viernes, 28 de febrero de 2014

¡Adiós, Chile!


            Piñera se está despidiendo a su manera, es decir, auto homenajeándose por todas partes. Pero los que deberíamos despedirnos somos nosotros, porque se viene otro país, modelado según “la calle”. Lo que el nuevo gobierno ha prometido desde el primer momento es, justamente, cambiarnos  a ese país: 1) Otra Constitución, que nadie tiene idea qué va a contener ni quiénes la van a dictar; se supone, naturalmente, que “la calle”, pero lo único seguro es que derogará libertades personales y dará más facultades al Estado (“lo público” predominará sobre “lo privado”); 2) Más impuestos sobre los que invierten y producen, para financiar un Estado más grande como también “la calle” pidió; y 3) Educación “pública, gratuita y de calidad”, es decir, estatal integral. No se permitirá que los particulares aporten recursos para la enseñanza de sus hijos en establecimientos subvencionados, porque eso “segrega”. Traducción: enseñar mejor introduce más desigualdad.

            ¿Por qué digo “otro país”? Porque el actual, elogiado e imitado, se construyó sobre las bases opuestas: 1) Una Constitución fundada en las garantías a la libertad individual, relegando al Estado a un rol subsidiario; 2) Impuestos bajos para quienes invirtieran y produjeran; y 3) Incentivos (aunque insuficientes) para la enseñanza particular y para que ella fuera más libre. El salto en la matrícula para las universidades tuvo lugar justamente cuando se decretó la libertad para fundarlas (1981).

            Muchos países adoptaron el modelo chileno de 1973-90, partiendo por grandes potencias (EE. UU. de Reagan y Gran Bretaña de Thatcher) y siguiendo por las naciones del este de Europa (Rusia y repúblicas ex soviéticas) y algunas latinoamericanas, como México, Colombia y Perú. Otras optaron por el modelo inverso, al cual ahora adherirá Chile: Argentina, Venezuela. Y así les va.

            Antes del viraje que se iniciará formalmente el 11 de marzo, se ha preparado el terreno para este nuevo Chile. El manejo de la opinión pública ha quedado en las manos de la izquierda que impulsa el nuevo modelo de país, sin contrapeso. La producción cinematográfica, televisiva y literaria es monopolizada por ella. Para  el 40° aniversario del 11 de septiembre de 1973 se desató una hemorragia de programas televisivos denigratorios del Gobierno Militar, campaña a la cual se sumó el gobierno de Sebastián Piñera. Esto fue lo que debilitó electoralmente a la derecha y explica su derrota parlamentaria y presidencial.

Como los que derrotaron a la violencia armada son ilegalmente procesados y condenados, hoy ésta goza de impunidad y avanza como nunca. De 59 acciones subversivas violentas que hubo en 2011 en la Araucanía se llegó a 164 en 2013 (“La Segunda”, 26.02.14). En esa zona la gente de orden que trabaja y produce vive en un estado de sobresalto y pánico que no se venía desde antes de la Pacificación de la Araucanía en el siglo XIX (“El Mercurio”, 28.02.14).

            Pero el lavado de cerebros a través de los medios controlados por la izquierda ha sido tan completo que ya cada vez más dirigentes de derecha llaman a “dejar atrás a Pinochet” de una vez por todas, revelando haber comprado completo el paquete propagandístico del adversario y creyendo que así recuperarán algún crédito electoral. Pero no lo conseguirán así, porque los partidos de derecha no sólo fueron parte del Gobierno Militar sino que lo inspiraron política, económica y socialmente (y de ahí el éxito de ese gobierno y su “Misión Cumplida” de 1990). ¿A quién quieren engañar los “arrepentidos” y “renovados”?

El gobierno de Piñera ha hecho esfuerzos risibles pero trágicos (desde el punto de vista electoral) por sumarse al lavado cerebral de la ciudadanía practicado por la izquierda. De partida, ha mantenido intacta la parafernalia de “derechos humanos” instalada por los regímenes de la Concertación, financiando el Museo de la Memoria marxista, el Instituto de Derechos Humanos, conducido por una socialista defensora de todo extremismo; y la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio del Interior (a cargo del subsecretario Ubilla, que se pavoneó de haber presentado más de 900 querellas contra militares, frente a las apenas 200 y tantas que habían iniciado los gobiernos de la Concertación). Todo para perseguir ilegalmente a militares ancianos y/o enfermos, por hechos prescritos, amnistiados, muchas veces ya antes juzgados y no pocas inexistentes. Adicional y simbólicamente, Piñera mantiene a cargo del vital Servicio Médico Legal a un mirista confeso, que presta servicios a su causa aportando autopsias como la del general Bachelet, según la cual éste murió hace 40 años a causa de torturas, siendo que el mismo instituto no fue capaz de sindicar la causa de la muerte de un niño de corta edad fallecido días atrás en Laguna Verde.

El sesgo pro-izquierdista de Piñera es tan obvio que en estos días, en que recorre el país procurando peraltar su imagen e iniciar su cuarta campaña presidencial, decidió rendir homenaje público al cantautor comunista Víctor Jara, muerto por militares en 1973. Pero ante el público y las cámaras lo nombró como “Víctor Parra”, engrosando la colección de “Piñericosas” que se han convertido en primer best-seller literario por largos meses.

            Los aumentos de impuestos de Piñera se han traducido en una declinación del crecimiento del país, que disminuyó en 2013 (4%) y volverá a disminuir en 2014 (3,5 a 3,8%). Y como el gobierno entrante seguirá la misma línea y aumentará todavía más los tributos, la perspectiva para los años siguientes es peor. Para mal de males, Piñera, con su aumento de impuestos, ni siquiera consiguió mayor recaudación: la del impuesto a la renta cayó 6,3% en 2013 (“El Mercurio”, 17.02.14).

El 17 de febrero se dio a conocer el Índice de Confianza de los Consumidores y reveló que había bajado a 54,6 puntos desde su máximo de 59,2 en 2013. La Inversión Extranjera Directa acumulada en doce meses disminuyó de 33.578 millones de dólares en marzo de 2013 a 25.110 millones en octubre (datos de Alfonso Swett, “La Segunda” 24.02.14). ¡Y la Nueva Mayoría promete derogar el DL 600 que da garantías a los inversionistas foráneos!

La deuda externa aumenta y ya algún medio (“Financial Times”) menciona a Chile entre los que se incorporan al grupo de países “vulnerables a una crisis de balanza de pagos”, aunque equivocadamente, a mi juicio. Pero antes nadie nos ponía en esa categoría. Además, lo que sí es verdad es que “vamos para allá”.  

            Bueno, el Chile de las libertades personales y del Estado subsidiario, de la Constitución redactada por constitucionalistas, de las condiciones favorables para trabajar tranquilos y producir, está haciendo mutis por el foro, dejando el lugar al Chile gobernado por “la calle”. Adiós, Chile admirado e imitado. ¡Adiós, adiós, quizá cuándo te vamos a volver a ver! Si es que hay un “cuándo”, porque los que te salvaron una vez ya no van a querer volverlo a hacer.

                      

miércoles, 26 de febrero de 2014

"¡Que Cuarenta Años No Es Nada...!"


            Es increíble cómo se repite la historia. Ayer leí que el futuro Ministro del Interior de la Nueva Mayoría (“nueva” sólo porque la DC se ha sumado a la Segunda UP…¡oh los Kerensky, nuestros sempiternos Kerensky!), declara, frente a los asesinatos terroristas en la Araucanía, “un problema social no se arregla con la Ley Antiterrorista”. ¡No han aprendido nada; no han olvidado nada!

            Hace poco más de cuarenta años, durante la Primera UP, pasaban las mismas cosas. Los terroristas eran liberados porque se trataba, decía Salvador Allende, de “muchachos idealistas”. En diciembre de 1972 el agricultor de Río Bueno, Raúl Vásquez Bécker, fue quemado dentro de su casa por los “tomadores” izquierdistas de su fundo. Lo encerraron en un closet y le prendieron fuego a la casa. Como recordaba en carta  a “El Mercurio” de 4 de enero de 2005 su amigo Mauricio Alliende, la horrorizada mujer del agricultor logró apenas librarse ella de las llamas. Su hijo escribió al diario, días después de la carta anterior, revelando que, cuando posteriormente había intentado alguna acción judicial reparatoria, el gobernador local le había advertido que si recuperaba el fundo “se lo iban a volver a tomar todos los días”. Y hasta su propio abogado le aconsejó: “mejor ándate, o a ti también te van a matar”. Abandonó todo y se fue a España.  
            Poco antes, en 1971, la agricultora Antonieta Maachel, dueña del fundo “La Tregua”, había puesto fin a sus días en su dormitorio del segundo piso de su casa, tras haber sido vejada por los “tomadores” socialistas que habían entrado a la fuerza y mientras los mismos se daban un ruidoso festín en el comedor del primer piso. Es que estaban solucionando un “problema social”. Ya ella no iba a seguir creándolo, trabajando y produciendo en su propiedad.

