, que se resume en la palabra “mercado”, pudo ser ejercitada, en estos “Últimos Días de Pompeya” del Chile libre, y la gente soberanamente pudo elegir el medio de transporte, el lugar de alojamiento, la forma de comprar entradas y los sistemas para alimentarse, dando un ejemplo de ingenio logístico que ha permitido al ejército de treinta y cinco mil chilenos “invadir” Brasil sin otro costo fiscal que el abusivo decreto de gasto del Ministro de Hacienda por veinte millones de pesos para poder participar del Mundial. Pero eso, en fin, es sólo un “pituto” más que los contribuyentes le debemos financiar a la insaciable Nueva Mayoría.

          En unas horas más los chilenos estaremos orgullosos de oír a nuestro “ejército invasor” entonar casi íntegra (porque faltará la merecida estrofa en homenaje a los Valientes Soldados que nos liberaron del yugo marxista y que hoy reciben “el pago de Chile”) la Canción Nacional en el Maracaná y continuarla hasta el final, más allá de los noventa segundos concedidos para los himnos por la organización del Mundial.

Y todo habrá sucedido exitosamente, sin financiamiento estatal, sin burocracia, sin control funcionario y en pleno uso de la libertad personal de los chilenos, que es lo que se expresa en una sola palabra, que designa la sede por antonomasia de todos los hombres y las mujeres libres: mercado.  

domingo, 15 de junio de 2014

¿Quieren de Nuevo Empezar a Perseguir a los Comunistas?

          Se define como esclavo a quien es privado por otro de todo el fruto de su trabajo. Hubo tiempos felices en que los emprendedores, que somos los que trabajamos por nuestra cuenta, éramos esclavos sólo una tercera parte del tiempo, hasta abril de cada año, pues calculábamos que a través del 17% de impuesto a la renta, el global complementario por nuestras inversiones personales, las contribuciones de bienes raíces, las patentes comerciales y de vehículos y el IVA y otros impuestos indirectos, el Estado se quedaba con nuestro trabajo hasta abril de cada año. Éramos sólo un tercio esclavos. Tiempos felices.
          
          Después llegó Piñera y nos subió el impuesto a la renta a 20% y fuimos esclavos por algún tiempo más. Y ahora la Nueva Mayoría nos subirá el impuesto a la renta a más del doble de antes, 35%, no sólo de lo que ganemos sino de rentas que no hayamos recibido pero se nos “atribuyan”; y se va a quedar con ese mismo porcentaje del mayor valor de las propiedades que tengamos. También van a subir otros impuestos indirectos, como el de timbres y estampillas. De modo que, sumando, nos vamos a encontrar con que trabajaremos más de la mitad del año para el Estado. En el mejor de los casos vamos a poder decir que somos “medio esclavos”.

          Claro, hay otros seres felices que no tienen esas preocupaciones. Me han llegado numerosos correos detallando lo que ganan la diputada comunista Camila Vallejo y el cubano “hijo de la revolución” que ella tanto admira y que es su pareja, a quien le ha caído en suerte ser designado asesor de un ministerio, y entre ambos redondean más de catorce millones de pesos mensuales. Con ello contribuyen a deteriorar aún más la distribución del ingreso en el país, pero por ser comunistas y “servidores públicos” supongo que eso no se les puede criticar. Como no son “emprendedores”, no son esclavos; al contrario, cualquier pareja se sentiría muy libre y feliz de recibir catorce millones de pesos por su trabajo. Pero por eso he aplaudido la moción de los diputados jóvenes Boric y Jackson para rebajar la dieta parlamentaria, que es como de cuarenta sueldos mínimos. Sería un paso positivo para una mejor distribución del ingreso. Fue una idea mía, lanzada en este blog antes que ellos, pero he renunciado gustosamente a su autoría en favor de ambos.

          Es que hoy día la felicidad material en el país y la libertad están radicadas en la Nueva Mayoría. La detallada descripción que ha hecho el periodista Tomás Mosciatti, de radio Bío Bío, de la nepotística distribución de cargos públicos entre parientes de dirigentes de la Nueva Mayoría y las extensas nóminas de cargos diplomáticos y agregadurías que han favorecido a personas cercanas a las y los jerarcas del régimen nos revelan a nosotros, los emprendedores, los nuevos medio-esclavos, que “la vida está en otra parte”. Tal como deben creerlo los cubanos que hayan leído las descripciones de las riquezas de Fidel Castro que ha hecho su ex guardaespaldas, recién publicadas en París. Bajo tales circunstancias ¡qué agradable es ser comunista! Siempre que uno maneje el gobierno.