            De esas víctimas ya nadie se acuerda. Al contrario, después de que, obedeciendo al clamor popular, las fuerzas armadas pusieron término a ese estado de abuso y atropello, al fin de cuentas y, por supuesto, al amparo e iniciativa de los Kerensky chilenos, los victimarios se convirtieron en “víctimas” y hoy, con la colaboración de la justicia de izquierda-DC, prevarican sin asco para condenar a los que reprimieron a asesinos, usurpadores e incendiarios. ¡Ahora son ellos los que gritan "asesinos"! En una escalada prevaricadora y persecutoria acelerada bajo el régimen de Piñera, procesan y condenan por centenares a los militares, para después cobrar millonarias indemnizaciones por habérseles impedido ejercer el derecho de usurpar y profitar de lo ajeno y, cuando fue del caso, vejar o quemar a los dueños que insistían en defender lo suyo.   
            ¿Usted cree que exagero? ¡Pero si es lo que las nuevas autoridades dicen que le espera al país! Ya el Intendente Huenchumilla (DC), designado por el nuevo gobierno en la región en llamas, ha declarado que la solución al “problema social” en ella es que se vayan las grandes empresas. Así se evitará que les incendien bosques, siembras, galpones, camiones, tractores, maquinaria. Dejando la tierra abandonada para que “vuelva a manos de sus dueños ancestrales” se soluciona el “problema social”, consistente en que algunos insisten en desarrollar la tarea antisocial de producir.

Después sucede como en la Primera UP ayer y en la Venezuela de hoy: faltan alimentos y cosas esenciales. Bueno, es que así arreglan ellos los “problemas sociales”. Es la única receta que conocen.
          Si el tango dice que “veinte años no es nada”, los chilenos, con mucha mayor razón, en breve vamos a poder decir: que “cuarenta años no es nada”.

domingo, 23 de febrero de 2014

Derecha Culposa e Izquierda Virtuosa


         En mi anterior blog compuse algunas variaciones sobre el tema de la defunción de la derecha, predicha por mí desde el momento en que ella proclamó como su candidato presidencial a Sebastián Piñera hace más de cuatro años; y señalé lo determinante que para precipitar ese fúnebre desenlace ha sido la actividad reciente de dicho actor político.

         Los hechos de estos días siguen dándome la razón. Ayer he leído sin sorpresa en “La Tercera” (22.02.14, p. 8) la agenda de “Amplitud”, es decir, de los cuatro parlamentarios piñeristas escindidos de RN, agenda cuyo contenido único consiste en seguir denigrando al Gobierno Militar. En otras palabras, serán continuadores y profundizadores de la tarea de zapa emprendida por su mentor con motivo de los 40 años del Once.

         La primera actividad memorable de “Amplitud” tendrá lugar el 25 de febrero, en el aniversario del asesinato de Tucapel Jiménez, fecha en que harán llegar una carta al diputado PPD e hijo de dicho dirigente de la ANEF. La diputada Rubilar explica: “Para nosotros el asesinato del padre de Tucapel el año 1982, junto con el caso Degollados, representan de forma nítida cómo el Estado violó los derechos humanos durante la dictadura”.

         ¿Alguien puede imaginarse a parlamentarios DC o PS proponiéndose como agenda hacer campaña para resaltar crímenes cometidos por el MIR o el FPMR? Inimaginable. Es la gran diferencia entre la izquierda y la derecha. Tal vez sea la que explique por qué, mientras la primera triunfa en las elecciones con una candidata que fue ayudista del MIR y conviviente del vocero del FPMR durante el período de exterminio más sangriento desarrollado por este último, nadie, pero absolutamente  nadie (aparte de este blog, naturalmente, lo que no altera el calificativo “nadie”) se lo recuerde, mientras la segunda sufre estruendosas derrotas en medio de no menos estruendosos mea culpas (que contribuyen a que la ciudadanía se aleje de ella) debido a su “complicidad pasiva” en la gesta antiterrorista.

         En otras palabras, “Amplitud” parece haber nacido para terminar de completar el asesinato de la imagen pública de la derecha. Y con argumentos falsos, como el del caso Degollados, en el cual está históricamente documentado y probado que el Gobierno Militar nada tuvo que ver y, al contrario, sí tuvo la iniciativa para dilucidarlo y sancionar a los culpables, incluyendo a uno que no lo era, como el general Mendoza, al cual por su “responsabilidad de mando” se destituyó de la Junta.

         En el caso Jiménez sí hubo actuaciones indefendibles de la Dirección de Inteligencia del Ejército, y ha sido un baldón para el régimen; pero ningún partidario del Gobierno Militar se rebajaría al nivel de cinismo de un Guillermo Teillier para enorgullecerse de semejante crimen, como el diputado PC lo hiciera, confesando su autoría intelectual (que quedó impune) en el caso del asesinato aleve de cinco escoltas del Presidente Pinochet. Eso es lo que establece la diferencia moral que hay entre una izquierda orgullosa y una derecha culposa y autoflagelante.

         Por otra parte, nada estaría más lejos de la indignación moral de “Amplitud” que preocuparse del mayor escándalo ético de nuestro tiempo, como lo es el juzgamiento y condena ilegal, inconstitucional y arbitraria de los presos y procesados políticos militares atropellando no sólo la normativa interna aplicable sino los propios tratados internacionales suscritos por el Estado de Chile, que lo obligan a hacer respetar el debido proceso. El libro-denuncia de dicho escándalo nacional, obra del abogado Adolfo Paul Latorre, cuya primera edición de mil ejemplares ya se vendió completa, compara la situación de ilegalidad que viven esos presos y procesados políticos (sañuda y también ilegalmente perseguidos bajo la administración Piñera, que procedió contra ellos con mayor odiosidad que los anteriores gobiernos de la Concertación) con la que soportaron los agricultores chilenos bajo la Reforma Agraria, sin el resultado de que estos últimos fueran sometidos a prisión, pero sí con el de que fueran privados ilegalmente de sus tierras con un pago nominal y miserable. Personaje destacado participante en ambas persecuciones contrarias a derecho fue Patricio Aylwin, autor tanto del parcial y sesgado instrumento de condena urbi et orbi contra los militares, el Informe Rettig, y de la famosa “Ley Aylwin” de fines de los años ’60, que privó a los agricultores del derecho a reclamar ante Tribunales por la ilegalidad de las confiscaciones agrarias y que, de paso, anuló más de 80 sentencias ya pronunciadas y favorables a ellos que habían emitido los Tribunales. Atropelló al derecho “en la medida de lo posible” dos veces en un cuarto de siglo, para sus propios fines políticos.

         Entre las paradojas de la última semana también se cuenta el anuncio de que RN rendirá un homenaje a Sebastián Piñera cuando deje su cargo. La solitaria voz del senador electo Manuel José Ossandón se ha alzado para señalar la improcedencia de tal homenaje y, de paso, para anticipar que el saliente Presidente y sepulturero de la derecha “se llevará” también a “Amplitud” a sus ministros de mayor confianza, la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, y su “mano izquierda” (porque es zurdo) Rodrigo Hinzpeter. Y, agrego yo, seguramente también al twitero de confianza que emplea para disparar contra quienes lo critican, el ministro Mañalich (es sólo una corazonada).  

         Mientras la difunta derecha experimenta, no obstante esa condición, los estertores derivados de tanta autoflagelación, la izquierda se muestra cada vez más orgullosa de sus estandartes de lucha. Ha ejercitado un travestismo político genial, convirtiéndose, de agresora (“milicias armadas con enorme poder militar”, denunciadas por Aylwin el ’73) en agredida; de victimaria (casi todos los partidos de la UP se armaban para matar oponentes, según Altamirano) en víctima; y de totalitaria (“socialismo marxista total” prometía Allende a Debray) en demócrata. Y aún hoy sigue describiendo la violencia y el exterminio como el ejercicio de una “virtud”, según dice el columnista Carlos Peña en “El Mercurio”: pues si bien condena que hayan quemado al matrimonio Luchsinger McKay, describe el episodio terrorista como un acto de “barbarie virtuosa”, dada la causa que respalda.

         Así, el sabio pueblo chileno, mientras entierra a la derecha por sus pecados, con la entusiasta colaboración de no pocos derechistas, entrega la plenitud de los poderes a una izquierda amnistiada de sus barbaridades, que goza de perdón y olvido, y se muestra dispuesta a poner en práctica todas sus “virtudes”.

        

jueves, 20 de febrero de 2014

VERSOS A UNA DIFUNTA REITERADA



Parodiando un patético poema de Pezoa Véliz, inicio con él un análisis de los últimos tiempos, no menos patéticos, de la derecha :


“Un día de invierno la encontraron muerta

dentro de un arroyo próximo a mi huerta.

Entre sus papeles esparcidos al viento

Había unos versos de arrepentimiento…

Desconcertados, los jueces de turno

preguntaron al guardián nocturno:

éste no sabía nada de la extinta;

ni el vecino Pérez, ni la vecina encinta.

Una paletada le echó Piñera, el panteonero,

que luego lió un cigarro, se caló el sombrero

y emprendió la campaña para ser reelecto...

Y, tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada...”

         Así, sin pena ni gloria, la derecha chilena está volviendo a pasar a la historia de las grandes derrotadas políticas y electorales. Pero es una derrotada resignada a su suerte. La acepta sin lucha. Es un sector que tiene las buenas ideas pero no personalidad ni gente idónea para defenderlas y defender su actuar. Hace  cuarenta años no tenía la menor posibilidad de acceder al poder para, desde allí, poner en práctica esas buenas ideas, pero alguien lo hizo por ella. El país estaba sumido en la mayor de las ruinas, merced a la aplicación progresiva de las recetas contrarias, las de izquierda, primero bajo la DC (1964-70) y luego bajo el marxismo (1970-73). Ni siquiera la misma derecha creía mucho en su propio credo, pues una vez le oí decir a un adalid del sector, con aires de autosatisfacción: “¡Pero si nosotros somos mucho menos derechistas que, por ejemplo, los partidos de derecha franceses!” ¡Qué honroso! Él lo creía un mérito. Y no se rían, porque si ustedes leen las declaraciones de los derechistas de nuestros días encontrarán muchas similares, que proponen como vía de renacimiento de sus moribundos partidos el acercarse a las recetas de sus adversarios. Algunos parecen considerarlas como su tabla de salvación.

         Pero cuando el país, en 1973, estaba a punto de convertirse en otra Cuba, parece que intervino la Virgen del Carmen, patrona de las fuerzas armadas, e inspiró a un grupo de generales pro-DC, encabezados por el general Sergio Arellano, quienes acordaron que eso no podía permitirse y habían resuelto actuar. Dicho general recibió a través de su hijo un visto bueno discreto pero decidor de Patricio Aylwin, a la sazón senador y presidente de la DC, quien fue, entonces, el gatillador originario del Pronunciamiento del ‘73. Al mismo tiempo, el resuelto almirante José Toribio Merino, en la Armada, había tomado similar decisión. Los generales deliberaban acerca de si iban a incorporar o no a su plan al entonces nuevo comandante en jefe, Augusto Pinochet. Y fue Arellano quien insistió en que sí.

         La derecha poco sabía de todo eso. En ella, en la segunda mitad del siglo XX, hubo escasas personas realmente decididas y decisivas. Repasando el período he encontrado solamente a cuatro y las cito por el orden alfabético de sus apellidos: Jaime Guzmán, Pedro Ibáñez, Sergio Onofre Jarpa y Enrique Ortúzar. Los demás éramos comentaristas, opinólogos, francotiradores o dilettantes que decíamos saber muy bien lo que había que hacer pero no hacíamos nada. En cambio, los cuatro nombrados tal vez hablaban menos pero hacían mucho. En particular, Enrique Ortúzar hizo lo más importante de todo: redactó por sí y ante sí, y con brillo, las razones por las cuales las fuerzas armadas debían poner término al régimen de Allende y, tan importante como eso, ideó el mecanismo para oficializar ese llamado a través de los representantes del pueblo. A nadie más se le había ocurrido y si se le había ocurrido, no había “hecho la pega”. Los uniformados oyeron ese llamado de la civilidad democrática mayoritaria y depusieron a Allende. Entonces hubo entre ellos un “intuitivo genial” que disponía del poder y tenía una virtud muy poco chilena: era capaz de tomar decisiones. En definitiva, él zanjó las discusiones y llevó adelante un programa económico, social y político de derecha que convirtió al país, que no tenía harina para la semana siguiente, en un ejemplo que después casi todos trataron de imitar.


            La derecha, entonces, le debe al Gobierno Militar el haber puesto en vigor su modelo de sociedad, pero hoy ella le agradece enlodando su memoria y alejándose de él como si hubiera esparcido la lepra. No hablo ya de los arrepentidos, los tránsfugas y los que se pasaron de frentón al enemigo. Hablo incluso de los más consecuentes defensores del pasado, que parecen ahora retroceder abrumados por la propaganda adversaria, la cual también han comprado completa. Leo, por ejemplo, lo que dice la diputada María Angélica Cristi, leal como la que más al Gobierno Militar, en la última revista “Ya”. Preguntada: “¿Y qué piensa de Pinochet?” responde: “Me cuesta imaginar que él supo de las atrocidades”.  Nótese que ya ha entregado el terreno al adversario y da por un hecho “las atrocidades”.  Y prosigue: “Sobre todo las de los ’80, como el caso Degollados”. Eso es increíble. Está históricamente documentado que las peores atrocidades en los ’80 tenían la autoría del FPMR, brazo armado comunista. Un informe norteamericano lo sindicaba como el mayor autor de muertes violentas en Chile a mediados de esa década. Pero el comunismo “ha pasado piola”. Y fue justamente tras un atentado terrorista suyo, que tenía por objeto matar a los uniformados que fueran a desactivar una bomba, que los tres principales cabecillas del FPMR fueron degollados, en un evidente acto de venganza, por carabineros actuando fuera de toda orden gubernativa. Justamente Pinochet ordenó investigar el caso, pidió a la Corte un Ministro en Visita y fue la CNI la que lo dilucidó y ello llevó a que al General Director de Carabineros se le marginara de la Junta. ¿Cómo puede la única parlamentaria leal al Gobierno Militar no haberse sobrepuesto a los efectos del lavado cerebral que han soportado los chilenos?

         Luego leo las declaraciones del  diputado Ernesto Silva y del senador Víctor Pérez, que compiten por la presidencia de la UDI, ambos considerados como de firmes convicciones y defensores de la verdad histórica. Pero, a estas alturas, también flaquean. El primero dice en “La Tercera” del sábado: “Ha habido aspectos muy dolorosos y negativos en el Gobierno Militar, pero también aspectos importantes, fundamentales para el desarrollo y el bienestar de Chile” ¿Sí? ¿Y cómo se las habría arreglado él para combatir a diez mil (Altamirano) guerrilleros bien armados (Frei y Aylwin), más diez a doce mil extranjeros clandestinos (OEA), causando sólo poco más de tres mil víctimas, cuatrocientas de las cuales cayeron a manos de dichos guerrilleros? ¿O es otro “general después de la batalla”? Y su contendor Víctor Pérez, se niega a condenar la verdadera puñalada histórica al Gobierno Militar y a quienes lo apoyaron que perpetró Piñera con motivo de los 40 años del Pronunciamiento. Silva tampoco se atreve a hacerlo y dice que “las declaraciones del Presidente Piñera, en el contexto de septiembre y a dos meses de la elección, no fueron oportunas”.

”¡No fueron oportunas!” ¡La despiadada jugada del “gambler” para subir en las encuestas, que crucificó a la derecha y la llevó (particularmente a la UDI) a un desastroso resultado electoral; y a la cual se sumó el vejatorio traslado, en medio de la pedrea comunista y bajo el estandarte de la hoz y el martillo, a un penal peor a los presos políticos uniformados ancianos y enfermos, con el resultado inmediato de un suicidio y una muerte por alejamiento de la atención médica, “no fueron oportunas”.

¡Qué distinto es el adversario! Vengo de oír en Teletrece al comentarista deportivo Guarello, comunista reconocido y que hoy, una vez más, ha mal usado su tribuna deportiva para denigrar a la “dictadura militar” a propósito de la Universidad de Chile. Y el mismo canal anuncia para las diez y media a otro comunista confeso, Yerko Puchento, con un programa estelar en que, seguramente, no perderá oportunidad de pasar su aviso. Y, además, los comunistas salen a las calles para desfilar en apoyo a Maduro. Una aberración, pero son leales, firmes en su línea. Entonces, así como dominan los medios y se aprestan a seguir lavando los cerebros de los chilenos con otra entrega de “Los Archivos del Cardenal”, archivos que no eran del Cardenal sino de un alto jefe comunista, pues los formaba en la Vicaría de la Solidaridad su Archivero, que era además jefe y reclutador del FPMR, José Manuel Parada, así siguen construyendo “atrocidades”, que siempre van a encontrar compradores, comenzando por los adalides más firmes de la derecha. Con estos líderes, no podría sino estar encaminada al cementerio. ¿Y quién puede extrañarse entonces de que Allende haya sido consagrado por votación popular como “el personaje más grande de la historia de Chile”? ¿O que una ayudista del MIR y conviviente del  vocero del FPMR en los sangrientos ’80 haya ganado la elección presidencial?