          Entonces parece que los nuevos medio-esclavos, “los privados”, estamos situados en la parte equivocada del espectro político-social. La Reforma Educacional nos privará, por ejemplo, de la libertad de enseñar a personas pobres que tenían un subsidio escolar. Y ya se anuncia que ni siquiera esa libertad de enseñanza podrá ser ejercitada pagando toda la colegiatura, porque eso “segrega”. Si usted hace algo bien se lo van a prohibir, porque “segrega”. Hay que hacerlo mal y no diferenciarse de los demás. Dicen que no puede echarse a competir a un niño en patines con otro a pie pelado; que al primero hay que quitarle los patines y así terminar con la segregación. Alguien podría decir que por qué no le dan unos patines al que va a pie. Pero es que entonces al Estado no le alcanzaría la plata para que gente como Camila Vallejo y su pareja ganen catorce millones de pesos mensuales. ¿O se pretende empezar de nuevo a perseguir a los comunistas? ¿Me entiende o no?

viernes, 13 de junio de 2014

Eyzaguirre Me Adivinó el Pensamiento

          El otro día me acordé de un amigo con el que almuerzo una vez al año en el “Carrousel” y me di cuenta de que nos habíamos saltado el año pasado, así es que decidí llamarlo; pero en eso sonó el teléfono y era él, que justamente me llamaba para decirme que debíamos almorzar porque nos habíamos saltado un año. Parece que hay un sustrato donde flotan los pensamientos y se confunden.

Yo había estado pensando en lo parecida que es la Reforma Educacional de Eyzaguirre a la Reforma Agraria de Frei y Allende, por lo estatista y contraria a las libertades y a la productividad del país; y justamente entonces leí una declaración del mismo Eyzaguirre diciendo que su Reforma es similar a la Agraria, en cuanto al carácter “contracultural” que tiene. Exactamente lo mismo que yo estaba pensando.

          Pues ambas tienen en común el sello totalitario y contrario a la libertad y la propiedad: la Agraria, porque buscaba expulsar de la tierra a los propietarios y empresarios tradicionales de la misma, para colectivizarla; la Educacional, porque quiere marginar de la enseñanza a los dueños y emprendedores de colegios subvencionados que tienen por vocación ganarse la vida en ese menester, para que toda sea pública.

De hecho, tan “contracultural” fue la Reforma Agraria que ni la DC ni la UP crearon un solo nuevo propietario agrícola y se necesitó que llegara el Gobierno Militar para que hubiera repartición de títulos de propiedad entre los “asignados”, (los “siervos de la gleba” del colectivismo comunitario y marxista) poniendo en práctica un postulado de la sociedad libre que ese régimen nos legó a los chilenos.

          Todo lo que ahora hace Eyzaguirre es también muy apropiadamente marxista-leninista y no sólo recuerda la Reforma Agraria, sino también la Revolución de los Kulaks, pequeños propietarios rusos que fueron expulsados de sus tierras, y en gran número asesinados, por los seguidores de Lenin y Stalin, durante la Revolución Rusa.

          Entonces, del sustrato común del pensamiento que flota sobre nosotros, Eyzaguirre tomó mi idea de que se está llevando a cabo en educación el equivalente de la Reforma Agraria, y ha añadido que ambos procesos son “contraculturales”. Por supuesto, tiene toda la razón: el sistema de propiedad en la agricultura era el propio de una sociedad libre y fue reemplazado por otro totalitario, en que el Estado se hacía dueño de las tierras, tras colectivizarlas; el régimen de educación particular subvencionada es, hasta ahora, el propio también de una sociedad libre, en que los emprendedores privados proporcionan enseñanza y reciben una justa subvención (porque el beneficio social que entregan es mayor que el privado), además de cobrar un copago voluntario de los padres que desean mejorar la enseñanza de sus hijos, también en uso de su libertad personal.

Pero ésa es la cultura propia de una sociedad libre, y la Reforma de Eyzaguirre es la propia de una sociedad totalitaria, pues persigue poner toda la educación en manos del Estado (está dando sólo el primer paso y los teóricos del “Otro Modelo” y “la calle” ya le han advertido a la educación particular pagada no subvencionada que “ponga sus barbas en remojo”).