¿Y a qué extrañarse, entonces, de que en los 40 años  el panteonero haya echado sobre el cadáver de la derecha,  “la última paletada… y nadie dijo nada… y nadie dijo nada”?

lunes, 17 de febrero de 2014

Está Maduro Pero No Va a Caer



            Hay quienes  creen que a Maduro le espera el destino de Allende, pero yo vaticino que no. Recuerden siempre esto: la izquierda siempre se sale con la suya. Entonces les voy a dar “n” razones de por qué Maduro, por ídem que esté, nunca va a caer:
            Primera, tiene el respaldo de las fuerzas armadas. Mientras éstas apoyen a un gobierno, éste no va a dejar el poder. Maduro podría perder ese respaldo, es verdad, pero, así y todo, aquéllas deben haber aprendido la lección de Chile: “Si derrocas a un marxista, nadie te lo va a perdonar”. Ni siquiera la derecha; peor aún, ni siquiera tus camaradas uniformados, que a la larga te van a dejar abandonado tras las filas enemigas, como lo han hecho en Chile. Entonces, las fuerzas armadas en Venezuela han observado todo eso y resuelto apoyar a la izquierda. Y la defenderán.

            Segunda, los izquierdistas son totalitarios, pero son siempre leales entre sí. Los derechistas son demócratas, pero no leales. Mira lo que les pasó a los militares chilenos, que obedecieron al clamor mayoritario de los demócratas que les pedían echar a Allende y lo hicieron. Al poco tiempo, desde la izquierda a la derecha mundiales, todos estaban contra ellos. Lee, por vía de aprendizaje, el primer artículo de “The Economist” después del Pronunciamiento del 73: totalmente favorable al Gobierno Militar. Y luego lee todos los demás: se dio vuelta la chaqueta en menos de un mes; sus artículos fueron cada vez más críticos del Gobierno Militar, hasta terminar plegándose a la campaña encabezada por Moscú.

            En cambio, basta leer las declaraciones de la presidenta de la FECH en Chile, en apoyo de Maduro, para apreciar la lealtad mutua entre los totalitarios. En un brillante análisis que vale la pena leer, el blog de Máximo () hace ver las contradicciones e inconsecuencias de la postura de la presidenta de la FECH. La deja, simplemente, en ridículo. ¿Y qué? ¿Alguien cree que ella o los que están a su derecha, como los comunistas, van a cambiar su postura frente a Maduro o frente a Cuba? Jamás. Lo apoyarán con todo.
            Después del 11/S/73  hasta la derecha franquista española se dio vuelta la chaqueta y se puso en corto plazo en contra del Gobierno Militar. Y, bueno, a la postre hasta la derecha chilena lo ha hecho, como lo prueba que Andrés Chadwick, quien fuera uno de los regalones de Pinochet, haya declarado recién que el “legado trascendental” del gobierno de Piñera va a terminar siendo el  haber encabezado, con motivo de los 40 años del 11/S/73,  el asesinato de imagen del Gobierno Militar y de la derecha que lo apoyó.

Tercero, los izquierdistas siempre pueden volverse capitalistas. Maduro puede salir del paso haciéndolo. China sigue siendo gobernada por el Partido Comunista, pero es completamente capitalista. Contradiciendo un postulado de Milton Friedman, quien sostenía que la libertad económica garantizaba la libertad política, los chinos han consagrado la más amplia libertad económica con cero libertad política. Maduro va a hacer algo de eso. Si hasta a la Cristina K se le ha ocurrido que a veces es bueno hacerle caso a la ley de la oferta y la demanda ¿cómo no le va a caer la teja a él? Y hasta el mismo Raúl Castro lo está haciendo, sobre todo ahora que se va a quedar sin ayuda de Venezuela. Es cierto que el dictador cubano apenas ha dicho “la puntita nada más”, pero ya la iniciativa privada ha comenzado a existir en la economía cubana y la va a haber cada vez en mayor medida. Acuérdense de mí.
 Cuarto, Maduro ganó la presidencia en elecciones. Habiendo elecciones en el horizonte, hay un argumento menos para derrocarlo. Luego, no va a caer, porque existe la posibilidad de vencerlo electoralmente en el futuro.  Además, hay un precedente negativo: a su antecesor, Chávez, lo depusieron. Hasta el gobierno de Lagos lo celebró. Y luego tuvieron que admitir que retomara el poder. Lagos y Soledad Alvear no encontraban dónde meterse.
            Quinto, Maduro tiene dólares. Cada vez menos, pero tiene. A Allende, en cambio, no le quedaba harina sino “para pocos días más”. Basta que el gobierno venezolano ponga un mínimo de orden en sus finanzas y deje de despilfarrar dólares para tener un respiro.

            De modo que los estudiantes, los demócratas, los empresarios y las dueñas de casa venezolanos podrán hacer sonar cacerolas y llenar las calles protestando todos los días, pero, como preguntaría Stalin (lo hizo cuando le informaron que el Vaticano estaba contra él): “¿Cuántas divisiones tienen?”.

Sexto, ponerse en contra de los Estados Unidos siempre ha sido bueno para mantenerse en el poder. Maduro lo ha hecho. En cambio, creer en el apoyo norteamericano puede ser fatal. La Junta creyó que le había hecho un favor a Occidente en plena Guerra Fría. ¿Y saben ustedes cómo le pagaron los norteamericanos? Aprobando la “Enmienda Kennedy” que prohibía venderle armas a Chile cuando estaba bajo la amenaza de invasión de los gobiernos militares de Argentina y Perú. ¿Y saben qué nos hicieron los ingleses en agradecimiento por haber eliminado a un satélite soviético en América del Sur? Le retuvieron a la FACH los motores de los Hawker Hunter que habían sido enviados a reparar a Gran Bretaña, dejándola casi inerme. Y para qué decir los alemanes occidentales, que, con la honrosa excepción de la DC de Baviera, se pusieron a la vanguardia de la campaña denigratoria de la Junta encabezada por Moscú. ¡Siempre será más seguro agredir a las democracias occidentales que ser aliado de ellas! En eso, Maduro lo está haciendo bien.

Tranquilos, hay Maduro para rato. Y no se olviden de que a partir del 11 de marzo también nosotros vamos a empezar a transitar hacia allá.

viernes, 14 de febrero de 2014

John Creyó que Chile Era un País Libre


            John es norteamericano y de derecha, pero, como casi todos los norteamericanos, es ingenuo y sostiene que éste es un país libre. Tanto lo cree, que ha formado un movimiento para que sus compatriotas dejen los Estados Unidos, porque estima que ése si es un país cada vez más socialista, y les aconseja venirse a vivir acá. Su movimiento se llama “Escape America Now”. Y John ha escrito libros y folletos promoviendo a Chile y alentando a sus compatriotas a radicarse acá. Muchos le han hecho caso, en su mayoría gente adinerada y todos con buenas capacidades para ganarse la vida. De hecho, yo contribuí a que un ingeniero aeronáutico fuera contratado para hacer clases en una universidad privada chilena.
            Pero John y yo tenemos una discrepancia fundamental: desde un principio yo le he dicho que Chile es un país básicamente socialista y que la Junta Militar de Gobierno lo transformó en una sociedad transitoriamente libre, pero que la mayoría de los chilenos va a terminar convirtiéndolo de nuevo en una nación socialista. Le he dicho que lo que algunos llaman “el milagro chileno” no consiste en lo que el país ha logrado gracias al régimen de libertades que le heredó la Junta a la civilidad, sino en que los socialistas de diferente signo que han estado en el poder entre 1990 y 2014 no hayan desmantelado por completo la sociedad libre estructurada bajo la Junta. Ése ha sido el milagro.

            Y le he dicho a John que justamente ahora los chilenos se han puesto firmes para terminar con la sociedad libre y han elegido a Michelle Bachelet, que va a instaurar el “Otro Modelo”, que obviamente es el socialista. Le he añadido que él debería formar un movimiento que se llamara “Escape Chile Now” y facilitarles a los chilenos, cuando todavía es tiempo, irse a vivir a algún país verdaderamente libre, si es que queda alguno.

            Pues yo estoy convencido de que en América Latina las mayorías son básicamente adversas a vivir en libertad y lo que realmente quieren es un Estado grande que les dé las cosas gratis y que, en lo posible, persiga a los particulares que las producen y les estatice las empresas para que sean manejadas por el Gobierno y en ellas se contrate a muchos miles de personas más de las que se necesita, con altos sueldos. En resumen, quieren todo lo más posible trabajando lo menos posible y teniendo ”buenas pegas” en las empresas estatales. Es el ideal que se conoce como socialismo.
            Obviamente, eso no funciona, como lo estamos viendo en Venezuela y en Argentina y lo estamos comenzando a ver en Brasil. Pero eso no significa que no puede permanecer y eternizarse, como en Cuba. De hecho, mi pronóstico es el siguiente: Brasil es la próxima Argentina; Argentina es la próxima Venezuela; y Venezuela es la próxima Cuba. Bueno, yo pienso que Chile es el próximo Brasil, pero lo que está claro es que todos vamos para allá. “Escape Latin America Now”, sería el “motto” más racional de un movimiento con visión de futuro. Advierto que esto no es original mío, sino parte de lo anterior lo dijo un inversionista extranjero y se lo oí citar en una conferencia a Hernán Büchi.

            Bueno, mi amigo John no sólo ha cometido el error de no hacerme caso, sino que ha cometido dos errores más, lo que revela lo ingenuos que pueden ser los norteamericanos: el primero es que se ha nacionalizado chileno, cuando lo que más quiere el 90% de los chilenos (pregúnteles usted a todos los que conozca) es tener un pasaporte norteamericano. Incluso los marxistas, por supuesto. El segundo error de John consistió en escribir cartas a los diarios defendiendo la sociedad libre cada vez que veía surgir alguna idea socialista. Lo peor de todo es que muchos diarios del país se las han publicado y ya han surgido los marxistas de siempre (basta ver los comentarios al pie de este blog para saber que están en todas partes repartiendo odio) para vituperarlo, y hasta el mismísimo Douglas Tompkins, un gran adalid para impedir que los chilenos seamos libres de crear y producir, lo ha atacado públicamente, a raíz de que John lo criticara a él por conspirar contra las libertades de los demás.
            Bueno, como dije y tal como si fuera un chileno común y corriente, John no me ha hecho caso y ha actuado como si Chile no fuera socialista: utilizando su libre iniciativa, ha organizado una empresa para facilitar a los norteamericanos instalarse acá y, naturalmente, como no es socialista, lo hace “con fines de lucro” y le ha ido muy bien.

            Los socialistas locales (es decir, casi todos) han encontrado que esto es el colmo: ser norteamericano, traer a más norteamericanos, cobrar por sus servicios y ganar dinero; y más encima atacar al socialismo y predicar la bondad de un clima de libertades ya fue como mucho. Y John se ha encontrado ahora con que la PDI anda tras sus pasos y lo tiene sometido a investigación. Él no sabe por qué y me lo pregunta a mí, y yo le contesto que porque: 1) Chile no es un país libre; aquí el Estado se mete en todo; 2) Eres norteamericano y eso constituye presunción de culpa; 3) Quieres hacer negocios en Chile y eso es casi por sí solo constitutivo de delito y todos te van a querer perseguir; 4) Crees que acá hay “debido proceso” y que no te pueden investigar sin notificarte; y creer que nadie puede ser acusado de un delito si no hay una ley que lo haya establecido antes (“principio de legalidad”) o creer que se te presume inocencia (“presunción de inocencia”) es como para decirte “¿en qué país vives, John?”. Y entonces le recomienzo leer el libro de Adolfo Paul Latorre, “Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos: inconstitucionalidades, arbitrariedades, ilegalidades”, donde está la mejor prueba de que Chile no es un Estado de Derecho, porque si no eres socialista ni subversivo acá no tienes ninguna protección y careces de derechos y te pueden tomar preso sin motivo y condenarte y después trasladarte a un penal peor nada más que para conseguir mayores aplausos.
            Entonces, la PDI se encuentra persiguiendo a John, John me llama a mí y yo le contesto que se lo advertí desde un principio. Gasta plata en abogados para defenderse de no sabe qué y yo le digo que la PDI acá te puede perseguir sin necesidad de decirte por qué y que el recurso de protección establecido por el Gobierno Militar sólo les sirve a los izquierdistas, porque los Tribunales tienen mayoría de jueces de izquierda y si eres norteamericano, derechista autoproclamado y empresario tienes las tres condiciones necesarias y suficientes como para que te rechacen el recurso de protección (lo que no te excusará de pagar los honorarios de tu abogado) y que por qué no me hiciste caso desde un principio.

            Un señor europeo que conocí durante la UP y cuando temíamos que el socialismo se hiciera de todo el poder en Chile por las armas me dijo un día: “Yo quiero vivir en un país en que, cuando suene el timbre en la mañana, yo sepa que es el diario o la leche, y no un agente de Investigaciones”. Bueno, John, ahora Investigaciones te está persiguiendo sin siquiera tocar el timbre.
            Te lo advertí desde un principio.

martes, 11 de febrero de 2014

El "Legado Trascendental" de un "Gambler"


            La frase del Ministro del Interior, Andrés Chadwick, afirmando que “la postura del Presidente por los 40 años del Golpe es el legado más trascendente” de su gobierno, ha  generado estupefacción general. El diario digital “Chile Informa”, incrédulo, ha hecho un extenso recuento del pasado de Andrés Chadwick como uno de los “hijos favoritos” del Presidente Pinochet durante su gobierno. Claro, todos sabemos que hace unos meses se declaró “arrepentido” de haber adherido a él, en términos más que odiosos. Pero declarar públicamente que una voltereta política como la que se dio Piñera con motivo de los 40 años del 11, para denigrar al Gobierno Militar y a quienes lo apoyamos, deba considerarse su “legado más trascedente”, sonaría a sarcasmo insolente si no supiéramos que Chadwick, además de primo hermano, es incondicional suyo y su verdadero “alter ego” político.

            Pues la verdad es que Piñera ha hecho su carrera política sustentado por los partidos nacidos bajo la égida del Gobierno Militar y gracias a los votos de quienes fueron partidarios de éste. De hecho, él saltó a las filas de los continuadores civiles de ese régimen restaurador de la democracia, la sociedad y la economía chilenas, bastante antes de su término en 1990. En efecto, fue uno de los paladines de la candidatura destinada a continuar la obra consumada con la declaración oficial de “Misión Cumplida”, continuación que iba a tener lugar en los términos de la plena democracia contemplada en la Constitución de 1980, bajo la cual vivimos hoy. Así, Piñera fue generalísimo de Hernán Büchi, que debía competir en la elección presidencial de 1989 contra el candidato de la Concertación, Patricio Aylwin. Es decir, se jugó por la continuidad de las políticas del régimen del cual Büchi había sido ministro destacado.

            Por tanto, cuando, al cumplirse en septiembre último 40 años del 11, se cambió olímpicamente al bando opuesto, el de los que siempre se opusieron al Gobierno Militar (entre ellos algunos de los que convocaron a los uniformados a pronunciarse el 11, como los que, con su amenaza armada terrorista, hicieron ese pronunciamiento inevitable), sólo estaba completando otro de los vaivenes característicos de su carrera.

            Como ha sido público, muchos de quienes votaron por él en 2009 han considerado esa voltereta de septiembre como una vergonzosa traición política. Pues al sumarse a la campaña de la izquierda en desmedro de la imagen del Gobierno Militar infirió un daño irreparable a las posibilidades electorales de los dos partidos de derecha que ese régimen prohijó. Hay unanimidad entre los analistas políticos en el sentido de que ésa es una causa principal del derrumbe electoral de los mismos.

            Pero, claro, ello no fue una sorpresa para quienes lo conocemos. Yo reclamo el título de haber advertido hace cuatro años que destruiría a la derecha, si bien confieso que lo decía más bien pensando en la UDI que en su partido, RN. Pero a la postre parece que éste ha resultado el más dañado. Y digo que su maniobra de septiembre no fue una sorpresa para mí porque siempre he dicho que es un político que no repara en los medios y que vive  empeñado exclusivamente en el enaltecimiento de su propia figura. Y habiendo estado él permanentemente relegado a un bajo nivel de aprobación en las encuestas, una “pasada” especulativa como la que hizo en los 40 años del 11 tenía, evidentemente, el propósito de remontar gracias al reconocimiento de los enemigos acérrimos del Gobierno Militar, la extrema izquierda. Y, efectivamente, cosechó un dividendo político y subió algunos puntos en su aprobación gracias a que sació la sed de venganza de la izquierda más odiosa cuando describió la acción de los uniformados con caracteres delictivos, calificó de “cómplices pasivos” a quienes los apoyaron (¡los mismos que lo apoyaron y ¿apoyan? a él!) y dispuso el vejatorio y vengativo traslado del grupo más vilipendiado de los presos políticos militares a un penal de peores condiciones que el que por decenas de años los había albergado, con el beneplácito de los gobiernos de izquierda y centroizquierda.