Por supuesto, la casi totalidad de los chilenos se ha mantenido apegada a su hábito de no darse cuenta de nada, estado que he descrito en mi anterior blog como de “imbecilidad”, un término duro pero rigurosamente exacto. Y lo más grave de todo es que se está haciendo esta reforma revolucionaria para empeorar la enseñanza. Cito de la carta de hoy en “El Mercurio” de Hernán Herrera Russell, presidente de los colegios particulares: “… los colegios particulares subvencionados obtuvieron mejores rendimientos (que los públicos en prueba SIMCE), como promedio, en lectura, matemáticas y ciencias, en los cinco niveles medidos, 2°, 4°, 6°, 8° Básico y 2° Medio”.

¿En qué consiste la Reforma Educacional Contracultural de Eyzaguirre? En liquidar el libre emprendimiento en la enseñanza y obligar a los más pobres a matricularse en el sistema público, que es el peor.

Tiene el respaldo de Michelle 2.0, la revolucionaria (pues la 1.0 no lo fue). Mi pronóstico: antes de cuatro años la mayoría la va a estar abucheando tal como hoy le sucede a otra revolucionaria, la Rousseff, por culpa de ella misma, por supuesto, y de tipos como Eyzaguirre.

miércoles, 11 de junio de 2014

El Precio de la Imbecilidad

          Los chilenos nunca hemos sido muy avisados. Eso lo sabe todo el mundo y la pequeña minoría avisada de acá también, pero la mayoría no se da cuenta, pues el rasgo fundamental de los no avisados consiste en no saber que lo son. Lo malo es que últimamente ellos están tendiendo a manejarlo todo y por eso ya nos estamos pasando de la raya.

          El país cuenta con una energía cara, escasa y mayormente contaminante. Había un proyecto, Hidroaysén, para producir en gran cantidad energía barata, abundante y limpia, interviniendo ríos de un lugar escasamente poblado. Pues bien, como “la imbecilidad es más fuerte”: ese proyecto se acaba de rechazar definitivamente. Hay todavía una instancia de apelación ante el tercer Tribunal Ambiental de Valdivia. Si es como los demás Tribunales, estamos sonados, pues acá la justicia es tan “avisada” que últimamente condenó a presidio a un muerto y consagró como “verdad judicial” que él mantenía secuestrado desde hace cuarenta años a un sujeto al cual se habría llevado (éste todavía vivo, según el fallo) a la tumba. Como las risas generales que ello suscitó fueron tan estridentes, la Corte tuvo que rectificar y, con enorme resignación, sobreseyó al difunto, pero sin aclarar qué sucedió con el –según la “verdad judicial”-- todavía secuestrado.

          A todo esto, se ha desatado una tremenda persecución ”contra el lucro” en la educación, conducta también por completo imbécil, como lo acredita la última prueba SIMCE, en que los mejores resultados los consiguen colegios particulares pagados, muchos de los cuales tienen fines de lucro. Pero nadie parece darse cuenta de eso, que por mero sentido común aconsejaría generalizar la enseñanza particular pagada y promover el lucro. (Pues para ello hay recursos: el Estado, con los que dilapida el monstruoso Ministerio de Educación, podría darles a todas las familias pobres lo necesario para llevar al colegio particular de su elección a sus hijos). De paso, se cumpliría con el mandato constitucional de garantizar la libertad de enseñanza, que en medio de la imbecilidad ambiente está siendo cada vez más conculcada.

          De paso, a raíz de la persecución contra el lucro en la educación se ha llevado a la ruina a los principales emprendimientos universitarios privados (a los cuales habían acudido capitales extranjeros y nacionales, tras la consagración de la libertad para fundar universidades dispuesta por el Gobierno Militar). Esto había redundado en plazas universitarias para cerca de un millón jóvenes que antes no tenían cabida en ese nivel de enseñanza.

          Pero para reemplazar a los que “lucran” educando se necesita de miles de millones de dólares, de modo que es preciso subir los impuestos. ¡Hay que alzarlos para poder financiar la educación peor, la pública, y confiscar la mejor, la privada! ¿Consecuencia? Hoy en “El Mercurio” la firma norteamericana JPMorgan dice que el valor de las empresas chilenas caerá 13% como derivación de la Reforma Tributaria. ¿No es el desiderátum de la imbecilidad, hacernos más pobres para poder “comprar” una educación peor?