            Ciertamente, a ninguno de los analistas mínimamente lúcidos de todos los sectores les ha pasado inadvertida la verdadera naturaleza de la voltereta. Por supuesto, a quienes hemos defendido la verdad histórica y el mérito de la tarea del Gobierno Militar, en particular a los que recordamos las promesas que el candidato Piñera formuló a los presos políticos, aquella maniobra nos confirmó que él había deshonrado la palabra empeñada con ellos para conseguir sus votos. Pero a los elementos pensantes de la izquierda tampoco se les escapó el verdadero sentido de la jugada. En la revista “Cosas” (07.02.14) Ernesto Ottone, un socialista muy próximo a Ricardo Lagos, calificado por la publicación como “uno de los intelectuales más destacados del país”, demuestra que tampoco se le escapa el sentido del supuesto “legado trascendental” de Piñera, y expresa:

            “Él no logró correr el cerco de la derecha hacia posiciones más liberales. Por lo tanto, no es que Piñera construyó una derecha menos conservadora. Él destruyó a una derecha”.

            Lo mismo que siempre anuncié y que tantas veces he reiterado en este blog. Porque las verdades axiomáticas son comunes a todo los sectores. Y sobre el “legado de Piñera” opina:

            “…creo que hizo una muy mala dirección política del país. Debilitó las instituciones. … No cumplió con sus tareas de seguridad ciudadana, que eran promesas temerarias. … En infraestructura no avanzó. … ¿Cuál es el proyecto de país de Piñera? Nadie lo puede describir. Ni siquiera él. ¡Todavía sigue hablando del Mapocho navegable… por favor! … Yo creo que Piñera actúa como un ‘gambler’, como un jugador, y los jugadores sirven para hacerse ricos en la bolsa, pero no para gobernar”.

            La derecha, con toda su experiencia (¿), quiso arriesgar su capital político con un “gambler”, y perdió. Éste se quedó con el capital y ella con la experiencia. Ése es el verdadero “legado trascendente” del gobierno de Sebastián Piñera.

 

lunes, 10 de febrero de 2014

DESMOTIVACIÓN


                Alguien me llama para enrostrarme que desde el jueves no escribo en este blog y que estoy defraudando a sus lectores. Yo le replico que mi obligación con el blog es de las que el Código Civil denomina “meramente naturales”, es decir, que si la cumplo, los lectores tienen derecho a leerme, pero si no la cumplo, no tienen derecho a exigirme que siga escribiendo. Me replica que mis opiniones sirven de guía a mucha gente y que son necesarias, pero yo duplico afirmando que no, que casi nadie está de acuerdo conmigo y que la única razón por la cual escribo es la motivación, entendiendo por tal el espontáneo impulso de expresar algo a los demás, inspirado por la esperanza de influir en ellos, y que la he perdido.

Pues, por ejemplo, no me motivan en lo más mínimo los tropiezos que ha tenido el gobierno entrante con algunas de sus anunciadas designaciones, que todo el mundo comenta. Que vaya a ser subsecretario un señor que no paga los cheques que gira u otro que ofende el pudor de una pasajera del metro o una señora que no está de acuerdo con el programa del futuro gobierno no me motiva en lo más mínimo. Le añado que, a la vez, estoy ya en la mitad del libro “Procesos Sobre Violaciones a los Derechos Humanos- Inconstitucionalidades, Arbitrariedades e Ilegalidades”, cuya segunda edición se presentará el 5 de marzo, fecha en la cual me he propuesto haber terminado su lectura. Son 637 páginas y, por lo que voy viendo, bastan para desmotivar a cualquiera acerca del destino del país. Como tengo formación jurídica, me doy cuenta de que vivimos un clima interno de degradación del derecho patentizada en las sentencias de nuestra justicia de izquierda y de su similar internacional, radicada ésta en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El fallo de esta última en el llamado “Caso Almonacid”, que el libro reproduce casi in extenso, es inverosímil: un paradigma de la antijuridicidad y del atropello de los derechos más fundamentales de los procesados. Hace añicos la tradición penal ancestral, y con mayor razón el derecho vigente. Y su tonalidad general es de un cinismo abismante. Pero parece que a casi nadie en el país (ni en el extranjero) nada de lo anterior le importa. ¿Qué motivación puede haber para escribir ante una opinión pública así? ¿Qué motivación puede haber en un país que acepta y hasta impone el atropello sistemático de los derechos humanos de militares procesados y condenados, en nombre de los derechos humanos?
Yo sé que esos militares son pocos y han sido “abandonados tras las filas enemigas” por sus camaradas en servicio activo, por los políticos de los partidos que los convocaron hace cuarenta años (“esto se arregla sólo con fusiles”, les decían) y por la opinión pública que en su tiempo los aplaudió y les agradeció lo que hicieron, y que ahora los denuesta y repudia con completo cinismo y desvergonzada unanimidad.
                Ni siquiera me motiva leer en la prensa de hoy (“La Tercera”) que el Ministro Chadwick sostenga que el mayor legado del Presidente Piñera habrá sido su conducta con motivo de los cuarenta años del  11 de septiembre de 1973. Precisamente el episodio representativo, a mi juicio, de la mayor traición política perpetrada en Chile en el siglo XXI. Ni siquiera me sorprende que esa puñalada trapera le permita a quien la asestó remontar en las encuestas. Es que el país se ha puesto así. ¿Qué motivación puede haber para escribirle a su gente?

                Además, el debate público transcurre en un nivel de primitivismo insólito. Prevalece un par de consignas absurdas voceadas por imberbes violentos e ignorantes en las calles, como “no al lucro” o “educación pública gratuita y de calidad para todos”, la primera constitutiva de un atropello a la razón y a la propia naturaleza humana y la segunda una contradicción flagrante en los términos, pues la enseñanza gratuita es probadamente la de peor calidad. Sin embargo, esas consignas se imponen por sobre todo intento de reflexión meditada, que será inevitablemente acallada por la estridencia del vocerío y la agresión violenta. Nada se saca con argumentar. El debate ha perdido toda justificación. Si a uno le van a replicar hasta el cansancio con eslóganes falsos casi no vale la pena decir nada.
                Y por eso no he dicho nada. Y no lo volveré a hacer mientras algo o alguien no me devuelva la motivación.

jueves, 6 de febrero de 2014

El Gambito Final de Piñera


                Si alguien cree que por fin después el 11 de marzo Sebastián Piñera dejará de ser protagonista de pantallas, titulares y radioemisiones, está muy equivocado. Él es ferviente devoto de un culto, el de sí mismo, y tiene sobrados medios para seguir practicándolo y haciendo partícipes de él a otros, aunque haya dejado el gobierno. Hoy me escribe un amigo habitualmente bien informado y me dice que le han confirmado que uno de los financistas de la película “Los 33” es Sebastián Piñera, pero no da a conocer sus fuentes ni fundamentos. Si fuera verdad, no me extrañaría nada, porque el film podría convertirse en un aporte al mismo culto. Si cuando se presente al público los espectadores salen de la sala comentando que mejor debería haberse titulado “Sebastián y los 33”, entonces habrá razones para pensar que mi informante tenía razón.

                Anoche vi al fantástico personaje en los noticieros (como todas las noches de estos últimos cuatro años, por lo demás) pero ahora agradeciendo a los chilenos el 49% de aprobación que la encuesta Adimark le ha atribuido y que, curiosamente, columnistas adeptos a su persona habían anticipado cuando comentaban la aprobación de enero de la misma encuesta, de 43%. Esos columnistas tienen dotes adivinatorias admirables. Las mías no lo son, pero aventuraría con poco temor a errar que en marzo la aprobación de Adimark va a pasar del 50%.
 
                Otra cosa es que yo no crea en los resultados de Adimark, porque siempre que coincidieron con las encuestas CERC y CEP aparecieron sobreestimando la aprobación a Piñera. CEP dejó de hacer encuestas a mediados del año pasado a raíz de accidentadas situaciones propias. CERC le daba una aprobación de 33% en junio y en enero último le reconoció un 36%, que es una cifra creíble. La diferencia fundamental entre Adimark y CERC es que la primera es publicada en todos los medios y la segunda en casi ninguno. Desde luego, nunca en los medios de más circulación. En todo caso, entre junio y enero, según CERC, Sebastián subió tres puntos, de 33% a 36%, que es lo que en realidad tiene, en mi opinión.

                Y oyendo a la personera de extrema izquierda Javiera Parada (hija de uno de los dirigentes frentistas asesinados por carabineros en 1985) en la radio, hace unos días, elogiar a Sebastián Piñera, se me presentó completo el cuadro del gambito final que ha jugado él en la última parte de su período y que le está permitiendo contribuir tanto al éxito del culto a cuya práctica ha dedicado su existencia. Un gambito es una jugada de ajedrez mediante la cual un jugador sacrifica una o más piezas para poder conseguir una ventaja posterior en el juego.