          Pero la imbecilidad siempre ha aconsejado, en lugar de permitir que la gente libremente maneje su dinero, sustraérselo y dilapidarlo. El Estado, que confiscó el cobre, ha malbaratado en los últimos años siete mil millones de dólares en contratos de venta de cobre a China en menos de la mitad de su precio. Los burócratas que manejan el cobre siempre se han preocupado, como todos los seres humanos, de su propio peculio y no del de los demás. El cobre estatal está “capturado” por funcionarios estatales y sindicatos manejados por la extrema izquierda, al extremo de que ya las “pegas” en CODELCO han devenido hereditarias. El alto precio del cobre en los últimos años favoreció a los chinos, por supuesto, pero también a la amplia familia burocrática y sindical, que ha llevado los costos a un nivel insostenible. Como todavía subsiste otra minería privada, todos saben cuál es el costo de tal despilfarro, y un gerente de la estatal ha reconocido que si ella se privatizara el personal se reduciría en dos tercios. Así se bota la plata.

          Pero a la imbecilidad general no le faltan pretextos para perder más. La ganancia o el lucro la horrorizan, mientras las pérdidas la atraen. Hace algunos años un prohombre de la izquierda emitió un público edicto condenatorio contra “la tribu de los que ganan plata”, para poner a sus integrantes en la picota pública. Yo le contesté con una columna titulada “la tribu de los que pierden plata”, detallando la enorme capacidad de sus miembros para cumplir con ese menester, a costa del erario, naturalmente.

          Últimamente han quebrado en ello su propia marca, al superar los diez mil millones de dólares de pérdidas acumuladas por el Transantiago, engendro socialista fracasado que reemplazó a un sistema de transporte colectivo de mercado que generaba excedentes anuales y era servido por trece mil pequeños empresarios exitosos. Si hubieran gozado de libertad tarifaria nos habrían dado un servicio de lujo, pero las tarifas vivían congeladas. Aún así, con una fracción de lo perdido por el Transantiago socialista el Estado podría haber subsidiado a los privados para que, sin subir tarifas, pudieran tener buses cómodos y silenciosos y transitar por corredores exclusivos. Pero se prefirió la alternativa socialista perfecta: servicio malo (que lleva a los desesperados usuarios a “tomarse” las calles en protesta) y pérdidas siderales, que prosiguen a razón de 700 millones de dólares anuales.

          Y, en fin, la culminación que nos hará acreedores a figurar en el “Hall of Fame” de la imbecilidad: ante el terrorismo de la Araucanía, que amenaza la vida de los emprendedores y la economía de la región, el Gobierno renuncia a aplicar la Ley Antiterrorista y designa un Intendente que, no más ser nombrado, anunció que la solución al conflicto consistía en que las empresas madereras, generadoras de la mayor parte de la riqueza de la zona, debían hacer abandono de ella. Si no fuéramos completamente imbéciles protegeríamos a los que producen y perseguiríamos a los que incendian las unidades productivas, pero somos como somos, y entonces hacemos todo lo contrario.

          ¿Pondremos atajo a tanta imbecilidad en cuatro años más, o volveremos a reafirmarla y reelegir, por enésima vez, al marxismo-leninismo?

domingo, 8 de junio de 2014

¿Para Qué Se Necesita Una Izquierda?

          Pasó casi sin que me diera cuenta: la Cámara aprobó ¡por unanimidad! autorizar la erección de un monumento en homenaje a Gladys Marín, la líder comunista más intransigente en la tarea de instaurar en Chile un régimen marxista-leninista por la vía armada.

Que los Kerensky apoyaran la iniciativa ¡novedad ninguna! Que los RN se plegaran a ella, si bien algo me extraña, al mismo tiempo uno sabe que es el partido de Piñera y de él uno puede esperar cualquier cosa. Pero que la UDI ¡la UDI, “of all people”!, eso no me lo habría esperado nunca. Ni menos que la iniciativa haya sido, en conjunto, de un diputado comunista, Teillier, y de uno de la UDI, Hasbún. Bueno, este último, como alcalde de Estación  Central, ya le había puesto “Gladys Marín” a una calle de la comuna.

          La Gladys y yo nos saludábamos de beso cuando nos encontrábamos en Megavisión, y ella me decía “¡tanto tiempo que no nos veíamos, creo que desde el ’73!” Pero ambos sabíamos que los muchachos de su Frente me podían matar en cualquier momento. Una vez me dispararon con un M-16 durante mi trote matutino frente a San Alfonso del Mar, hace unos años, pero no me dieron. La bala rebotó ruidosamente en los estacionamientos del condominio y yo me agaché y seguí corriendo a tal velocidad (7 km/h) que el francotirador, supongo, no alcanzó a recargar el arma. Lo publiqué en este blog, pero nadie me dijo nada (ni siquiera mi familia: ahí me enteré de que no lo lee). Otra vez el frentista Villanueva, que ahora está procesado por el caso Guzmán (pero no debe preocuparse, porque la justicia de izquierda le va a remitir la pena, si es que lo condena; y, por último, el Gobierno lo va a indultar, como a TODOS sus  camaradas terroristas) me cubrió de insultos en un camino costero, pero no extrajo su arma, pues ¡imprevisión imperdonable! posiblemente no la llevaba.

          La Gladys, en efecto, fue una de las fundadoras del FPMR, junto a Volodia Teitelboim, (que tal vez por eso fue proclamado por Sebastián Piñera como “uno de los grandes hombres de la historia de Chile”), y a Orlando Millas. Este último lo dio a conocer en sus “Memorias 1957-1991”, p. 186. Ahí alude al “acuerdo a que habían llegado en La Habana dirigentes de los respectivos partidos, para que contingentes de militantes comunistas chilenos fuesen aceptados como alumnos en calidad de cadetes de la Escuela Militar de Cuba. Se reclutó para esta tarea a lo mejor de lo mejor  de la nueva generación del exilio… Un regusto amargo me hace sentir que los condujimos a quemarse en Chile en batallas imposibles...”

          Claro, asesinaron a muchos militares (ya he citado esas dos páginas enteras de “El Mercurio” del 26 de marzo de 1986, con retratos de 47 militares abatidos por el FPMR y el MIR, y con referencia a los abogados de la Vicaría de la Solidaridad que defendían a sus asesinos, en una cooperación abierta con el terrorismo por la cual la Iglesia Católica nunca ha pedido perdón.)

Bueno, ahora los militares sobrevivientes y que a su turno mataron guerrilleros purgan presidio perpetuo, condenados contra todas las leyes por la Justicia de Izquierda que se ha enseñoreado de nuestros tribunales. Valga decir que todos los terroristas autores de crímenes sangrientos fueron indultados por Aylwin (que se había comprometido a no hacerlo), Frei y Lagos; y los que cumplían condenas fueron amnistiados por una ley de perdón que, se suponía (por un acuerdo político y con la Iglesia) también debía ser aprobada en favor de los militares presos por más de diez años, pero esta última parte se rechazó por 17-15 en el Senado, con los votos de dos Kerenskys a los cuales no voy a nombrar, porque uno es amigo mío desde la adolescencia y eso constituye fuero. Y la Iglesia, que había patrocinado el acuerdo, no dijo nada.

          También en los ’80 el Frente comunista asesinó a sangre fría al dirigente poblacional de la UDI, Simón Yévenes; y “reconquistada la democracia”, como humorísticamente dicen los de la Nueva Mayoría, siendo que sólo se cumplió al pie de la letra el itinerario fijado por la Constitución de Pinochet (no les quepa duda de que la Historia la va a describir así, cuando la actual generación de cerebros lavados y sus respectivos lavadores ya hayan salido de circulación por fuerza mayor). Entonces, vigente ya la plena democracia que le debemos a Pinochet, en 1991 el Frente comunista fundado por, entre otros, Gladys Marín, asesinó a sangre fría al máximo líder de la UDI, Jaime Guzmán.

          De modo que ¡cómo un alcalde UDI no iba a bautizar una calle como “Gladys Marín” y luego, como diputado, no iba a copatrocinar, junto con el encargado militar comunista Guillermo Teillier (que daba las órdenes de exterminio y públicamente expuso cómo había dispuesto aniquilar a la comitiva del Presidente Pinochet, para asesinarlo, sin lograrlo, pero sí matando a cinco de sus escoltas)! ¡Cómo la bancada UDI, por unanimidad, no iba a votar por que se levantara un monumento en Santiago a la benemérita Gladys Marín!

¡Justo, conmovedor, solidario y merecido homenaje, que engrandece a nuestra democracia!

A todo esto, con semejante derecha ¿para qué se necesita una izquierda? 

viernes, 6 de junio de 2014

¡Qué Pena Tu País!

          Hay personas en otros países que ven con toda claridad lo que la mayoría acá no ve, y publican alarmadas sus conclusiones. Una minoría local, mejor informada que el resto, redistribuye esos escritos a través de los medios a su alcance y de las redes sociales, y se abisma de que la “corriente dominante”, que controla el Gobierno, el Congreso y el Poder Judicial, no se dé cuenta de las consecuencias de lo que, trepada alternativamente en su aplanadora y su retroexcavadora, le está haciendo al  país.