                En los 40 años del 11 de septiembre Sebastián se puso espectacularmente a la cabeza de la tarea de denigrar esa fecha, al Gobierno Militar y a sus partidarios, que no por casualidad son los mismos de él, en su gran mayoría. Él prosperó e hizo fortuna gozando de las libertades y las garantías a la propiedad que restableció en Chile el Gobierno Militar y, al término de éste, tras haber ejercido como opositor en su calidad de simpatizante DC (fue un activo promotor de la candidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle para 1989 en esta colectividad, en competencia con Patricio Aylwin, según me reveló el mismo Frei tras un foro que tuvimos en Radio Portales durante la campaña senatorial del ’89), apoyó a Hernán Büchi. Pues, fracasada esa precandidatura de Frei, Sebastián dio un salto desde las filas del “No” a las del “Sí” y ejerció como generalísimo del candidato Büchi, en oposición a Patricio Aylwin, quien finalmente lo derrotó. Como se recordará, Büchi se retiró inicialmente y luego retomó la candidatura, pero, en esta segunda instancia, ya sin su generalísimo Piñera, que pasó a ser candidato a senador por Santiago Oriente.

                Siendo “su sector” a partir de entonces la derecha, procuró ser candidato presidencial en 1993, pero una grabadora Kyoto frustró su intento; luego de nuevo en 1997, pero la popularidad de Lavín lo postergó; en seguida tomó el control de RN y fue candidato en 2005, pero lo derrotó Michelle Bachelet; y finalmente en 2010 consiguió el apoyo de RN, la UDI y grupos menores escindidos de la Concertación y resultó electo.

                Su gambito actual ha consistido en sacrificar dos peones, RN y la UDI, mediante el escarnio de los 40 años del 11, para volver a ir tras piezas mayores en 2017. Esos dos partidos resultaron liquidados por la estrategia de Piñera de convertir a sus militantes y simpatizantes, que también lo fueron del Gobierno Militar, en “cómplices pasivos” de atrocidades que los medios de comunicación se encargaron de inventar y magnificar, tanto que esas colectividades experimentaron sendas y magnas derrotas en la elección parlamentaria del año pasado y una verdadera paliza en la presidencial. De todo ello el autor del gambito salió no sólo indemne, sino ampliamente beneficiado, pues los elogios que le prodiga Javiera Parada son representativos de una nueva disposición hacia él de la extrema izquierda y la propia Concertación.

                Eso explica el aumento de 33% a 36% en el porcentaje de aprobación en la encuesta CERC, que es en la que yo creo, y también el mejoramiento en la Adimark.

                Los dirigentes de RN y la UDI actualmente se pasean por la arena política con el aspecto de venir saliendo de un desastre aéreo. No saben adónde ir. Su pasado político es anatema. Sus verdaderas ideas también. La estrategia del “mal menor” ha terminado liquidándolos, porque fueron piezas entregadas al sacrificio en el gambito final de Piñera. Pero ¿qué van a hacer? De nuevo él tiene las encuestas, “las ganas” y los medios. Es verdad que ha dejado al país creciendo cada vez menos (rasguñamos el 4% en 2013 y nadie cree en más de 3,5% en 2014). Pero el desastre que con certeza legará el gobierno de la combinación demo-socialista-comunista-“la calle” será tan grande que de nuevo la mejor alternativa puede volver a ser el mal menor. Entonces, no sería extraño que de nuevo todos terminaran plegándose al culto de Sebastián. “París bien vale una Misa”, dijo una vez resignadamente Enrique IV, olvidándose de su propia religión.

martes, 4 de febrero de 2014

La Izquierda se ha Tomado a la Derecha



            Los dueños del país (usted sabe a quiénes me refiero, por supuesto, a los comunistas) han armado un tremendo escándalo porque a unos reos condenados a presidio perpetuo y que han estado ya presos por más de veinte años se les ha concedido el beneficio carcelario normal de salida diaria. Ellos están condenados de por vida por algo que en los Estados Unidos o Israel les habría significado ser condecorados: eliminar a tres altos jefes de un grupo terrorista, el comunista Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en 1985. Pero los estándares éticos del Gobierno Militar chileno eran más exigentes que los norteamericanos e israelíes y bajo su administración no se permitía quitar la vida sin más a los terroristas, por cuyo motivo la Junta Militar de Gobierno pidió a la justicia un Ministro en Visita para juzgar los hechos y demandó la renuncia al superior de esos carabineros, el General Director César Mendoza Durán, cuando se supo que subordinados suyos habían sido los asesinos.

            Como en Chile, bajo la égida comunista, los que maten a agentes del brazo terrorista rojo deben cumplir las penas más altas y carecer de beneficios carcelarios, mientras los frentistas que asesinen a uniformados o civiles deben quedar libres y ser indemnizados, la situación de hoy es exactamente ésa: decenas de uniformados presos, un millar de querellas impulsadas por el gobierno del nuevo hijo favorito del comunismo, Sebastián Piñera, que buscan multiplicar el número de aquellos reos y otro millar de terroristas perdonados y libres, gozando de jugosas pensiones e indemnizaciones (aunque la parte del león de éstas se la llevan los “abogados de derechos humanos”); y, en fin, hoy día una campaña comunista nacional e internacional para impedir que a los carabineros condenados a perpetua se les conceda un beneficio carcelario que reciben todos los autores de delitos comunes. Porque matar un terrorista, dicen, no es delito común, sino un “crimen de lesa humanidad”. Esto no es verdad por supuesto, pero ¿desde cuándo al comunismo hay que exigirle que diga la verdad? A los recalcitrantes que quieran saber por qué eso no es verdad los remito al libro “Procesos Sobre Violación de Derechos Humanos- inconstitucionalidades, arbitrariedades, ilegalidades”, de Adolfo Paul Latorre.

            El nuevo hijo favorito del comunismo fue elegido Presidente por la derecha, pero esta última ha sido “tomada” por la izquierda, junto con él, que por estar muy bajo en las encuestas, cayendo hasta el 22% de aprobación en 2011, porque la gente “lo caló”, ni corto ni perezoso decidió granjearse el apoyo comunista y todo el mundo sabe que eso se consigue persiguiendo a los peores enemigos del comunismo, que son los militares que le impidieron a éste convertir a Chile en la Hermana Menor de la URSS. De ahí las casi mil querellas más contra uniformados del actual Ministerio del Interior y el traslado de oficiales que estaban presos en un penal militar digno, “Cordillera”, a uno en que pudieran quedar sujetos a variados padecimientos, lo que llevó al suicidio al general Odlanier Mena y a la muerte de otro reo uniformado gravemente enfermo, que en el Más Allá deben estar rezando por el alma de quien los traicionó.

Ayer en la tarde, detenido en un descomunal “taco”, pude oír por Radio Cooperativa el sentido homenaje de la hija de uno de los dirigentes del FPMR asesinados al Presidente que ha impulsado el Instituto de Derechos Humanos, el Museo de la Memoria, las casi mil querellas contra militares y el traslado, con la bandera del PC presidiendo el acto, de los infortunados militares presos a un destino más aciago que el anterior. Los elogios comunistas al “Presidente Piñera” fueron conmovedores.

            ¿Y qué dijo la derecha? Nada. Es que está “tomada”. ¿Qué dijo cuando el mismo Piñera la tachó de “cómplice pasiva”? Nada. Lo único que ha hecho ha sido quejarse del castigo electoral que ha sufrido. ¿Y qué quería, si el propio Presidente elegido por ella la criminalizó urbi et orbi?

            Tan “tomada” está que en RN se ha producido una escisión llamada “Amplitud”, cuyo lenguaje fundamental está dirigido a complacer a la secta cuyos afectos ha conquistado el nuevo “hijo favorito” del comunismo. Todo lo que dicen los desertores de “Amplitud” son cosas del agrado del comunismo, en particular la reiteración de sus expresiones de repudio a la memoria del Gobierno Militar.