          Una y otra vez me ha llegado por internet el artículo “Chile y la Trampa de los Países de Ingreso Medio”, del analista del CATO Institute de Washington, Juan Carlos Hidalgo, aparecido en “El Mercurio” de ayer 05.06.14, B7; como también “El Malestar del Éxito”, de Mauricio Rojas, chileno-sueco y ex parlamentario nórdico, publicado en “El País” de España. Ellos, en el fondo, dicen lo mismo que no pocos (si bien minoritarios) advertimos en nuestros escritos acá, pero probablemente lo hacen mucho mejor y por eso encuentran más eco. Esta mañana, en una radio, el conductor de un espacio leyó in extenso el artículo de Hidalgo y se manifestó extremadamente alarmado por lo que el mismo señalaba, citando, justamente, a Rojas.

          ¿Y qué dice? Que Chile se ha situado como el país de mayor ingreso per  cápita en América Latina (US$19.067, teniendo en cuenta la Paridad de Poder de Compra); que en los últimos veinte años ha reducido la pobreza de 45% a 11%; que encabeza a América Latina en materia de desarrollo humano; que si sigue en esta trayectoria, según el FMI, superaría en 2018 el umbral de US$23.800 que califica a una nación como “desarrollada”; que en 1975 era la economía más cerrada de América Latina, según el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute y, después de las reformas emprendidas por Augusto Pinochet, “cuenta hoy con la economía más abierta y moderna de la región”; en fin, concluye que “la trampa en la que pudiera estar cayendo Chile es la de querer replicar un Estado de Bienestar a la europea en un país que aún no es rico”. 

          Le faltó añadir que los “Estados de Bienestar a la europea” demostraron ser inviables y se desenvuelven hoy en profundas crisis, de las cuales están demorando mucho en salir, y sólo lo están haciendo a costa de reducir el bienestar de sus pueblos.

          El artículo de Mauricio Rojas es más extenso, aún más documentado y llega a similares conclusiones: el “malestar del éxito” está poniendo en tela de juicio todo lo logrado por Chile en las últimas décadas.

          A estas alturas la demagogia y el populismo ya han cobrado su precio. En el “período de oro” de la economía chilena, tras las reformas modernizadoras de Pinochet, entre 1986 y 1997, la productividad de los chilenos aumentó en 3,3%; en los tres últimos gobiernos, entre 2004 y 2013, ha crecido cero (“El Mercurio”, 02.06.14). Se ha ido todo en bonos, aumento de impuestos y creación de ministerios, subsecretarías, agencias y superintendencias. El epítome del populismo fue el programa de Bachelet y su anuncio de una reforma tributaria como la que hoy estamos viendo aprobarse. Muchos levantamos la voz para advertir que ese solo anuncio iba a provocar una caída en la inversión y en el crecimiento. Nos acusaron de desatar una “campaña del terror”. ¿Y qué ha sucedido? Que el crecimiento en doce meses ha bajado a 3% (marzo), mientras la inflación en doce meses se elevó a 4,6%. Hacía ya muchos años que Chile había logrado, por fin y después de muchas modernizaciones económicas, vivir con una tasa de crecimiento mayor que la de inflación. Eso se acabó. Aunque la inflación no recrudezca, el crecimiento sigue cayendo y ya hay varios pronósticos de expertos en el sentido de que no llegará a 3% este año.

          Chileno: ¡qué pena por tu país!

          Una nación es algo demasiado importante como para ser manejado por “la calle”. Y aquí las políticas las formula una manada de gente ignorante y violenta que se tomó “la calle” y provocó “el malestar del éxito”. Han conseguido el poder y arrasan con todo.

          Tal vez es un sino histórico. El “síndrome de Michimalonco”, cacique que encabezó la revuelta que arrasó con los frutos del esfuerzo del Fundador, Pedro de Valdivia. Sucede cada ciertos años. Justamente un par de siglos después la ciudad de Valdivia, que había logrado una extraordinaria prosperidad y era más avanzada que Santiago y Buenos Aires (véase la historia del padre Guarda), fue arrasada por la descendencia de Michimalonco y nunca volvió a recuperar su sitial sudamericano. En el siglo XX, Salvador Allende se erigió en continuador del mismo sueño destructivo. Por suerte los militares acudieron al rescate. Pero ahora los herederos políticos de aquél no ocultan su propósito de “completar su legado” e instituir “El Otro Modelo”, para superar “el malestar del éxito”. Sin embargo, yo les anticipo una cosa: nos vamos a quedar con un malestar todavía mayor, pero sin el éxito. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Un Poder Que No Responde Ante Nadie

          En Chile la izquierda se ha hecho de todos los poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial)  y, como no debe responderle a nadie, los ejerce sin cortapisas.