            Si la derecha está tomada por los comunistas, con cuánta mayor razón lo han estado desde siempre la DC y la izquierda. En estos días un acto de la Justicia Inmanente ha conducido al apresamiento de la integrante del frente terrorista del PC, Emmanuelle Verhoeven, en Alemania. Una ligera incomodidad transitoria para ella, porque apenas llegue a Chile la justicia local de izquierda la va a liberar. Ella fue contratada en Gendarmería cuando estaban presos en la Cárcel de Alta Seguridad los asesinos del senador Jaime Guzmán. Su misión: asesorarlos. ¿Para qué? Para escapar, como lo hicieron. Con plena complicidad del gobierno de la Concertación. ¿Quiere leer el siguiente testimonio, contenido en la página 370 de mi libro “Terapia Para Cerebros Lavados” (El Mercurio-Aguilar, agotado en librerías porque dicha editorial me anunció que los ejemplares que tenía serían incinerados, salvo que yo los adquiriera, cosa que hice, pese a que me iban a costar 700 mil pesos, que benévolamente la citada editorial nunca me ha cobrado, posiblemente hasta hoy). Allí cité una carta del coronel (r) Ricardo Ramírez Ruiz, que me refirió lo siguiente: “Días pasados un paciente de mi hermano médico, que por el tiempo que se conocen ya es más que un paciente, le comentó lo siguiente (este paciente es de Gendarmería), respecto a la fuga de la Cárcel de Alta Seguridad y previo a la misma: a los vigilantes del sector les cambiaron lar armas con las que hacían guardia, que tenían un alcance eficaz de trescientos metros, por otras que tenían un alcance eficaz de veinte metros. Luego de un tiempo las rondas que se hacía cada cinco minutos se ampliaron a quince minutos. Por último, y poco antes de producirse la fuga, cambiaron todos los gendarmes antiguos y pusieron a otros recién egresados que, según la versión de este gendarme, sólo atinaron a esconderse al recibir la primera ráfaga desde el helicóptero”.

Y, en tierra, contratada por Gendarmería (recibió $2.414.500 entre 1993 y 1994), una alta jefa del FPMR y amante del jefe superior del FPMR, Galvarino Apablaza (hoy protegido en Argentina de Cristina K), Emmanuelle Verhoeven Colas (“Comandante Ana”), con la función de asesorar sicológicamente a los asesinos de Jaime Guzmán que escaparon colgados de un canasto que izó, junto con todos ellos y con toda tranquilidad, desde el “inexpugnable” penal, un helicóptero.

¿Cree usted que los comunistas, que han penetrado a Gendarmería, a la Concertación, a los tribunales, al gobierno de Piñera y a “Amplitud”, van a tener algún problema en terminar de tomarse a la derecha y conseguir que en lo sucesivo los restos náufragos de los que fueron partidos base del Gobierno Militar y del “Sí” de 1988, digan y hagan lo que el comunismo ordene?

 

domingo, 2 de febrero de 2014

Y al Final ¿Cuánto Nos Va a Costar Sebastián?


                Yo he sostenido en este blog de manera impenitente que uno de los peores errores históricos de los chilenos fue haber elegido a Sebastián Piñera, un tipo dedicado casi exclusivamente al culto de su propio ego, sin consideración por el interés del país.  El epítome fue citar al Consejo de Ministros por HydroAysén hace unos días, en circunstancias que no lo había hecho en dos años por la sencilla razón de que ese proyecto es impopular, si bien esencial para el desarrollo económico. Pero, para Sebastián, entre su popularidad y el interés general no hay dónde perderse. Y entonces le ha hecho un “pase de taquito” del problema a la Michelle, que va a ser la que se va a quedar sin luz y, para peor, tras ella misma haberse declarado expresamente contraria a HydroAysén. Claro, si ella es capaz de salir del intríngulis Peirano, hasta puede sacar adelante HydroAysén sin pagar costos de imagen. Pues ha demostrado “saber hacerlo”, como que objetivamente hizo un pésimo gobierno y dejó el poder con 80% de popularidad (“¿cómo lo habrá hecho?”, se debe estar preguntando Sebastián, con su 36% de la CERC que, para su alivio, nadie publicó).
                Andrés Zaldívar se ha encargado de hacer circular un documento denunciando la poca sustentabilidad de los beneficios sociales creados por el Gobierno, los cuales éste exhibe como uno de sus mayores activos. Pues no han sido acompañados por ingresos específicos, lo que se ha traducido en pasar de tener un “un fisco acreedor por 2,3% del PIB (en 2009) y a junio mostrar una posición deudora de --0,3% del PIB”. Pero Andrés ¿en qué país crees que vives tú?  ¿Todavía no te das cuenta de que los beneficios sociales reditúan en las encuestas de popularidad del gobernante y la posición deudora del fisco no le importa a nadie, sobre todo si Sebastián se la deja de herencia a la Michelle? Con todo, yo defiendo el posnatal de seis meses, porque dicen que los niños amamantados por largo tiempo son más inteligentes y es una necesidad impostergable del país que haya más chilenos así.
                A todo esto Sebastián, que aseguró no hace mucho que Chile no iba a perder un solo milímetro de territorio, deja a la nación privada de grandes áreas del mismo sobre las cuales ya no tiene soberanía. Esta mañana vi la foto, en “La Tercera”, del lago Lleu Lleu, donde hay un letrero que declara a esa región como “territorio recuperado” por una nacionalidad no bien precisada, pero que en ningún caso es la chilena. Allá han incendiado casi todas las casas de chilenos que había. Cuando comenzaba el régimen de Piñera y casi simultáneamente se fundaba este blog, ya en sus primeras ediciones yo advertía contra la peregrina iniciativa anunciada por aquél de reconocer constitucionalmente a los pueblos indígenas, siendo que la nacionalidad chilena es una sola y el que quiera tener otra, que se vaya a vivir a otro país. Bueno, esa peregrina idea de admitir otro u otros Estados dentro del Estado chileno también “se la está mandando de taquito” a la Michelle, que va a tener que lidiar con ella. Hoy sale una inserción a página entera de compatriotas víctimas de la guerrilla desatada artificialmente en la Araucanía. La subversión extremista en esa región ha contado con sólidas garantías de impunidad, porque es obvio que actuar enérgicamente ante un levantamiento armado ilegal no puede sino generar víctimas, y éstas perjudican a las autoridades en las encuestas, de modo que bajo un gobierno esencialmente “encuestocrático” es de Pero Grullo que a los guerrilleros hay que dejarlos impunes.

                En su crítica, Zaldívar dice que “lo más preocupante para el futuro es que el Gobierno no realizó ninguna reforma pro crecimiento, como abaratar costos de energía o más capacitación laboral”.  Bueno, algo parecido afirmaba el profesor Ernesto Fontaine al preguntar “¿qué ha hecho este Gobierno en pro del crecimiento?”, pregunta ante la cual Sebastián lo declaró “muy enfermo”, como efectivamente lo estaba, lo que no obstaba a que su cuestionamiento fuera perfectamente razonable. Pues el Gobierno, fuera de subir el impuesto a las empresas del 17 al 20%, lo cual es una de las razones de por qué el país ha terminado creciendo bastante menos en el último año y bajará a 3,5% en 2014, no hizo nada significativo en favor de un crecimiento sólido. Sí se benefició éste, en sus primeros años, de la expansión del gasto fiscal y privado, lo que le permitió crecer más que el régimen anterior, pero eso ya se hizo sal en el agua.

                A la carencia de energía para producir se ha añadido la falta de otra energía más importante, la necesaria para hacer respetar las leyes. Bajo la administración Piñera ha bastado lanzar piedras y cócteles molotov, atacar a la policía, aterrorizar a los peatones e interrumpir el tránsito para conseguir cualquier beneficio. Ha sucedido una y otra vez, en las calles de todas las ciudades, en Magallanes, en Aysén, en Calama y ahora en los puertos, cuya paralización ha generado un enorme daño a toda la ciudadanía, no sólo por las pérdidas de importaciones y exportaciones no efectuadas, sino porque, en una intervención gubernativa entreguista e insólita, la autoridad se ha hecho cargo de financiar con cargo a los contribuyentes uno de los beneficios que exigían los huelguistas y que no tenía fundamento en la ley, sino sólo en la fuerza.
                Al final no estoy en condiciones de contestar cuánto nos ha costado Sebastián. Ha liquidado a la derecha, mancillando hasta la saciedad al régimen militar que ella (y las tres cuartas partes de los chilenos, en su momento) apoyaron. Ha hecho escarnio de los presos políticos militares, injuriándolos y cubriéndolos, a través de su Ministerio del Interior, de querellas por hechos prescritos, siendo que, para obtener sus votos, en 2009 se había comprometido a hacer respetar la prescripción. Aún peor, para ganarse el aplauso comunista los trasladó a un penal inhóspito.

¿Cómo cuantificar todo eso? Ha sido, en su conjunto, un daño inconmensurable. Pero a él todo le resbala y está cada vez más sonriente, monopolizando las cámaras, compartiendo el éxito de Casale en el Dakar, explicándole interminablemente al país el fallo de La Haya, hablándole en francés a la Juliette Binoche y pasando al ras de conseguir para sí el papel protagónico en la película de “Los 33”.

                Y por si fuera poco, dentro de algo más de un mes le pondrá a todo un broche de oro: le entregará el poder a la Michelle.