          Un juez de izquierda, cuyo nombre no capté (pues la noticia sólo la dio la TV y no la recogieron los diarios) ha condenado a 15 años y un día a un militar fallecido, por mantener secuestrada a una persona de extrema izquierda desde hace decenas de años. Es decir, nuestra “justicia” (“risas en la sala”) ordena que un cadáver sea llevado a presidio hasta 2029 porque ha incurrido en el delito de mantener hasta ahora privado de libertad a un sujeto al cual, implica el fallo, ha mantenido en esa condición por decenas de años. La sentencia, ya ejecutoriada, no explica cómo el muerto se llevó a su prisionero a la tumba y lo mantiene ahí.

          Estas cosas pueden hacerlas los jueces porque para ellos no hay “accountability”, es decir, no le responden a nadie. Posiblemente después sostengan que el cadáver actuaba como “agente del Estado” al mantener secuestrado por tantos años al extremista de izquierda, y, por tanto, que el Estado debe pagar una indemnización de muchos millones de pesos a los familiares del secuestrado. Y el Estado va a pagar, porque esto es, en definitiva, un negocio, y sospecho que los más beneficiados por él son los abogados de izquierda, que saben que, para emplear un término futbolístico en las proximidades del Mundial, es cuestión de “chutear y abrazarse”. Presentan cualquier querella, su correligionario el juez condena al militar mencionado en ella, esté vivo o muerto, y después es cuestión de “pasar por la caja”.

          Nuestros jueces de izquierda están cada vez más parecidos a sus similares del régimen nazi en Alemania, de quienes han quedado filmaciones donde, tras condenar a los procesados por disentir del régimen, los cubrían de insultos. En el Apéndice del libro más importante de 2013, “Procesos Sobre Derechos Humanos: Ilegalidades, Arbitrariedades, Inconstitucionalidades”, de Adolfo Paúl Latorre, pueden leerse sentencias insólitas, entre ellas una de la sala penal de la Corte Suprema que habla del Gobierno Militar como de un conjunto de uniformados “sublevados”, haciendo recordar los insultos de los magistrados nazis; y que no tiene inconvenientes en condenar a cinco años y un día a cinco uniformados por un secuestro tan inexistente como el que hasta hoy estaría perpetrando el cadáver que cumplirá quince años y un día. Justamente el origen del libro de Paul Latorre, un abogado que es marino en retiro, está en ese juicio, pues uno de los condenados era camarada suyo en la Armada y comprobadamente estaba en Viña del Mar en la fecha en que la sentencia de los supremos lo sitúa como autor de un secuestro en Talcahuano, sobre la base de presunciones que no cumplieron ninguno de los requisitos que el código les impone para poder servir de base para una prueba. Todo ello lo indujo a investigar el tema y el fruto de ello es el excepcional libro de 700 páginas y ya con dos ediciones.

          Lo notable del caso que conmovió a Paul es que antes de llegar a la sala penal de izquierda de la Corte Suprema, el sustanciador de primera instancia y la Corte de Apelaciones habían condenado a sólo 541 días, y de pena remitida, es decir, que se cumpliría en libertad, a los uniformados que en Talcahuano habrían apresado a quien se sindica como víctima del secuestro. Era obvio para esos jueces que un hecho acaecido hace décadas, amnistiado y prescrito, y atribuido a sus supuestos autores sólo por presunciones febles, no podía dar lugar a una condena de presidio efectivo. Sólo el odio, el revanchismo y la sed de venganza, amparadas en la certeza de una completa impunidad, podía llevar a la sala penal de izquierda a imponer cinco años y un día de presidio efectivo a los procesados.

Y conste que el entonces presidente de la Corte Suprema, integrante de la sala penal, Milton Juica, fue del parecer de elevar la condena a diez años y un día. Eso lo dice todo.
 
          ¿Quién controla a los jueces? La Corte Suprema, más de izquierda y menos constreñida a respetar las leyes que sus subalternos. ¿Ante quién responden los jueces? Ante ella; es decir, sólo pueden temer si observan la legalidad. Es que la dictadura judicial, bajo la cual estamos viviendo en Chile, “es la única que no tiene remedio”, como escribió Alexis de Tocqueville. Y por eso es posible que un muerto sea condenado a presidio, que la sentencia respectiva implique que él todavía, en la ultratumba, mantiene privado de libertad a un secuestrado, y que no suceda absolutamente nada y la monstruosidad ni siquiera merezca ser publicada en los diarios.

lunes, 2 de junio de 2014

Michelle en lo Más Alto del Podio

          Después de la de Salvador Allende, las Presidencias de Michelle Bachelet van a resultar siendo las más caras de la historia del país en términos de pérdidas para éste. En la de 2010-14 hizo el peor negocio chileno conocido, el Transantiago, que a la fecha ya traspasó la barrera de diez mil millones de dólares en pérdidas, como lo determinó un  muy buen reportaje de Teletrece la semana pasada. Se pagó esa enorme suma para reemplazar un sistema de mercado de locomoción colectiva, manejado por trece mil empresarios privados que dejaba ganancias y trasladaba a la gente a donde quería ir (fue instaurado por el ministro general Caupolicán Boisset en 1978, previa consulta a los Chicago Boys y remedió el desastre legado por la UP). Él fue sustituido por un engendro socialista llamado Transantiago que redujo el número de empresarios a la mitad o menos, prolongó la duración de los viajes, martiriza a los usuarios, aparte de desmoralizarlos (uno de cada cuatro no paga) y ahora se apresta a recibir más de mil millones de dólares adicionales en otro subsidio para “mejorar el servicio”. Anote once mil con lápiz rojo en una hoja.

          Durante la primera Presidencia de Michelle Bachelet se siguió ejecutando en Codelco, cuyo directorio, en diciembre de 2005, era presidido por Nicolás Eyzaguirre, un contrato concebido bajo la administración Lagos (que ideó el Trasantiago) para vender cobre a China a poco más de un dólar la libra hasta 2012. Como ya en 2005 el precio del cobre era de más de dos dólares y después subió hasta cuatro, ese contrato significó un menor ingreso para Codelco de US$ 4.700 millones de dólares, según ha calculado y denunciado en “El Mercurio” de ayer domingo el ex director de Codelco e ingeniero comercial Andrés Domínguez. Anote 4.700 con lápiz rojo en la misma hoja.

          Ese lucro cesante para el Estado chileno equivale a más de la mitad de la recaudación que prevé el actual proyecto de Reforma Tributaria, cuya sola expectativa ya ha provocado una pérdida para el país por menores inversiones, caída en la productividad y disminución de empleos.

          Pero el economista Domínguez añade que en 2006, ya bajo la Presidencia de Michelle Bachelet, Codelco acordó vender a la firma china Minmetals otras 55.750 toneladas de cobre al año, durante quince años, es decir, hasta 2021, a un precio levemente superior a un dólar por libra. Como en los últimos ocho años el precio siguió siendo más del doble y todavía lo es, pueden estimarse las pérdidas de ese solo contrato en otros US$ 2.300 millones de dólares. Entonces anote 2.300 con lápiz rojo en la misma hoja.

Esto lleva el total del perjuicio en la operación con China a US$ 7.000 millones, suma que deja chico al “davilazo” de varios cientos de millones de dólares que se desvanecieron en Codelco durante la administración Aylwin, que a su turno hizo olvidar los “desmalezados” de Enap los trenes españoles de EFE y otras minucias. Entonces se culpó de todo a un subalterno operador de futuros de Codelco que, se decía, se equivocaba por su cuenta, para delicia de los operadores extranjeros, como si no tuviera jefes y sin que hubiera ni por asomo “responsabilidad del mando”, como la que la justicia de izquierda aplica a generales que actualmente cumplen presidio por hechos de sus subalternos en que no han intervenido.

Es que en el Chile orwelliano somos todos iguales, pero algunos son más iguales que los demás.

          El mismo ministro Nicolás Eyzaguirre que estaba en el directorio de Codelco en diciembre de 2005 está ahora en el Ministerio de Educación, y ha ideado un plan socialista que bien podría llamarse “Transeducación”, pues pretende estatizar buena parte (los que tienen copago) de los más de seis mil establecimientos de enseñanza particular subvencionados, a los cuales acuden 1.897.959 alumnos. Es decir, va a reemplazar a emprendedores por funcionarios. ¿Cuánto va a tener que desembolsar el fisco para cubrir la expropiación y el copago? Le sugiero anotar con lápiz rojo y entre signos de interrogación ¿2000? Raya para la suma: anote presuntivamente 20.000 millones de dólares perdidos.


          Cuando se materialicen esas cifras, ellas situarán a Michelle Bachelet en lo más alto del podio, como el (la) gobernante que mayores pérdidas para el patrimonio estatal haya generado en la historia de Chile, superando a Salvador Allende y sin mejora alguna para el nivel de vida de los chilenos.